'Match-ball' en Barcelona
A estas horas los jugadores del Bar?a ya habr¨¢n calibrado la importancia del compromiso. No es dif¨ªcil imaginar a Guardiola saltando de un corrillo a otro para repetir hasta la extenuaci¨®n un ¨²nico mensaje: 'Nosotros s¨®lo podemos ganar si nos atenemos a nuestro propio estilo. Sin la pelota no somos nadie, compa?eros. Si no la tenemos, nos desesperamos. No hemos nacido para correr; hemos nacido para tocar. Como dice Jos¨¦ Mari Bakero, sin ella nos convertimos en un congreso de pollos sin cabeza'.
El hotel estar¨¢ atrapado en un campo magn¨¦tico. Mientras el laberinto de l¨ªneas de fuerza se apodera de salones, rellanos y pasillos, los chicos oir¨¢n el mismo inquietante zumbido que recorre las criptas y las alambradas. No ser¨¢ una misteriosa manifestaci¨®n energ¨¦tica, sino la m¨²sica arterial: el ruido de la sangre que sube por el cuello.
En el cuartel del equipo visitante, Jabo Irureta tratar¨¢ de descifrar los arcanos del equipo para adelantarse a los acontecimientos. ?Por d¨®nde respirar¨¢ hoy Djalminha? ?Se pondr¨¢ el uniforme de mago o el de buf¨®n? ?Y Fran? ?Tendr¨¢ bien ajustada su zurda telem¨¦trica? ?Har¨¢ buena pareja Mauro con Valer¨®n? ?Me caso con Diego Trist¨¢n o con Roy Makaay? Luego queda la cuesti¨®n: ?conviene armarse de paciencia y esperar al Bar?a en las trincheras o ir a buscarlo a su propia guarida? Pero ?en qu¨¦ locura estoy pensando? La disyuntiva es esperarlo atr¨¢s o esperarlo m¨¢s atr¨¢s.
A media tarde llegar¨¢ la plaga de tel¨¦fonos m¨®viles. Un jolgorio de timbrazos, sinton¨ªas y melopeas dar¨¢ paso a cientos de esas conversaciones triviales s¨®lo posibles en situaci¨®n de riesgo inminente. Tensos como paracaidistas en situaci¨®n de prevengan, los jugadores se reconocer¨¢n como aspirantes al t¨ªtulo, sabr¨¢n que les tenemos en observaci¨®n y comenzar¨¢n a bostezar como hipop¨®tamos.
Dos horas antes del partido, cuando Javo haya resuelto el ¨²ltimo jerogl¨ªfico, Pep conocer¨¢ con una exactitud infinitesimal la disposici¨®n de la plantilla; es decir, la oportuna combinaci¨®n de los estados de forma con los estados de ¨¢nimo. En un r¨¢pido vistazo har¨¢ el definitivo recuento de esas motas de polvo que, repartidas por la piel del equipo, terminar¨¢n decidiendo la Liga. Luego se ir¨¢ al estadio, se perder¨¢ en la marea verde, buscar¨¢ el centro de simetr¨ªa, disfrutar¨¢ indistintamente del dolor de huesos y del dolor de est¨®mago, interpretar¨¢ las maniobras con su acostumbrada sencillez y, caiga quien caiga, asimilar¨¢ las incidencias con el inequ¨ªvoco sentimiento de lo ya visto.
Pero, pens¨¢ndolo bien, qu¨¦ problema, Pep, qu¨¦ dilema, Jabo.
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