El reba?o
Hace un a?o, cuando alguien se atrev¨ªa a expresar sus dudas sobre el futuro de la econom¨ªa americana, era fulminado inmediatamente por la mayor¨ªa de los analistas. Se nos dec¨ªa que, gracias a las nuevas tecnolog¨ªas, la econom¨ªa americana hab¨ªa entrado en un nuevo mundo, el de la nueva econom¨ªa, en el que hab¨ªan desaparecido los ciclos. Aunque ya algunas bolsas hab¨ªan empezado a caer, los cuatro mayores bancos de inversi¨®n del mundo, s¨®lo hac¨ªan recomendaciones de venta para el 5% de los valores. Para el 95% de los valores, recomendaban mantener o comprar. S¨®lo unos pocos y raros economistas no compart¨ªan ese optimismo.
Mucha gente ha perdido mucho dinero por seguir las recomendaciones de la mayor¨ªa de los expertos y se pregunta por qu¨¦ la mayor¨ªa se ha equivocado tan estrepitosamente. Una primera respuesta podr¨ªa ser que era dif¨ªcil de prever lo sucedido. Pero no es cierto, la econom¨ªa americana estaba mostrando ya muchos signos de la necesidad de un ajuste. Su espectacular y creciente d¨¦ficit comercial, la ca¨ªda en la tasa de ahorro de las familias hasta llegar a niveles negativos, un d¨®lar sobrevaluado que permit¨ªa que la expansi¨®n de la demanda interna no se reflejara en la inflaci¨®n, o los indicadores de crecimiento de costes por encima de los precios eran algunos de los signos que mostraban que los desequilibrios de la econom¨ªa americana eran insostenibles.
Despreciando estos signos, la mayor¨ªa de los analistas se resist¨ªa a aplicar la sabidur¨ªa acumulada a lo largo de muchos a?os y respond¨ªa que, esta vez, las cosas hab¨ªan cambiado. En cuanto a la valoraci¨®n de las empresas, idearon sistemas novedosos y propon¨ªan tirar a la basura los m¨¦todos tradicionales de valoraci¨®n. Si se hubieran utilizado los m¨¦todos tradicionales, hab¨ªa que haber recomendado no comprar y, como se quer¨ªa transmitir optimismo, se opt¨® por descalificarlos. ?Por qu¨¦ la mayor¨ªa no se comport¨® con prudencia, siguiendo la experiencia del pasado, y , en cambio, se predic¨® el optimismo sobre la evoluci¨®n econ¨®mica y se recomend¨® seguir comprando?
Una explicaci¨®n es que las predicciones optimistas y las recomendaciones de compra no eran desinteresadas. Las instituciones financieras que operan en el mercado ganan m¨¢s dinero cuando hay m¨¢s compras que cuando las transacciones decaen. Adem¨¢s, muchas de esas instituciones ganan dinero (comisiones) participando en las salidas a Bolsa o en la emisi¨®n de bonos de sus clientes y si dijeran que las perspectivas de estas empresas no son buenas dejar¨ªan inmediatamente de ser sus clientes.
Pero ?por qu¨¦ los Gobiernos, que no obtienen comisiones por operaciones financieras, eran tambi¨¦n optimistas? O ?por qu¨¦ instituciones como el FMI no predijeron ni siquiera un aterrizaje suave? La explicaci¨®n, en estos casos, es que los Gobiernos e instituciones internacionales no quieren ser acusados de perjudicar las expectativas de los agentes econ¨®micos y, por tanto, de ser culpables de los problemas.
?Se imagina alguien que el FMI se hubiera atrevido hace un a?o a predecir que el crecimiento de la econom¨ªa americana se derrumbar¨ªa desde un 7% a un 1% en tres trimestres? Esto es lo que efectivamente ha pasado, pero, si el Fondo lo hubiera anunciado la pasada primavera, habr¨ªa sido acusado de haber precipitado el final del ciclo de crecimiento.
Las explicaciones anteriores sirven, pero la mejor explicaci¨®n de esta actitud de confiar m¨¢s en lo que hacen los dem¨¢s que en la teor¨ªa y la experiencia acumuladas, es la de que las personas, sean analistas o inversores, no deciden racionalmente, sino que se comportan como borregos, como formando parte de un reba?o. Los economistas expertos en analizar las conductas econ¨®micas irracionales -y este a?o se ha dado el Premio Nobel a uno de ellos- explican este comportamiento de manada porque las consecuencias de equivocarse en soledad son peores que las de equivocarse en compa?¨ªa de la mayor¨ªa.
El analista que, hace un a?o, hubiera recomendado vender, estar¨ªa ahora en la calle si la Bolsa hubiera subido como dec¨ªan todos, mientras que, habi¨¦ndose hundido la Bolsa en contra de las previsiones de la mayor¨ªa, todos los analistas que se equivocaron en sus predicciones siguen todav¨ªa en sus puestos de trabajo, porque no se equivocaron solos.
Despu¨¦s de todo, no parece tan irracional esto de seguir al reba?o.
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