Haider, la raz¨®n o mucha basura
Han ganado los socialdem¨®cratas hasta en lo que llamamos, se llama, el Patio de Carlos Marx. All¨¢, lejos del centro, en Floridsdorf. Era una gran fortaleza de sus tiempos, en los a?os veinte. All¨ª todos eran comunistas o socialistas entonces. Y era aquello una magn¨ªfica fortaleza urbana contra el fascismo emergente, el de Dollfuss o el posterior de Hitler.
Despu¨¦s, hace unos a?os llegaron los nacionalistas austriacos y la derecha inane, es decir un perfecto absurdo. Pero esta vez, el domingo, en el Patio Karl Marx, han ganado los bisnietos de Viktor Adler, los nietos de Bruno Kreisky, los hijos de una forma de hacer pol¨ªtica que tiene m¨¢s que ver con la intenci¨®n intelectual de combinar idea con subsistencia, de una forma de socialismo que intenta deshacerse de sus miserias pero reivindica su grandezas en el esp¨ªritu constructivo durante m¨¢s de un siglo. Tiene que ver con la miseria y la crueldad del fascismo insurrecto y mucho tambi¨¦n con la miseria intelectual que gente como Haider intenta inocular al pueblo.
Con m¨¢s de un 70% de los votos del Karl Marx-Hof, siete de cada diez habitantes del celeb¨¦rrimo patio, con sus nidos de ametralladora de la insurrecci¨®n obrera, repletos de gran ejemplo de la arquitectura social europea, han decidido volver a votar lo que han votado siempre, a los socialistas. ?Qu¨¦ pas¨® hace unos a?os cuando el cintur¨®n rojo de Viena votaba a los liberales xen¨®fobos, votaba a los fascistas? ?C¨®mo pueden los vieneses que tanto saben y han visto, votar a quienes desprecian al pr¨®jimo?
Viena vuelve a ser roja, rotundamente roja, esencialmente roja, sin saberlo, pero haciendo como siempre un gran favor a este peque?o pa¨ªs que es mucho mejor de lo que muchos dicen y mucho m¨¢s civilizado de lo que creen algunos, dentro y fuera, con las piezas imaginarias rid¨ªculas y de caricatura que se suelen hacer. Su cintur¨®n rojo de siempre le ha dado, ahora una vez m¨¢s, la mayor¨ªa absoluta a quienes tienen mucho que enmendar pero parten de la gracia de las ideas bellas. Kreisky pod¨ªa ser un jud¨ªo antisemita, pero era un estadista que abarcaba la suerte de nuestras vidas con grandezas y miserias.
La fiebre parda ha pasado de momento. Retornar¨¢ o lo intentar¨¢ hacer, pero de momento ha perdido. Haider ha sido todo lo repugnantemente antisemita que ha podido en esta campa?a -no le ha servido-, ha insultado a todos y cada uno de los jud¨ªos que ha encontrado y sin embargo ha perdido m¨¢s de la cuarta parte de sus votos en Viena.
Viena ha sido una capital del antisemitismo bajo su alcalde Lueger hace muchas d¨¦cadas y tambi¨¦n despu¨¦s. Pero esa gran ciudad europea que es Viena tambi¨¦n es, pese a la cobard¨ªa de gobernantes cristianodem¨®cratas y liberales, una ciudad de la m¨¢s amplia cultura. Sabe detestar al detestable. Karl Kraus lo demostr¨® y describi¨®. Viena es m¨¢s la gran Europa que la miseria rural y antisemita, el folklorismo canalla, nuevo rico y subagrario de J?rg Haider. Viena ha vuelto a demostrar que puede ser lo mejor aunque tambien lo peor como urbe. El fascismo y el racismo siempre se equivocan de plaza. A medio plazo seguro. Siempre que haya quienes les hagan frente. Seguro, querido lehendakari.
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