Juveniles de oro
Espa?a gana el t¨ªtulo tras imponerse a Francia con un gol de Fernando Torres de penalti
Inocencia, desorden, ruido y espontaneidad. As¨ª se dibuja la alegr¨ªa de un grupo de chiquillos que ayer, nada m¨¢s concluir el encuentro buscaron a sus mam¨¢s entre el p¨²blico y, como Berto, de un salto cruzaron la valla para plantarse frente a ellas y refugiar en sus brazos las l¨¢grimas y el alborozo del campe¨®n. Del campe¨®n adolescente.
'Somos campeones de Europa, nada menos', dec¨ªa el goleador Fernando Torres con la nuez loca subiendo y baj¨¢ndole por el cuello. Campeones de Europa porque a las virtudes del futbolista robot: el orden t¨¢ctico, la presi¨®n y la pizarra, a?adi¨® un punch adolescente en un choque entre adolescentes. Alegr¨ªa, atrevimiento, libertad y un punto de anarqu¨ªa creativa personificados en un pu?ado de chiquillos de expresi¨®n t¨ªmida y acn¨¦ en el rostro que apostaron por ser lo que son: ni?os, la mejor virtud para conseguir lo que consiguieron, ser campeones de Europa.
ESPA?A 1|FRANCIA 0
Espa?a: Moya; Jes¨²s, Carlos, Fla?o, Tarantino; Busy (Pepe, m. 55), Melli, Sergio Torres, Gavil¨¢n; Diego Le¨®n (Berto, m. 78); y Fernando Torres. Francia: Chaigneau; Debris (Berthod, m. 61), Faty, Colombo; Pietre, Maia (De Nardi, m. 57), Yebda, Fae, Jacmot; Sinama y Le Tallec. Goles: 1-0. M. 76. Fernando Torres transfoma un penalti por mano de Colombo. ?rbitro: Andrew D'Urso (Inglaterra). Amonest¨® a Faty y Yebda. Unos 20.000 espectadores en el Stadium of Light de Sunderland. Final del Campeonato de Europa Sub-16. La duraci¨®n de los partidos en esta categor¨ªa es de 80 minutos.
Con las ganas del chaval que escapa del aula al patio, los Fernando Torres, Gavil¨¢n, Diego Le¨®n o Melli se arrebatan la copa en el centro del campo cerca del podio que m¨¢s tarde pisar¨ªan sin respetar el protocolo. Amontonados, unos sobre otros, jugueteando con una bandera espa?ola toreando a un res imaginaria, coreaban el popular 'campeones, campeones' sin acertar con otra f¨®rmula de celebraci¨®n m¨¢s original que el abrazo y el brillo de entusiasmo en los ojos.
Su t¨¦cnico, Juan Santisteban, les miraba emocionado con las manos escondidas en el ch¨¢ndal, la sonrisa beat¨ªfica de hombre mayor y la satisfacci¨®n de quien ha cumplido su tarea. Aunque no pod¨ªa ocultar la emoci¨®n y se restregaba los p¨¢rpados al tiempo que le temblaba la voz cuando afirmaba que 'estos chavales deber¨ªan de jugar muy, pero que muy arriba'.
Mientras, Pepe, un revolucionario interior que provoc¨® la jugada del penalti, se levantaba la camiseta y corr¨ªa como si a¨²n estuviese el bal¨®n en juego por la banda, con una cinta en el pelo a modo de pirata. Tambi¨¦n repart¨ªa abrazos y golpeaba en un gesto juvenil las manos extendidas de los t¨¦cnicos de la federaci¨®n y los periodistas que se aproximaban al c¨¦sped.
El vestuario del campo de Sunderland se trag¨® la celebraci¨®n de la selecci¨®n espa?ola convertido en un sumidero por el que desapareciron saltando los unos sobre los otros: los futbolistas, los t¨¦cnicos, los familiares... y los representantes, para reaparecer la alegr¨ªa por la puerta principal del estadio donde un grupo de aficionados esperaban al equipo espa?ol. Torres, envuelto en una bandera espa?ola, amenazaba la tranquila vida del norte de Inglaterra al proclamar que 'vamos a quemar el pueblo'. El grupo de aficionados, y sobre todo aficionadas, que despidieron la comitiva espa?ola apuntaron las palabras de Torres y prometieron colaborar en la tarea.
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