San Jer¨®nimo el Real, templo herido
Grietas en los muros, pin¨¢culos erosionados y mojones arenizados a un paso del claustro en desmontaje
'Mire all¨ª'. '?Ad¨®nde?' 'De los dos pin¨¢culos m¨¢s altos del p¨®rtico de la iglesia, el de la derecha. ?Qu¨¦ ve?' 'Veo una grieta de unos siete u ocho metros de longitud'. 'S¨ª, ?verdad?, pues arriba tiene casi un palmo de anchura'. '?En serio?' 'S¨ª. Y a¨²n hay otra m¨¢s a la vuelta del mismo pin¨¢culo'. '?No ser¨¢ por las obras de desmontaje del claustro?' 'No, la parte superior de la hendidura lleva as¨ª tiempo, incluso por dentro hay unas grapas de hierro para contenerla... Aunque con esa gr¨²a tan enorme detr¨¢s y con todos esos movimientos de piedras para desmontar el claustro tan encima, la grieta se hace cada d¨ªa m¨¢s inquietante...'
El di¨¢logo se desarrolla entre un vecino del barrio de los Jer¨®nimos y un visitante de Extremadura, bajo la fachada oeste que da entrada al templo de San Jer¨®nimo el Real, monumento nacional desde 1925. Se alza entre las calles de Ruiz de Alarc¨®n, Moreto, Academia y Casado del Alisal, en un talud ajardinado sobre el Museo del Prado.
Las hendiduras en la cornisa de la fachada oeste tajan la escena del nacimiento de Cristo
El recinto est¨¢ dotado de un bello claustro renacentista atribuido a fray Lorenzo de San Nicol¨¢s, el mejor tratadista de arquitectura espa?ola del siglo XVII. El claustro se halla hoy en fase de desmontaje para ampliar a su costa el ¨¢rea de servicios del cercano museo. Fue en San Jer¨®nimo donde se reunieron en 1510 las Cortes de Castilla por primera vez. A partir de 1528, en su lar juraron los herederos de la corona. Desde aquel siglo, numerosos monarcas se recluyeron en las estancias monacales, integradas una centuria despu¨¦s dentro del Buen Retiro, conjunto palaciego mandado edificar por el conde duque de Olivares para el solaz de su valedor, Felipe IV.
Templo y claustro coronan uno de los promontorios m¨¢s singulares de Madrid. Nicol¨¢s Pascual y Colomer fue el arquitecto que, en 1848, tras la devastaci¨®n sufrida cuatro d¨¦cadas antes por San Jer¨®nimo a causa de la ocupaci¨®n militar francesa en la guerra de la Independencia, irgui¨® las dos torres-campanario de su ¨¢bside. El conjunto dialogar¨¢ visualmente con el palacio de las Cortes, obra asimismo de Pascual y Colomer, sobre la carrera de San Jer¨®nimo, que resalta su car¨¢cter de cuna del primer Parlamento de la ciudad.
Hoy, de la veintena de pin¨¢culos neog¨®ticos que rematan la coronaci¨®n del templo, no queda uno solo entero para hacerse una idea de c¨®mo fueron realmente. Su aspecto resulta preocupante: la caliza en la que fueron construidos se desmenuza en fina arenisca con un mero resoplido. Recorrer con la mirada el aspecto exterior del templo es una sucesi¨®n de sorpresas: en la misma fachada oeste, en la cornisa del p¨®rtico en arco carpanel, hay hendiduras por doquier que tajan la escena del nacimiento de Cristo; aleros y tejadillos han desaparecido, de manera que las molduras g¨®ticas, descubiertas y erosionadas, han terminado por vencerse; las cinco g¨¢rgolas del ala norte de la iglesia, que en su d¨ªa mostraban los rostros de grifos y otros animales mitol¨®gicos, exhiben sus fauces completamente desdibujadas, en verdad horrorosas, por las cuales asoman descarnados el zinc y el hierro oxidados de sus ca?os. Los mojones de caliza de Colmenar que jalonan el per¨ªmetro de la iglesia por sus cuatro lados est¨¢n tan desgastados, sobre todo los 16 de su fachada norte, que han perdido por completo su perfil y su pulpa se halla totalmente arenizada, al pairo de la menor corriente de viento para abatirse sobre las calles de la Academia y de Casado del Alisal.
Hay all¨ª un constante trasiego de turistas que se adentran en el templo en sus recorridos por los aleda?os de la gran pinacoteca del Prado, en cuya expansi¨®n se encuentra la causa del desmontaje claustral, iniciado el pasado 21 de febrero. Los residentes del barrio integrados en la asociaci¨®n de vecinos se manifiestan cada lunes en la Puerta del Sol para protestar contra estas obras, ahora acompa?adas por un ir y venir de camiones con los sillares desmontados de sus arcadas. Parte del interior subterr¨¢neo de la ruta que los camiones siguen est¨¢ apuntalado. No hay g¨¢libo. Otra preocupaci¨®n m¨¢s.
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