La fascinante leyenda del marat¨®n
Los estudios cient¨ªficos concluyen que el ejecicio extenuante no da?a al coraz¨®n
Cuenta un poeta ingl¨¦s que al primer maratoniano de la historia, un soldado griego llamado Fil¨ªppedes, se le par¨® el coraz¨®n poco despu¨¦s de correr, con armadura y todo, los 40 kil¨®metros que separan las ciudades de Marat¨®n y Atenas. Instantes despu¨¦s de informar a la capital griega de la derrota sobre los persas, quiz¨¢s sufriera lo que hoy se conoce como muerte s¨²bita card¨ªaca. Es-te halo de leyenda que ha rodeado siempre a esta prueba es lo que ha fascinado a tantos cient¨ªficos.
Ya en la Grecia antigua Galeno afirmaba que el coraz¨®n de los atletas se desgastaba en exceso. Y a principios del siglo pasado, en 1909, un m¨¦dico opinaba as¨ª en el New York Times sobre la naciente prueba de marat¨®n: '(...) s¨®lo los superdotados pueden acabar esta prueba, y a¨²n a riesgo de debilitar su coraz¨®n y de acortar su vida'.
Sin embargo, todo pareci¨® cambiar a mediados de los sesenta, con el famoso boom de los maratones populares en el mundo occidental. Un considerable n¨²mero de estudios m¨¦dicos mostraba al mismo tiempo los efectos saludables del ejercicio de resistencia en el coraz¨®n de personas sanas e incluso... ?en el de personas con enfermedades cardiovasculares! Hasta un prestigioso m¨¦dico, Bassler, lleg¨® a afirmar que el marat¨®n ser¨ªa la mejor vacuna posible contra los infartos. En los ¨²ltimos a?os se cuentan por miles (m¨¢s de 100.000 al a?o en los Estados Unidos) los que se atreven con el marat¨®n. Tanto es as¨ª que se dir¨ªa que ha llegado a perder su car¨¢cter legendario e inaccesible...
Si no fuera por la temida muerte s¨²bita. El surafricano Tim Noakes, el mayor estudioso de esta prueba -y a la vez empedernido practicante de la misma- describi¨®, hace ya 30 a?os, los primeros dos casos de muerte s¨²bita cardiaca en maratonianos. As¨ª sabemos que Bassler no ten¨ªa raz¨®n: los maratonianos, sea cual sea su nivel, no est¨¢n completamente inmunizados frente a patolog¨ªas cardiacas. Tambi¨¦n sabemos que existe la posibilidad, aunque peque?a, de padecer muerte s¨²bita durante el ejercicio. Sobre todo en aquellos que sufren enfermedades como la miocardiopat¨ªa hipertr¨®fica (los atletas m¨¢s j¨®venes) o coronariopat¨ªas (los m¨¢s mayores).
En los 90, Rowe fue m¨¢s lejos que ninguno: lleg¨® a formular una hip¨®tesis seg¨²n la cual el m¨²sculo cardiaco (miocardio) sufrir¨ªa episodios repetidos de isquemia (falta de riego sangu¨ªneo). Algo as¨ª como 'microinfartos' repetidos, uno por cada marat¨®n, pongamos por caso, que a lo largo de los a?os tendr¨ªan los mismos efectos devastadores que un infarto en toda la regla. Pero hoy sabemos que no es as¨ª: el miocardio sano no sufre episodios de isquemia durante el ejercicio, por muy intenso y duradero que ¨¦ste sea. De ser as¨ª, en la sangre de los deportistas aparecer¨ªa enseguida una prote¨ªna, la troponina I, que se escapa de las c¨¦lulas card¨ªacas muertas. Y no lo hace ni siquiera durante uno de los mayores desaf¨ªos: las prueba ciclistas por etapas. Ser¨ªa il¨®gico que un mecanismo tan inteligente como es el cuerpo humano permita que un coraz¨®n sano sufra falta de riego cuando m¨¢s lo necesita: en pleno ejercicio f¨ªsico. Y en aquellas circunstancias m¨¢s desfavorables para el coraz¨®n, por ejemplo en la cima del Everest o en casos de fatiga cr¨®nica o sobreentrenamiento, el sistema neuro-hormonal encargado de hacerle trabajar a su m¨¢xima capacidad, el llamado sistema simp¨¢tico, s¨®lo funciona a medio gas.
Un ejercicio extenuante, como el marat¨®n, no da?a al coraz¨®n. En todo caso, lo fatiga. Y tras unas horas de descanso, problema resuelto. En los casos de muerte s¨²bita durante el ejercicio, casi siempre hay que sospechar alguna patolog¨ªa previa que a veces no es f¨¢cil diagnosticar en estudios m¨¦dicos rutinarios.
Alejandro Luc¨ªa es fisi¨®logo de la UEM.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.