Los Chichos vuelven de punta en blanco con 'Ladr¨®n de amores'
Los Chichos no quieren entrar en las zonas de sombra de su biograf¨ªa. In¨²til evocar aquella entrevista en Interviu de 1991, donde hablaban de las virtudes de la coca¨ªna y de su buena relaci¨®n con algunos miembros del servicio antidrogas de la Guardia Civil. Ciertamente, no resulta agradable recordar el descenso a los abismos de Jero, antiguo cantante y compositor, que se suicid¨® en 1995 tras una frustrada intentona de triunfar en solitario. Jero ha sido inmortalizado por Estopa en El del medio de Los Chichos y ellos agradecen el detalle: 'Los dos hermanos de Estopa estaban en los premios Amigo, les ofrecieron saludar a U2 pero dijeron que prefer¨ªan estar con nosotros'.
'Todos los artistas grandes tienen respeto y admiraci¨®n por Los Chichos. Joaqu¨ªn Sabina era fan nuestro y nos produjo un disco en directo. Igual que Joan Manuel Serrat, con el que hicimos campa?a en favor del PSOE: ten¨ªamos el mismo arreglador, Ricardo Miralles. Serrat nos dejaba cerrar los actos, dec¨ªa que no hab¨ªa manera de actuar detr¨¢s de nosotros. Carlos Cano tambi¨¦n colabor¨® en discos nuestros. Nos llevamos muy bien con los rumberos catalanes, Peret o Los Amaya. Todo el mundo nos quiere'.
Los Chichos presumen ahora de sutileza y elegancia. Adi¨®s a las historias truculentas, con resultado de sangre y final en la c¨¢rcel. En vez de mujeres de la calle que rompen hogares, 'hablamos en Rosa deshojada de una perfecta maniqu¨ª que anda por la Gran V¨ªa de Madrid.'
Los Chichos han abandonado los suburbios y ahora suenan cosmopolitas: 'Hay orquestaciones muy caribe?as, el arreglista es Vicente Borland, un pianista paname?o que es un monstruo'. Tambi¨¦n tocan Jorge Pardo, Luis Dulzaides y muchos flamencos.
Los Chichos viven para el presente. Les cuesta retroceder a los primeros tiempos: 'Empezamos por las barras americanas de Salamanca, siempre hab¨ªa un se?orito que pillaba una, ah, una prostituta y se le calentaba el paladar, quer¨ªa que se montara una juerga a base de fandangos y buler¨ªas y all¨ª est¨¢bamos los gitanos. Con suerte, termin¨¢bamos con cinco mil pesetas. Luego, nos presentamos a Philips, por intercesi¨®n del padre de Paco de Luc¨ªa. Hicimos una prueba y nos ficharon en el momento. Fueron tiempos incre¨ªbles: en aquel estudio de avenida de Am¨¦rica nos turn¨¢bamos con Paco, con Camar¨®n. No ¨¦ramos conscientes pero en la m¨²sica espa?ola hay un antes y despu¨¦s de aquellos discos.'
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