Escalofriante 'Requiem' con Abbado
Jornada hist¨®rica del Orfe¨®n Donostiarra con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn
Berl¨ªn se ha adelantado un par de d¨ªas con este Requiem a la fecha del centenario de la muerte de Verdi. La capital alemana vive inmersa en Verdi. Sus teatros ofrecen 35 representaciones de sus ¨®peras. El acto central es, no obstante, el Requiem con Abaddo.
La mayor originalidad de la concepci¨®n de Abbado ha sido juntar tres coros, dos de ellos de un nivel t¨¦cnico apabullante, el de la Radio de Suecia y el de C¨¢mara de Eric Ericson, y un coro no profesional, el Orfe¨®n Donostiarra, con un color y un estilo en que sale, por encima de todo, la emoci¨®n. En total cantaron unos 70 suecos y 80 donostiarras. La idea de complementar el norte y el sur de Europa, la precisi¨®n con la calidez, la cabeza con el coraz¨®n, ha sido genial. Los suecos pon¨ªan la seguridad y los donostiarras el sentimiento. Sobrecogieron en los pian¨ªsimos y pusieron los pelos de punta en los momentos dram¨¢ticos, manteniendo cada coro su personalidad, lograron un efecto global de una riqueza de matices que no tiene cada grupo por separado.
En el cuarteto vocal de lujo destacaron, si cabe, las dos mujeres: impresionante la Lacrimosa, de Daniela Barcellona; estremecedor el Libera me de Angela Gheorghiu y emotivo el d¨²o de ambas en el Agnus dei. Luci¨® tambi¨¦n una buena l¨ªnea de canto Roberto Alagna.
La direcci¨®n de Abbado fue sensacional, con una Filarm¨®nica de Berl¨ªn entregada, volviendo a demostrar que es un mecanismo de perfecci¨®n. Adem¨¢s, en esta ocasi¨®n, toc¨® con un esp¨ªritu cantabile admirable en todas sus secciones, desde la cuerda hasta la percusi¨®n. La tensi¨®n musical, el humanismo a flor de piel que Abbado imprim¨ªa, desembocaba en una mezcla de tragedia y esperanza, de dolor y ternura, de dramatismo e irresistible seducci¨®n mel¨®dica.
El ¨¦xito fue impresionante. Quince minutos de aclamaciones (reloj en mano), con el p¨²blico puesto en pie, da una idea de la clamorosa reacci¨®n. Abbado no quiso recoger en solitario ni siquiera los aplausos de la orquesta, compartiendo siempre sus salidas con los cantantes, con los coros o con su propia Filarm¨®nica. Su aspecto de debilidad f¨ªsica no repercuti¨® en absoluto en la fuerza de su interpretaci¨®n. Berl¨ªn est¨¢ a sus pies.
El Orfe¨®n, arropado por una delegaci¨®n del Gobierno vasco encabezada por la consejera de Cultura, se super¨® a s¨ª mismo y deslumbr¨®. Les puedo asegurar que nunca escuch¨¦ nada igual ni vi un clima emocional tan tenso en una sala de conciertos.
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