Inglaterra, ante la gran fosa
La crisis de la fiebre aftosa vista desde el lugar donde ser¨¢n enterrados medio mill¨®n de animales
El mayor Guy Richardson llega a las ocho de la ma?ana del mi¨¦rcoles al viejo aer¨®dromo de Great Orton, en las proximidades de Carlisle (70.000 habitantes), capital del condado de Cumbria. Por el camino se ha cruzado con una expedici¨®n de lo que en la prensa local se ha bautizado como terminators, un equipo de hombres vestidos de blanco, ataviados con una especie de metralletas, que no son sino grandes pulverizadores, con los que patrullan por toda la comarca. Los terminators son lo ¨²ltimo que uno esperar¨ªa encontrar en un paisaje que ha seducido a los mejores poetas del romanticismo ingl¨¦s, uno de los grandes orgullos nacionales, con sus lagos, su hierba, su nieve como pintada al fondo y catedrales del siglo XIII. Ahora, ese paisaje id¨ªlico aparece moteado por grandes piras de humo, miles de animales quemados por todas partes que desprenden un olor a cuerno quemado.
El mayor sale del coche y se cepilla las botas de militar, en medio del barro. Se las lustra no para desinfectarlas, no porque se encuentre frente a la mayor fosa de animales jam¨¢s imaginable, destinada a albergar para siempre los cad¨¢veres de 500.000 ovejas, una de esas im¨¢genes que todos los medios del mundo reproducir¨¢n el 31 de diciembre como resumen del a?o. Se limpia las botas porque le esperan dos c¨¢maras de televisi¨®n. Una de ellas lo sube en una gr¨²a, a 30 metros sobre el nivel del suelo, y con la imagen de los camiones trabajando d¨ªa y noche all¨ª abajo, el mayor comienza su relato. 'En dos d¨ªas hemos coordinado el entierro de 30.000 ovejas. Les aseguro que no es algo f¨¢cil. Muchos de nosotros hemos estado en lugares como Bosnia y Sierra Leona. Sabemos de qu¨¦ hablamos cuando decimos log¨ªstica. Ahora, nos encargamos de que transportistas, matarifes, veterinarios y agricultores funcionen al un¨ªsono. Y creo que vamos obteniendo resultados'.
?sa es su opini¨®n. Escuchemos ahora la del carnicero James Mullholands, que vive a cinco minutos en coche de donde se hallan las fosas: '?Sabe lo que hacen los soldados? Lo mismo que usted. Tomar notas en un papel. No se les ve nunca manchados de barro'. Mullholands tiene un amigo que lleva una semana con las ovejas muertas en su finca, sin nadie que vaya a recogerlas. '?Cree que ¨¦sa es la forma de parar una epidemia?'.
El carnicero expresa con claridad algo que ir¨¢n repitiendo despu¨¦s cada uno de los agricultores consultados por este peri¨®dico: 'Tony Blair tendr¨ªa que declarar esta crisis desastre nacional. Pero no lo va a hacer porque el 3 de mayo est¨¢n programadas las elecciones generales. Y no quiere que le afecte. Blair no entiende a la gente del campo, nunca le ha interesado el campo'.
Entender el campo significa saber, por ejemplo, que las miles de ovejas con que se est¨¢ llenando esa fosa no son cualquier clase de ovejas. Pertenecen a la especie Herdwick y vienen pastando en los mismos prados desde varias generaciones. El abuelo del padre de cualquier granjero de hoy las educ¨® en el arte de pastar sin robarle la hierba al vecino. La mayor¨ªa de los terrenos no est¨¢n vallados. Pero cada una de ellas sabe d¨®nde empieza y termina su territorio, cada una es portadora de ciertos conocimientos jur¨ªdicos no escritos en ning¨²n sitio. No necesitan pastores, ni perros gu¨ªa. Pero es precisamente esa capacidad para deambular de un lado a otro volviendo siempre a sus terrenos lo que ha contribuido a expandir tan r¨¢pidamente la glosopeda.
Ahora, las carreteras de la zona est¨¢n llenas de alfombras desinfectantes. En las puertas de los comercios, de los hoteles, de las casas, hay palanganas para mojarse las suelas de los zapatos. Sin embargo, a pesar de tantas precauciones, la sensaci¨®n de peligro no cesa. El enemigo es invisible y el viento es su aliado. Muchos de los granjeros afectados por el virus tienen prohibido salir de casa para no expandir la fiebre. Y los que est¨¢n a salvo, se imponen a s¨ª mismos no salir. Cada uno vigila las idas y venidas de su vecino, no sea que vaya a traer la ruina a la zona.
El granjero Joe Bennet hab¨ªa concertado una entrevista con EL PA?S en su finca, a salvo por el momento, de la fiebre. Cuando se enter¨® de que hab¨ªamos estado frente a la fosa, y a pesar de que el coche y los zapatos pod¨ªan desinfectarse en una de las muchas alfombras tendidas en las carreteras de la comarca, Bennet se neg¨® a recibirnos. 'Si me ven con ustedes y al poco tiempo llega la glosopeda a esta zona, me echan del pueblo'.
Tom Borman, sin embargo, se muestra confiado. Sus 1.800 ovejas y los 3.000 terneros son los ¨²nicos del pueblo no afectados. ?Por qu¨¦ sus vecinos s¨ª y ¨¦l no? 'Porque cort¨¦ desde el primer d¨ªa la carretera que pasaba cerca de mis terrenos. Y porque no he salido en todo este tiempo nada m¨¢s que a por el peri¨®dico. Mi esposa, en ocho semanas, ha salido siete veces, y cinco de ellas eran para ir al hospital. Y sobre todo porque he tenido mucha suerte. Aqu¨ª han ca¨ªdo lo mismo ricos que pobres'.
A pesar de que el Gobierno parece estar poniendo ahora toda la carne en el asador -y nunca mejor dicho-, cada d¨ªa surgen nuevos brotes de contaminaci¨®n. El viernes se descubrieron 50 en el pa¨ªs. Y el d¨ªa anterior, 15 brotes en la comarca de Cumbria. 'La gente tiene dos opciones', explica el periodista Phil Coleman, del diario News&Star, en Carlisle: 'O creer a Tony Blair o lo que ven y huelen ellos mismos a su alrededor. Yo he visto granjeros como robles moquear igual que ni?os, estoy viendo cada d¨ªa m¨¢s y m¨¢s casos. Y que el turismo rural se ha venido abajo. ?Me va a decir Blair que todo est¨¢ bajo control?'.
Los datos clave
Basta poner uno detr¨¢s de otro ciertos datos que cualquiera de los granjeros afectados en la comarca de Cumbria se conoce de memoria, para hacerse una idea de c¨®mo ha ido manejando el Gobierno laborista la crisis de la fiebre aftosa desde que el 19 de febrero se descubriese el primer brote de glosopeda en el pa¨ªs: -Tiempo que el ministerio de Agricultura aconseja para retirar los cad¨¢vares de los animales sacrificados en las granjas: 24 horas. Media de d¨ªas que se ha estado empleando en retirar los cad¨¢veres en Cumbria: cuatro. -N¨²mero de d¨ªas transcurridos antes de que ninguna autoridad de Londres vistara Cumbria: 18. -Fecha en la que se reclama por primera vez la intervenci¨®n del ej¨¦rcito: 5 de marzo. -Fecha en que el ej¨¦rcito empez¨® a trabajar: 13 de marzo. -N¨²mero de veces en que el ministro de Agricultura, Nick Brown, ha admitido que la epidemia est¨¢ fuera de control: ninguna.
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