El Alav¨¦s fue el menos modesto
La efectividad y el tes¨®n otorgan al conjunto de Man¨¦ un victoria casi definitiva
De pronto, los dos equipos revelaci¨®n de la Copa de la UEFA deciden al verse cara a cara retornar a la la realidad de la vida cotidiana. ?Temor a las virtudes ajenas?, ?temor a las carencias propias? ?distensi¨®n por cuesti¨®n de nacionalidad? Todo es posible. Los enfrentamientos europeos entre equipos del mismo pa¨ªs suelen estar marcados por el tacticismo en detrimento de la espontaneidad que exhiben cuando se enfrentan, desde la humildad, a lo desconocido. El Alav¨¦s, sin embargo, cambiando de marcha a medida que culminaba el partido, alcanz¨® la efectividad necesaria para consumar una victoria que puede resultar definitiva.
Por eso el partido entre los ilustres modestos de la UEFA naci¨® con un aire mortecino, agonizante, lento e invadido por la presi¨®n como ¨²nico argumento futbol¨ªstico. Sobraban faltas y faltaba ritmo. El Alav¨¦s, acostumbrado a presumir de delanteros, resulta que echaba en falta al jefe de distribuci¨®n. La baja, por sanci¨®n, de Desio condujo al Alav¨¦s a un cierto atolondramiento que embarullaba el juego. Sin una distribuci¨®n racional el reparto del bal¨®n se rige por el atasco.
Lo malo para el Rayo fue que se confi¨® al caos como pensamiento ¨²nico del partido, como si el primer remate al larguero de Azokitia, a los siete minutos, le hubiera robado el ¨¢nimo para siempre. Era un gol seguro, en la primera jugada a bal¨®n parado, que el centrocampista del Alav¨¦s, a pie cambiado, convirti¨® en un ejercicio de dificultad extrema.
El Rayo recul¨® en exceso, condenando a su ¨²nico delantero, Bolo, a la estepa solitaria y poco a poco fue aflojando la presi¨®n, permitiendo al Alav¨¦s reconstruir la hilaz¨®n del juego, con la paciencia que acostumbra, hasta adue?arse del bal¨®n y del partido. La aparici¨®n de Contra y de Geli por los cotados, fue un mal presagio para el Rayo. Ni Michel, ni Quevedo opon¨ªan resistencia alguna y los laterales del Alav¨¦s tomaron las riendas del juego.
Y lleg¨® el gol, fruto de la conjunci¨®n entre la inteligencia de Geli (por su taconazo al hueco) y el factor accidental de un rebote entre jugadores rayistas. El agujero defensivo del Rayo, en cualquier caso, fue descomunal. Tan extra?o como su desatino a bal¨®n parado.
De poco le sirvi¨® que Ballesteros dominase su pugna individual con Javi Moreno o que Bolo buscara alternativas entre los centrales alavesistas con m¨¢s pena que gloria. El partido lo tuvo en sus manos durante 45 minutos el Alav¨¦s, con m¨¢s tensi¨®n y voluntad que estrategia, con m¨¢s convicci¨®n que su arrugado oponente. Tanto que Juande Ramos decidi¨®, antes del descanso, sustituir a Quevedo por Glaucio y a poco del reinicio del partido, a Cembranos por Bolic. Visto que la ingenier¨ªa no funcionaba, apost¨® por la mano de obra. Gan¨® metros m¨¢s que ocasiones (apenas un disparo de Ballesteros) y, al menos igual¨® el reparto del bal¨®n y del dominio del juego.
La especulaci¨®n con el resultado estaba prohibida. Juande Ramos reacci¨®¨® al gol encajado con una recostrucci¨®n ofensiva del equipo; Man¨¦, respondi¨® con la misma moneda, dando entrada a Iv¨¢n Alonso (un talism¨¢n europeo) en detrimento del goleador Azkoitia.
La confusi¨®n afectaba al marcador. Ning¨²n equipo se acomodaba al resultado conveniente. El partido creci¨® al nivel de la emoci¨®n requerida.
Y en esto lleg¨® la tragedia rayista y el ¨¦xtasis del Alav¨¦s. A Juande Ramos se le rompi¨® el esquema al chocar Helder y Mingo, que acab¨® con el defensor en la enfermer¨ªa. Y en un minuto se rompi¨® el partido. Eggen caz¨® un c¨®rner y despu¨¦s Vucko un centro milim¨¦trico de Ibon Bogo?a.
El partido que hab¨ªa nacido gris acab¨® de forma espectacular: tres goles que resueven la eliminatoria, Helder con la cabeza vendada, a la vieja usanza, y Mendizorroza discutiendo sobre el pr¨®ximo rival. Demasiado castigo para un Rayo muy asustadizo; el justo m¨¦rito para la ambici¨®n de un Alav¨¦s que creci¨® a fuerza de convicci¨®n y de efectividad. Primera victoria del Alav¨¦s en su feudo en competici¨®n europea y a costa del Rayo. Ya se sabe que entre iguales, los partidos resultan raros.
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