Un pacto para Catalu?a
La semana pasada se acord¨® por unanimidad en el pleno del Parlament de Catalunya una moci¨®n que ha sido denominada period¨ªsticamente 'pacto antiterrorista catal¨¢n'. En dicha moci¨®n hay una condena inequ¨ªvoca y sin matices de la violencia como arma pol¨ªtica. En ella se dice textualmente: 'Todo objetivo pol¨ªtico puede propugnarse leg¨ªtimamente en democracia, pero su defensa no puede justificar nunca el uso o aceptaci¨®n de la violencia'. Hay, adem¨¢s, apelaciones 'al di¨¢logo y a la unidad de todas las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas', a la 'colaboraci¨®n entre todas las instituciones' y a la necesidad de 'potenciar la relaci¨®n entre los gobiernos'.
Ciertamente, no se va m¨¢s all¨¢ pero, en todo caso, el pacto me parece altamente positivo desde un punto de vista interno: ning¨²n partido parlamentario quiere que en Catalu?a se utilice ning¨²n tipo de violencia. No es algo nuevo, pero tras los dos ¨²ltimos meses, sobre todo despu¨¦s del asesinato de Ernest Lluch, hac¨ªa falta una declaraci¨®n institucional un¨¢nime de este tipo. Quiz¨¢ una mala interpretaci¨®n de ciertas actitudes pod¨ªa hacer pensar que un sector significativo de catalanes expresaba cierta comprensi¨®n hacia la actuaci¨®n de ETA. Ha quedado claro que no es as¨ª y que cualquier violencia no s¨®lo ser¨¢ objeto de condena un¨¢nime y sin paliativos, sino que Catalu?a no es ning¨²n 'eslab¨®n d¨¦bil' ni los terroristas encontrar¨¢n aqu¨ª el 'terreno abonado', como quiz¨¢ pod¨ªan sospechar algunos. El pacto antiterrorista catal¨¢n sirve, por tanto, para mostrar una vez m¨¢s que ning¨²n comando terrorista ser¨¢ ayudado, ni activa ni pasivamente, por fuerzas pol¨ªticas significativas de Catalu?a.
El pacto antiterrorista firmado en el Parlament por todas las fuerzas pol¨ªticas hac¨ªa falta para decirle a ETA que Catalu?a no es ning¨²n 'eslab¨®n d¨¦bil' de su estrategia. Se detiene ah¨ª, dando por leg¨ªtimos otros pactos que no merecen tal consideraci¨®n
Pero la posible eficacia del pacto catal¨¢n se queda voluntariamente ah¨ª. Su ¨²ltimo punto revela una expl¨ªcita neutralidad que encubre las discrepancias pol¨ªticas de los firmantes en torno a la pol¨ªtica vasca. As¨ª, acuerdan 'manifestar su reconocimiento de todos los acuerdos, esfuerzos e iniciativas pol¨ªticas y sociales hechas en todo el Estado [sic] para conseguir estos objetivos, sin perjuicio de la valoraci¨®n que de cada uno de ellos pueda hacerse'. Ah¨ª entramos en las diversas soluciones, todas leg¨ªtimas como hipot¨¦ticas v¨ªas para acabar con el terrorismo, pero no todas acertadas seg¨²n viene demostrando la realidad.
En los ¨²ltimos a?os, dos han sido los modelos pol¨ªticos que han intentado acabar con el terrorismo en Euskadi. En primer lugar, el pacto de Lizarra, que consiste b¨¢sicamente en agrupar a todas las fuerzas nacionalistas, sean democr¨¢ticas o no, con exclusi¨®n expresa de los partidos estatales y con el objetivo de dar pasos concretos hacia la independencia de Euskal Herria (incluidos, por tanto, Navarra y el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s) hasta llegar a conseguirla aunque sea por m¨¦todos alejados de la democracia. Ah¨ª, seg¨²n parece, acabar¨ªa la amenaza terrorista. La baza principal de este modelo estaba en que ETA dejaba temporalmente de matar, aunque no de auspiciar otras formas de violencia, como la llamada kale borroka. El cese de la tregua ofrecida por ETA ha puesto en crisis el modelo.
En segundo lugar, el pacto entre todos los partidos democr¨¢ticos, sean nacionalistas o no. El car¨¢cter democr¨¢tico de los partidos se mide por el rasero, obvio y m¨ªnimo, de que condenen expresamente el ejercicio de la violencia como arma pol¨ªtica. Es la filosof¨ªa del antiguo pacto de Ajuria Enea, vigente hasta la firma por el PNV del pacto de Lizarra. Esta filosof¨ªa es id¨¦ntica al actual pacto suscrito hoy entre el PP y PSOE, que ha a?adido a la misma una premisa ineludible y l¨®gica: quien est¨¢ en un pacto no puede estar en el otro ya que ambos se basan en unos presupuestos y unas finalidades distintas.
Confrontando ambos pactos, muchos ciudadanos no dudan en escoger el segundo, pero con una duda: ?servir¨¢ para algo?, ?o ser¨¢ una segunda edici¨®n del pacto de Ajuria Enea? A mi modo de ver, la filosof¨ªa del pacto PP-PSOE, desde un punto de vista democr¨¢tico, es la ¨²nica leg¨ªtima, pero su eficacia depende de un conjunto de circunstancias. En primer lugar, de la eficacia policial, hoy puesta en duda desde la misma Erzaintza. Este es un factor cuyo origen se encuentra en la actual pol¨ªtica del Gobierno vasco, prisionera de los acuerdos de Lizarra. En segundo lugar, y ello es decisivo, del necesario aislamiento intelectual, social y pol¨ªtico de la banda terrorista ETA y de su entorno m¨¢s inmediato.
Mientras a ETA se le justifique indirectamente diciendo que hay 'motivos pol¨ªticos' para su actuaci¨®n, que es expresi¨®n de un 'conflicto' no resuelto o que se confunda a 'los vascos' con los 'nacionalistas vascos', la banda terrorista se ir¨¢ renovando generaci¨®n tras generaci¨®n. Siempre habr¨¢ j¨®venes dispuestos a matar a los 'enemigos' en nombre de Euskal Herria aunque sea a costa de inmolarse ellos mismos en el siniestro altar de la Patria. Pero el principal peligro no est¨¢ en ellos, sino en los que les dan ¨¢nimos y cobertura moral, que los justifican pol¨ªticamente, que votan a los partidos que no les condenan. Los asesinos de ETA no son ¨²nicamente los muchachos del tiro en la nuca y del coche bomba, sino que tambi¨¦n hay que considerar asesinos a quienes los justifican ideol¨®gicamente.
S¨®lo podr¨¢ acabarse con ETA si queda reducida a una mera banda terrorista, como en la d¨¦cada de 1970 la Baader-Meinhoff en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia: sin ning¨²n apoyo ideol¨®gico, sin justificaci¨®n alguna de su existencia, con total aislamiento social. S¨®lo si la mayor¨ªa de la sociedad vasca les demuestra que 'est¨¢n solos' y que 'no tienen salida posible', puede acabar la violencia en Euskadi.
Tambi¨¦n por eso, el pacto catal¨¢n es importante: es una advertencia a posibles tentaciones aut¨®ctonas de que en Catalu?a el terrorismo no tiene salida posible y que cualquier grupo que pretenda utilizarlo se encontrar¨¢ en la m¨¢s absoluta soledad.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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