Fabio capullo
En su corral italiano, Fabio Capello se ha subido al palo, se ha hinchado como el gallo de Mor¨®n y se ha marcado el quiquiriqu¨ª del a?o. 'El f¨²tbol espa?ol est¨¢ en boga gracias a Sacchi, a Ranieri y a m¨ª', ha dicho antes de alzarse el fald¨®n de la chaqueta en pleno pavoneo.
Cuando habla de Sacchi se refiere al hombre que dej¨® al Atl¨¦tico enfilado hacia Segunda; cuando habla de Ranieri se refiere al hombre que remat¨® al moribundo; cuando habla de s¨ª mismo se refiere al tipo que lleg¨® con la tarjeta de cr¨¦dito m¨¢s floja y la lista de peticiones m¨¢s larga que se recuerda.
-Quiero a Illgner, campe¨®n del mundo con Alemania; y a Panucci, lateral derecho del Milan; y a Roberto Carlos, lateral izquierdo del Inter; y a Secretario, lateral derecho del Oporto; y a Seedorff y Karembeu, la l¨ªnea media de la Sampdoria. Inmediatamente.
Le dieron casi todo lo que pidi¨®. Incluso le hicieron dos ilustres fichajes de propina: el de Mijatovic, reci¨¦n elegido mejor futbolista del a?o, y el de Suker, m¨¢ximo goleador del campeonato. Sin embargo tardar¨ªa muy poco en lanzar su primera soflama nihilista: diez minutos antes que Ranieri y diez despu¨¦s que Sacchi dijo que a ¨¦l la pelota le importaba una maldita lira.
Nadie se atrevi¨® a discutir sus dotes de capataz, tan cacareadas por su corte de papanatas, pero su ¨²nica aportaci¨®n al juego de ataque consisti¨® en exigir a Suker o Mijatovic que cayeran a una banda cada vez que el equipo recuperase el bal¨®n, y a sus reprimidos colegas que se dejasen de filigranas y lo enviasen all¨ª por el procedimiento de urgencia. Gracias a tan elaborado plan de maniobra el Madrid nunca consigui¨® dar tres pases seguidos. A cambio, Panucci se puso las botas y acab¨® con la pintura de todas las vallas publicitarias. En Navidades, el Bernab¨¦u empez¨® a sublevarse.
-Lo que tengo no da para m¨¢s- se excus¨®, en pleno ataque de paperas.
Pero tambi¨¦n ten¨ªa a Redondo, Hierro, Alkorta, Guti, V¨ªctor y Ra¨²l, as¨ª que antes de dejar tirado al Madrid gan¨® la Liga a rega?adientes. Luego, cuando el Milan le despidi¨® por bajo rendimiento, sinti¨® el olor de la S¨¦ptima y se dedic¨® a recorrer Espa?a para marcar el territorio. Ahora ha hecho su ¨²ltima exhibici¨®n; ha tonteado con el Bar?a para calentarle el talonario a la Roma, y esta misma semana se ha atribuido el invento de la p¨®lvora y del f¨²tbol espa?ol. La situaci¨®n es alarmante: en cuanto nos descuidemos se dirigir¨¢ al mundo para proclamarse descubridor del cerdo ib¨¦rico.
En previsi¨®n de tal cat¨¢strofe hay que cortarle el suministro de jam¨®n.
Si acaso, que siga ocup¨¢ndose del f¨²tbol de bellota.
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