Francia se decide a combatir la corrupci¨®n de sus Gobiernos
Una larga cadena de esc¨¢ndalos atrae la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y de los tribunales
'?Est¨¢ interesante?', pregunta un grupo de se?oras de mediana edad a los que van saliendo de la sala donde se celebra el juicio contra Roland Dumas, ministro de Asuntos Exteriores con Fran?ois Mitterrand, su antigua amante y cuatro ex altos cargos del grupo petrolero Elf. Cientos de personas se agolpan cada d¨ªa ante los polic¨ªas encargados de filtrar a los que pueden entrar en la sala de audiencia. En un pa¨ªs donde las c¨¢maras de televisi¨®n tienen vedada su presencia en los juicios -nada de espect¨¢culos al estilo norteamericano-, la funci¨®n s¨®lo puede verse en directo. Y este primer proceso del caso Elf, aunque descafeinado en el plano jur¨ªdico, re¨²ne mejores ingredientes que muchas pel¨ªculas.
Roland Dumas reconoce que en Elf hab¨ªa dos estructuras, la oficial y la perif¨¦rica
Francia vive un buen momento econ¨®mico; la corrupci¨®n no es la primera inquietud de sus ciudadanos, m¨¢s preocupados por la delincuencia en las calles o el mantenimiento de su amplio sistema de pensiones y ayudas p¨²blicas. Pero, seg¨²n todas las encuestas, quieren saber lo que pasa en los asuntos escandalosos.
Elf Aquitaine era un grupo p¨²blico, durante mucho tiempo la mayor industria de Francia y un poderoso brazo de su pol¨ªtica exterior; no se entiende que necesitara de una mujer como Christine Deviers-Joncour, que se autocalific¨® como la puta de la Rep¨²blica, para relacionarse con Roland Dumas, el culto y refinado titular del Quai d'Orsay durante una parte del mandato de Mitterrand.
Asombra escuchar las explicaciones del ex ministro sobre el aspecto 'profesional' de esa relaci¨®n. 'El Quai d'Orsay representa una pesada administraci¨®n. Las peticiones de citas son muy lentas. Christine Deviers-Joncour, en nombre de Elf, me pasaba mensajes, o bien entregaba en mi gabinete los dosieres que le encargaban que me transmitiera'. Roland Dumas reconoce que en Elf hab¨ªa dos estructuras, la oficial y la 'perif¨¦rica'; era esta ¨²ltima la que usaba y pagaba a su amante, y admite, en un juzgado y hablando 'para la historia', que el ministro de Exteriores y el grupo industrial p¨²blico usaban ese canal, tan sumamente privado, para superar la envejecida maquinaria administrativa.
Dumas confirm¨® lo que su ex amante ha sostenido desde que public¨® el libro La puta de la Rep¨²blica. En resumen, ella ha sostenido siempre que Alfred Sirven, n¨²mero dos de la empresa Elf Aquitaine, le encarg¨® que trabajara constantemente en su relaci¨®n con el ministro; sus viajes frecuentes por el mundo, su intervenci¨®n para que Dumas lograra que Mitterrand viajara a un pa¨ªs de Emiratos ?rabes en el que Elf buscaba un contrato o su autodescripci¨®n como mujer en medio de aquel tr¨ªo: 'Alfred Sirven no me dejaba nunca, y yo no dejaba nunca a Roland Dumas. Yo navegaba entre esos dos hombres'.
?Y eso justifica que cobrara 64 millones de francos (1.600 millones de pesetas) del grupo petrolero Elf en cuatro a?os? Sin decir directamente que s¨ª, Dumas ha corroborado el papel 'profesional' de su antigua amante: 'Aqu¨ª tengo siete dosieres de Elf, de los que me entregaba Christine', remach¨® el ex ministro ante el tribunal en su comparecencia del mi¨¦rcoles pasado, para dar verosimilitud a la tesis. Pero ese dinero es s¨®lo una peque?a parte de lo que la empresa dilapid¨® durante a?os.
Y es que el dosier Elf es, 'sin duda, el asunto financiero m¨¢s importante jam¨¢s instruido en Europa'. As¨ª lo cree la juez instructora, Eva Joly, que hace ocho meses public¨® un libro sobre su vida de magistrada, menos pol¨¦mico que el difundido recientemente sobre su colega espa?ol Baltasar Garz¨®n. Unas p¨¢ginas en las que Eva Joly asegura que tanto ella como su compa?era de instrucci¨®n, Laurence Vichnievsky, avanzan despacio, porque manejan el caso Elf junto con otros 60 m¨¢s y s¨®lo disponen de 'un inspector y medio' para seguir la pista a miles de millones dilapidados.
'Nuestra desnudez es el s¨ªmbolo de la voluntad francesa de mantener los ojos cerrados: no ver nada, no saber nada'. Para la juez Joly, 'el Estado acepta dejarse robar sin reaccionar'.
?Est¨¢n frustrados los jueces porque no logran resultados palpables? A?os de instrucci¨®n desembocan en juicios como el iniciado esta semana en el Tribunal Correccional de Par¨ªs: en lugar de esclarecer si hubo comisiones formidables para forzar la voluntad del Gobierno en una operaci¨®n de venta de fragatas a Taiwan, la investigaci¨®n hace que el estrado termine examinando si Elf compr¨® a un hombre de Estado con regalos.
Los jueces hacen mucho ruido cuando detienen, registran y encarcelan; probablemente no por voluntad propia, sino por lo espectacular de sus acciones cuando atacan las relaciones entre las altas esferas pol¨ªticas y las grandes empresas, o de ¨¦stos y el ej¨¦rcito de cortesanos y comisionistas que opera en medio de ambas esferas. Un grupo de jueces de instrucci¨®n est¨¢n golpeando en Francia algunos de los fundamentos de un pa¨ªs muy estatalizado. Y los perseguidos les devuelven la pelota en cuanto logran salir de la celda (donde est¨¢n poco tiempo). Ante el tribunal que le juzga, el ex ministro de Relaciones Exteriores Roland Dumas ha atacado con dureza el trabajo de las jueces instructoras que le procesaron, 'm¨¢s interesadas en las cartas an¨®nimas que llegaban a su despacho que en averiguar la verdad'. No es el ¨²nico. Al salir de la c¨¢rcel, donde estuvo tres semanas en prisi¨®n provisional por supuesta complicidad en un tr¨¢fico de armas a Angola, Jean-Christophe Mitterrand, el hijo mayor del ex presidente de la Rep¨²blica, no dud¨® en atacar a su juez: 'Supura odio antes de abrir la boca', dijo del magistrado Philippe Courroye, que le hab¨ªa procesado por haber cobrado 13 millones de francos (325 millones de pesetas) del mercader de armas Pierre Falcone en una cuenta suiza que no declar¨® al fisco.
Este ¨²ltimo, encarcelado desde hace dos meses y procesado por comercio il¨ªcito de armas, fraude fiscal, tr¨¢fico de influencias y desfalco, es el personaje central de lo que el diario Le Monde ha bautizado como el Angolagate. Lo que se investiga es un conjunto de venta de armas a Angola, entre 1993 y 1994, por valor de 633 millones de d¨®lares (115.000 millones de pesetas). Este individuo frecuentaba el Ministerio del Interior: bajo mayor¨ªas tanto de izquierda como de derecha, de 1989 a 1997, Falcone logr¨® instalarse como un importante interlocutor de la Sociedad Francesa de Exportaci¨®n de Materiales y Sistemas (Sofremi), una entidad p¨²blica vinculada al Ministerio del Interior, con la que hizo negocios. Los documentos de la sociedad de Falcone, requisados por los jueces, han descubierto una lista adicional de nombres de 300 personas o sociedades a las que el mercader de armas regaba con dinero en efectivo y regalos.
Tapados por el alud de nuevos asuntos, quedan ya muy atr¨¢s otros esc¨¢ndalos que sacudieron a Francia. El informe parlamentario de 1994 que denunci¨® graves pr¨¢cticas delictivas en el Cr¨¦dit Lyonnais nacionalizado, la entrada en tromba de la juez Eva Joly para registrar sus oficinas antes de que el asunto adquiriera dimensiones tan colosales que hasta 12 jueces terminaron ocup¨¢ndose de delitos econ¨®micos valorados en 3.000 millones de francos... y 'problemas de gesti¨®n' gigantescos que estuvieron a punto de llevar el banco a la quiebra.
Si el presidente Mitterrand logr¨® morirse rodeado de esc¨¢ndalos sin que ninguno de ellos le afectara personalmente, el actual jefe del Estado, Jacques Chirac, asediado por unos cuantos asuntos turbios originados cuando era alcalde de Par¨ªs y primer ministro de Francia, no ataca personalmente a ning¨²n juez: sencillamente, se envuelve en su manto de 'primer magistrado de Francia' para justificar que no piensa comparecer ante ninguno de ellos. Reclama la inmunidad. ?Estamos otra vez ante la disuasi¨®n de la destrucci¨®n mutua asegurada? ?Est¨¢n pillados todos los sectores pol¨ªticos, y por eso unos y otros se preguntan hasta cu¨¢ndo los jueces van a seguir sacando verg¨¹enzas en p¨²blico?
Los asuntos que rozan a Chirac tienen que ver con la financiaci¨®n de varios partidos pol¨ªticos. En uno de los casos, dos de derecha (Uni¨®n por la Rep¨²blica, RPR, y el Partido Republicano, PR) y uno de izquierda (Partido Socialista) organizaron presuntamente, a comienzos de los a?os noventa, un reparto del 2% de las cantidades de adjudicaci¨®n de obras de nuevas construcciones de centros de ense?anza media en la regi¨®n de Par¨ªs.
'Exist¨ªa un acuerdo para las obras de los institutos, y el presidente del RPR (Jacques Chirac en aquel tiempo) estaba informado del resultado de mi colecta', a fin de que 'pudiera dar las gracias a las empresas', seg¨²n declar¨® ante su juez instructor Louise-Yvonne Casetta, la persona encargada de esa recaudaci¨®n. Ex tesoreros de los dem¨¢s partidos afectados lo corroboraron.
Otro recaudador, Jean-Claude M¨¦ry, se neg¨® en vida a reconocer ante la justicia que exist¨ªa un sistema organizado de recolecta de fondos en beneficio de tres partidos pol¨ªticos, que se repart¨ªan las comisiones por adjudicaciones de reformas y construcciones de viviendas sociales en Par¨ªs. Lo que el recaudador ocult¨® al juez lo dej¨® grabado en un v¨ªdeo, cuyo contenido estall¨® en septiembre pasado, por el momento sin mayores efectos judiciales.
Una y otra operaciones de distribuci¨®n de fondos beneficiaron a los socialistas, hoy en el poder, pero fueron organizadas por el RPR. Primero, porque este partido gobernaba tanto el Consejo de la regi¨®n de Par¨ªs como el Ayuntamiento de la capital -Jacques Chirac era alcalde y primer ministro-. Y segundo, porque el sistema de recaudaciones ten¨ªa un mismo fusible: Michel Roussin, ex jefe de gabinete de Chirac, presuntamente situado en el centro del dispositivo. Roussin era un colaborador muy cercano a Chirac, y varios de los implicados han se?alado al Ayuntamiento parisino como el centro neur¨¢lgico de las operaciones.
En todo caso, el actual presidente de la Rep¨²blica se ha encargado de recordar, en su ¨²ltima entrevista televisada, que los asuntos que se comentan fueron anteriores a 1995, a?o en que se promulg¨® una nueva ley de financiaci¨®n de la pol¨ªtica. Esta norma ha alejado, al menos en teor¨ªa, la posibilidad de que tales pr¨¢cticas contin¨²en, al prohibir las donaciones empresariales a partidos pol¨ªticos.
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