La polic¨ªa de Quebec levanta un muro de tres metros frente a las protestas antiglobalizaci¨®n
Las autoridades canadienses vac¨ªan una prisi¨®n entera para internar a los posibles detenidos
Jean-Paul l'Allier, alcalde de Quebec, expres¨® ayer su inquietud por la mala imagen internacional que pueden dar de su ciudad el tremendo despliegue policial, las manifestaciones callejeras de protesta y los posibles enfrentamientos violentos vinculados con la celebraci¨®n de la III Cumbre de las Am¨¦ricas. 'Quebec no es as¨ª', repet¨ªa el alcalde, para el que esta cumbre de 34 jefes de Estado y de Gobierno ha terminado por convertirse en un quebradero de cabeza en vez de en una magn¨ªfica ocasi¨®n de promocionar la encantadora capital del Canad¨¢ franc¨®fono.
La culpa la tiene la consistencia que va tomando el movimiento internacional contra la mundializaci¨®n. Jos¨¦ Bov¨¦, el activista franc¨¦s condenado por un c¨¦lebre ataque contra un McDonald's, estaba ayer en Quebec, pero promet¨ªa ser buen chico y no encabezar protestas violentas. Los organismos de seguridad estadounidenses hab¨ªan vetado la presencia de Bov¨¦ en la ciudad, pero las autoridades canadienses, por aquello de mantener el delicado equilibrio entre los componentes anglosaj¨®n y franc¨¦s del pa¨ªs, decidieron al final concederle visado.
Mientras iban aterrizando los l¨ªderes del continente americano, las cadenas de televisi¨®n llenaban sus informativos con entrevistas de Bov¨¦ y otros enemigos de la globalizaci¨®n de todo tipo de nacionalidades: canadiense, estadounidense, latinoamericanas, europeas. 'El libre comercio dejar¨¢ a este continente en manos de las multinacionales, a las que se la suda la democracia, los derechos laborales y el medio ambiente', declar¨® Bernard Pollack, un estudiante universitario de Washington de 20 a?os de edad, que se hab¨ªa desplazado expresamente a Quebec para protestar contra los planes de crear en las Am¨¦ricas la mayor zona de libre comercio del planeta, de 800 millones de almas y 11 billones de d¨®lares de renta.
La sombra de la revuelta de Seattle, en diciembre de 1999, planeaba sobre la joya americana de la francofon¨ªa. En aquella ocasi¨®n, decenas de miles de manifestantes lograron bloquear el comienzo de la cumbre de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC). Los movimientos de protesta se extendieron luego a las cumbres del FMI y el Banco Mundial en Washington y Praga. De un modo para el que los soci¨®logos buscan explicaci¨®n, naci¨® en Seattle el primer gran movimiento de contestaci¨®n del siglo XXI.
Para evitar la repetici¨®n del fiasco de la cumbre de la OMC, las autoridades de Quebec han levantado un muro de cemento y alambre, de tres metros de altura y cuatro kil¨®metros de largo, en torno a la sede del encuentro. La barrera ha sido bautizada como 'muro de la verg¨¹enza' por personajes como el franc¨¦s Bov¨¦ y la corriente anarquista estadounidense Black Bloc. A ellos, y a cualquier otro manifestante que pueda ser detenido entre hoy y el domingo, clausura del encuentro, les espera una prisi¨®n local que ha sido vaciada de sus 600 ocupantes habituales. Y los opositores que ayer se congregaban en la ciudad y comenzaban a manifestarse ten¨ªan enfrente a 6.700 polic¨ªas antidisturbios.
Una vez m¨¢s, un nutrido grupo de l¨ªderes internacionales se re¨²ne para predicar las virtudes que el libre comercio tiene para sus pueblos, pero lo hace en un ambiente de fortaleza medieval, rodeado por miles de personas que los ponen a caldo. Como en Seattle, las protestas de Quebec re¨²nen a una variopinta coalici¨®n de sensibilidades e intereses. Hay desde agricultores europeos que denuncian los productos transg¨¦nicos estadounidenses hasta universitarios estadounidenses que protestan por la caza japonesa de ballenas, pasando por sindicalistas que defienden que las industrias se queden en los pa¨ªses ricos y defensores de los derechos humanos que claman contra la explotaci¨®n de los ni?os en las f¨¢bricas del Tercer Mundo.
En cambio, la protesta contra la mundializaci¨®n se comunica y organiza usando los mismos instrumentos de alta tecnolog¨ªa con que las grandes corporaciones trabajan desde Shanghai a Mosc¨², pasando por Santiago de Chile, Nueva York, Londres, Par¨ªs, Barcelona y Francfort. Aunque unos van vestidos con trajes neohippies y otros con monos de obrero, los manifestantes concentrados en Quebec tambi¨¦n tienen en com¨²n el uso a fondo de los tel¨¦fonos m¨®viles y la mensajer¨ªa por Internet, tanto en ordenadores de mesa como en instrumentos inal¨¢mbricos. Esos ¨²tiles les dan la capacidad de movilizarse de modo r¨¢pido.
La polic¨ªa de Quebec detuvo el jueves a siete personas que hasta dispon¨ªan de bombas de humo y granadas aturdidoras.
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