Israel ataca el coraz¨®n de Gaza con misiles teledirigidos con l¨¢ser
'Es la guerra', asegura el portavoz de Arafat, mientras Sharon justifica la operaci¨®n
'Nos atacan, nos atacan', gritaron ayer al mediod¨ªa los palestinos en Gaza, mientras se despertaban sobresaltados de la siesta y sal¨ªan a la calle tratando de conocer las razones exactas de una inesperada cadena de explosiones que sacud¨ªan el centro de la ciudad.
El bombardeo se hab¨ªa producido en silencio, sin el anuncio previo y habitual del aleteo de los helic¨®pteros o el rumor de los aviones. El ataque s¨®lo vino acompa?ado por un susurro. Por primera vez, desde que hace ocho meses se iniciara la Intifada, el Ej¨¦rcito de Israel utiliz¨® misiles tierra-tierra para atacar a los palestinos. Quince civiles resultaron heridos.
Cuatro de los misiles, teledirigidos por rayos l¨¢ser, alcanzaron con una limpieza digna de un cirujano el recinto militar del Serrall, en el coraz¨®n de la ciudad de Gaza. 'Es la guerra', dijo el portavoz de Yasir Arafat.
En el lugar donde impactaron los misiles se encuentran las oficinas de algunas de las fuerzas policiales m¨¢s importantes de Yasir Arafat -la Seguridad Nacional, que dirige el brigadier Abdel Rezak al Mayaid- , una c¨¢rcel y la sede de un sector de los servicios secretos o mujabarat.
Otros dos misiles se desviaban hacia el oeste para destruir unas oficinas del partido gubernamental Al Fatah, situadas a escasos metros de la residencia del presidente de la Autoridad Palestina, tambi¨¦n en el barrio del Rimal, a poco menos de 200 metros de la costa y del barrio donde se encuentran los hoteles internacionales.
Mientras algunos edificios ard¨ªan y ascend¨ªa hacia el cielo una densa columna de humo, miembros de las fuerzas de seguridad en traje de campa?a, otros a medio vestir y algunos de paisano, corr¨ªan como enloquecidos por las avenidas de Gaza, empu?ando sus armas reglamentarias. Sin orden ni concierto, todos trataban de llegar al lugar atacado. Nadie parec¨ªa capaz de dar ¨®rdenes. Los heridos eran evacuados de manera an¨¢rquica hacia el hospital central de la Shifa. Cualquier medio de transporte era v¨¢lido; ambulancias o coches particulares. Una marea humana, en medio de la expectaci¨®n y la ira, se fue concentrando en el entorno del edificio siniestrado. El caos era total.
Un general, con los distintivos rojos en el cuello de su guerrera, caminaba apresuradamente, pistola enfundada al cinto, por medio de la calzada. Los escoltas trataban con esfuerzo y por todos los medios de seguir su paso. Tuvieron el tiempo justo de esquivar un coche todoterreno de un grupo de diplom¨¢ticos occidentales, que segundos antes hab¨ªan dejado encima de una mesa de un lujoso restaurante un caf¨¦ a medio beber. Al enterarse del ataque hab¨ªan salido precipitadamente hacia el cuartel para dedicarse a su verdadero trabajo: espiar. Nadie se lo impidi¨®.
El delirio de Gaza dur¨® una eternidad, hasta que las fuerzas policiales formaron un cord¨®n humano en las calles que confluyen en el Serrall. La calma se restableci¨® y la circulaci¨®n por la gran avenida de Omar el Mukhtar volvi¨® a ser tan confusa, desordenada y an¨¢rquica como siempre. Para entonces, todos los gazenses hab¨ªan descubierto algo l¨®gico: es m¨¢s f¨¢cil y c¨®modo seguir las noticias por la televisi¨®n y sentarse ante el aparato con una taza de caf¨¦ en las manos; 'La CNN o Jazaira de Qatar lo saben todo antes que nadie'.
La operaci¨®n militar, dise?ada por el Gobierno de Israel, no caus¨® grandes da?os. Su objetivo era otro: dar una se?al de alerta contra el Gobierno de Arafat y ascender al mismo tiempo un nuevo pelda?o en su guerra contra los palestinos. Esta vez se utiliz¨® armamento sofisticado y de alta tecnolog¨ªa. Todo ello sin olvidar que, como es habitual en estos casos, el ataque era la respuesta y la represalia por una agresi¨®n puntual perpetrada por la guerrilla palestina aquella misma ma?ana. Hab¨ªa hecho estallar un artefacto al paso de un veh¨ªculo israel¨ª, en el cruce de Kissufim, en el centro de la Franja de Gaza, matando a dos trabajadores de nacionalidad rumana cuando se dirig¨ªan hacia la valla fronteriza con la intenci¨®n de repararla. El ataque fue reivindicado por el fantasmag¨®rico grupo Hezbol¨¢ Palestino, los mismos que d¨ªas atr¨¢s se atribuyeron la muerte de tres colonos, entre ellos dos adolescentes de 14 a?os, en el area de Bel¨¦n.
Incursiones y tiroteos
El castigo impuesto por Israel por la muerte de los dos rumanos fue el bombardeo de misiles. Pero esto no fue todo. A los misiles se les sum¨® una incursi¨®n militar en el termino de Beit Hanun, al norte de Gaza; otra m¨¢s al sur, en el municipio de Rafah, y un n¨²mero indeterminado de tiroteos, que causaron 15 heridos, entre ellos tres ni?os. El primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon, se?al¨® que los ataques forman parte 'de una batalla en la que est¨¢ y estar¨¢ implicado Israel hasta que retorne la seguridad y llegue a su fin el terrorismo'. Por el lado palestino, un portavoz del Gobierno de Arafat se lament¨® lac¨®nicamente: 'Es la guerra'.
En medio de la locura, la comunidad internacional, capitaneada por Jordania y Egipto, ha vuelto a insistir a israel¨ªes y palestinos para que acepten el plan de paz dise?ado hace dos meses, con el que se intenta establecer un alto el fuego. Nadie parece regatear esfuerzos, incluso el dirigente laborista y pacifista israel¨ª Yossi Beilin se salt¨® ayer todas las prohibiciones y se adentr¨® en territorio enemigo: Gaza. Habl¨® con Arafat, a pesar de los gritos e insultos que le profer¨ªan desde su patria miembros del Gobierno, que lo tildaron de 'traidor' y 'quintacolumnista'.
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