Bush promete conseguir este a?o autorizaci¨®n del Congreso para negociar el libre comercio
Los dirigentes de Am¨¦rica Latina esperan que EE UU pase de las palabras a los hechos
La delegaci¨®n estadounidense hac¨ªa hincapi¨¦ adem¨¢s en otra idea. 'Bush', dijo Robert Zoellick, representante de EE UU, 'es el presidente m¨¢s interesado en los asuntos americanos desde Kennedy. Latinoam¨¦rica no debe desperdiciar esta oportunidad'. Hace unos d¨ªas, en una conversaci¨®n con EL PA?S, John Maisto, encargado de Am¨¦rica Latina en el Consejo Nacional de Seguridad, dijo: 'Los pa¨ªses americanos de habla espa?ola y portuguesa tienen una ocasi¨®n hist¨®rica con Bush. Este presidente est¨¢ verdaderamente apasionado por la pol¨ªtica del buen vecino y sue?a con hacer del libre comercio el veh¨ªculo de integraci¨®n del continente'. Con la voluntad de comprobarlo participan en la III Cumbre de las Am¨¦ricas otros 33 jefes de Estado y de Gobierno del continente, todos menos Fidel Castro. Pero muchos de ellos tambi¨¦n aterrizaron en Quebec bastante escaldados por seis a?os de promesas norteamericanas incumplidas.
La idea es crear desde Alaska a Tierra de Fuego una zona donde circulen libremente capitales y mercanc¨ªas. El ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA) ser¨ªa un mercado com¨²n de 800 millones de almas y 11 billones de d¨®lares de producto interior bruto. El proyecto tiene una clara impronta anglosajona. No pretende crear ning¨²n tipo de integraci¨®n pol¨ªtica, social, humana o institucional como la realidad en marcha de la Uni¨®n Europea. Se trata tan s¨®lo de eliminar barreras arancelarias y trabas burocr¨¢ticas al intercambio de inversiones y productos. Pero eso es lo que ya tienen M¨¦xico, EE UU y Canad¨¢ con el Tratado de Libre Comercio (TLC o NAFTA en sus siglas inglesas), y se ha traducido en el s¨®lido crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs azteca, y tambi¨¦n, seg¨²n el an¨¢lisis de Washington, en el final de la hegemon¨ªa del PRI y la alternancia democr¨¢tica que encarna Vicente Fox.
La m¨²sica suena bien a o¨ªdos de dirigentes pol¨ªticos y econ¨®micos latinoamericanos. Ganar acceso al mercado estadounidense, el m¨¢s consumidor del mundo, es importante para cualquiera. El problema es que la m¨²sica no es nueva. Ya son¨® en la I Cumbre de las Am¨¦ricas, en 1994, bajo la presidencia de Bill Clinton. Pero las promesas de un mercado com¨²n continental de Clinton no prosperaron en los seis a?os que sigui¨® en la Casa Blanca.
Clinton no pudo avanzar porque el Congreso de EE UU le neg¨® ese mismo a?o el privilegio de negociar acuerdos por la v¨ªa r¨¢pida (fast track), del que hab¨ªan disfrutado todos sus predecesores desde Richard Nixon. Y fueron los suyos, los legisladores dem¨®cratas m¨¢s pr¨®ximos a los sindicatos y los ecologistas, los que ataron sus manos. As¨ª que Clinton se fue desentendiendo de la idea, y la revuelta de Seattle, en la cumbre de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio de 1999, termin¨® por quitarle las pocas ganas que le quedaban.
El panamericanismo de Bush es sincero, como se?al¨® el viernes The New York Times en su editorial. Lo predic¨® durante su batalla por la Casa Blanca, sin que nadie pueda acusarle de electoralismo, porque este tema vende bien poco entre los votantes. A¨²n m¨¢s, como demuestran las manifestaciones callejeras de Quebec, la globalizaci¨®n se enfrenta a una protesta activa y bien organizada y despierta poco entusiasmo entre las opiniones p¨²blicas. La amenaza de recesi¨®n en EE UU complica a¨²n m¨¢s las cosas.
Pero la afici¨®n le llega a Bush por dos v¨ªas. Una es la familiar: su padre, gran partidario del libre comercio, fue el presidente que impuls¨® el nacimiento del TLC entre EE UU, Canad¨¢ y M¨¦xico, y el primero que sugiri¨® el ALCA. Otra es su ra¨ªz tejana: le gustan los mariachis, chapurrea espa?ol, tiene buenos amigos hispanos y, como gobernador del Estado de la Estrella Solitaria, adopt¨® una pol¨ªtica amistosa respecto a M¨¦xico y los inmigrantes procedentes del sur del R¨ªo Grande.
Bush lleg¨® a Quebec sin fast track, o sea, tan impotente para imponer sus deseos en su propio pa¨ªs como lo estuvo Clinton. El pasado martes, Bush hab¨ªa prometido ya a la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) que solicitar¨¢ el fast track la pr¨®xima semana. Y, seg¨²n Zoellick, el Congreso puede conced¨¦rselo antes de final de a?o. Bush se mostr¨® ayer ante sus hom¨®logos continentales seguro y confiado en conseguirlo
Entre 1990 y 2000, los intercambios comerciales de EE UU con Am¨¦rica Latina se incrementaron un 219%, frente al 118% con Asia, el 89% con la Uni¨®n Europea y el 62% con ?frica.
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