Aznar y Schr?der radicalizan sus diferencias en la UE
La reuni¨®n de los Quince en Bruselas viene marcada por el desencuentro entre los dos pa¨ªses
En la reuni¨®n que mantedr¨¢n ma?ana en Bruselas los ministros de Exteriores de la UE el tema m¨¢s espinoso ser¨¢ precisamente el desencuentro que se produjo entre Espa?a y Alemania durante la cita de los Quince el pasado 5 de mayo a ra¨ªz de la prevista ampliaci¨®n de la Uni¨®n a los pa¨ªses del Este. Por eso, hoy resulta casi inevitable repasar qu¨¦ ha ocurrido desde que, hace una d¨¦cada, el pa¨ªs m¨¢s potente de la UE, era el principal valedor de Espa?a en la Uni¨®n.
'Schr?der es una veleta, siempre lo fue, y no le gana nadie a la hora de situarse en la direcci¨®n que le marca su opini¨®n p¨²blica', asegura un alto diplom¨¢tico espa?ol que estos d¨ªas negocia en primera l¨ªnea las discrepancias entre Berl¨ªn y Madrid. 'Entre Aznar y Schr?der no hay relaci¨®n, no hay nada', asegura Trinidad Jim¨¦nez, responsable de Relaciones Exteriores del PSOE. Un portavoz alem¨¢n en Bruselas pone la guinda t¨®pica: 'Espa?a usa la palabra solidaridad s¨®lo para pedir dinero que, en buena parte, sale de Alemania'.
Hoy, en Bruselas, de uno y otro lado se recuerda los tiempos en que el canciller Helmut Kohl y el presidente Felipe Gonz¨¢lez manten¨ªan una perfecta sinton¨ªa tanto en los problemas bilaterales como en el debate sobre el futuro de la UE. 'Compart¨ªan una idea de Europa, y encima hab¨ªa una buena qu¨ªmica entre ellos, que es algo fundamental', asegura Enrique Bar¨®n, presidente del Grupo socialista en el Parlamento Europeo.
Gonz¨¢lez fue, casi en exclusiva, el l¨ªder europeo que p¨²blicamente apoy¨® a Kohl en dos momentos muy delicados para el canciller: la reunificaci¨®n alemana tras la ca¨ªda del muro y, con anterioridad, las propuestas de seguridad y defensa planteadas en la d¨¦cada de los ochenta para forzar que la entonces Uni¨®n Sovi¨¦tica redujera su armamento. Como contrapartida, Kohl se convirti¨® en el firme aliado de Espa?a al negociar la adhesi¨®n a la UE, establecer el Fondo de Cohesi¨®n o dedicar fondos especiales a la cuenca mediterr¨¢nea.
'Entonces hab¨ªa masa cr¨ªtica de complicidades y entendimiento', repite Raimon Obiols, eurodiputado socialista y ex responsable de la pol¨ªtica exterior del PSOE, quien recuerda que el eje Par¨ªs-Berl¨ªn contaba entonces con un tercer apoyo claro, Madrid, al que se sumaban personajes como Jacques Delors o el holand¨¦s Ruud Lubbers para impulsar la construcci¨®n europea. De esa 'masa cr¨ªtica' surgieron los proyectos del mercado ¨²nico, la moneda ¨²nica o el impulso a la ciudadan¨ªa europea.
El entendimiento era tan obvio que alg¨²n periodista ha escuchado a Felipe Gonz¨¢lez: 'Yo hice incluso de director general de Kohl en temas comunitarios'. Por su parte, el ex canciller lleg¨® a proponer a Gonz¨¢lez para que la presidencia de la Comisi¨®n Europea. El buen clima entre Alemania y Espa?a en el ¨¢mbito europeo estaba apoyado, adem¨¢s, por las excelentes relaciones bilaterales. La venta de Seat a Volkswagen o el contrato del AVE para Siemens fueron los ejemplos.
La historia parece escribirse desde el polo opuesto al analizar las relaciones entre Aznar y Schr?der. El canciller, que acaba de cumplir 57 a?os, casi 10 m¨¢s que Aznar, accedi¨® a la jefatura del Gobierno en 1998. S¨®lo medio a?o despu¨¦s, en marzo de 1999, tuvo el primer encontronazo con el jefe del Gobierno espa?ol durante la cumbre europea de Berl¨ªn, donde Aznar amenaz¨® con bloquear la reuni¨®n si no se satisfac¨ªan sus aspiraciones de lograr m¨¢s fondos europeos para Espa?a. Su famosa frase ('me fumo un puro') cuando el canciller ve¨ªa peligrar 'su' cumbre exasper¨® al l¨ªder socialdem¨®crata, que se vio obligado a ceder.
'Schr?der a¨²n no la ha digerido; le produjo una herida muy grande que a¨²n no ha cicatrizado y se la quiere hacer pagar', cuenta un alto funcionario de Bruselas que asisti¨® en directo al pulso. 'Schr?der le pidi¨® ayuda y Aznar no s¨®lo no se la dio, sino que le humill¨®', afirma Enrique Bar¨®n. 'La pol¨ªtica de Aznar del 'a ver qu¨¦ saco', cortoplacista, es la que exaspera a Schr?der', a?ade el dirigente socialista europeo. 'Adem¨¢s, Aznar es un hombre que marca distancias, y en Espa?a ya no sorprende, pero ante Schr?der no se puede ser as¨ª', asegura Obiols.
'Schr?der no ve a Aznar como un estadista, sino como un hombre de provincias que acude a la UE a ver qu¨¦ puede obtener a costa del resto de la familia', dice un alto cargo con relaci¨®n directa con la Administraci¨®n central alemana. Con tal ambiente en Berl¨ªn, no puede extra?ar que el diario Die Welt dedicara un art¨ªculo a Espa?a t¨ªtulado 'El europeo fastidioso'.
Por parte espa?ola, no son menores las flores hacia el canciller alem¨¢n. 'Ya dijo en su campa?a electoral que se hab¨ªa acabado eso de que Berl¨ªn diera tanto dinero a Bruselas y a los Estados m¨¢s pobres de la UE y lo intenta cumplir a costa de Espa?a, entre otros', comenta un funcionario espa?ol en la capital comunitaria. 'Su propuesta sobre el futuro de la UE es de liquidaci¨®n de la comunidad a trav¨¦s de la renacionalizaci¨®n de las pol¨ªticas presupuestarias m¨¢s importantes', a?ade.
Sus visiones sobre el futuro de Europa tambi¨¦n son radicalmente diferentes. El 19 de enero, Aznar alertaba en Berl¨ªn sobre el federalismo y advert¨ªa de que los Estados europeos son 'muy celosos de su identidad' por lo que 'los visionarios' no resuelven problemas y m¨¢s bien los crean'. Al d¨ªa siguiente, en el mismo foro, y con Aznar presente, Schr?der reclamaba una Constituci¨®n para Europa y abogaba por f¨®rmulas m¨¢s federales.
Un mes antes, durante la cumbre de Niza, ya hab¨ªan quedado al aire otras profundas discrepancias. El canciller quer¨ªa que el reparto de los fondos europeos se decidiera a partir de 2006 por mayor¨ªa, y no por unanimidad, la f¨®rmula por la que pa¨ªses como Espa?a pueden usar, como en la cumbre de Berl¨ªn, su derecho al veto. 'No es un problema alem¨¢n, sino de todos los contribuyentes netos', avis¨® Schr?der. Aznar se neg¨® y las pr¨®ximas perspectivas financieras tambi¨¦n se pactar¨¢n por unanimidad.
Tambi¨¦n en Niza, el canciller propuso, y finalmente se acord¨®, que de aqu¨ª a 2004 se abra un debate para repartir las competencias entre instituciones europeas y Estados. 'Nos arriesgamos al caos', anunci¨® Aznar antes de verse obligado a aceptar la propuesta.
Para Rafael Estrella, portavoz socialista en la Comisi¨®n Mixta para la UE, lo m¨¢s grave es que el presidente espa?ol no tiene ideas claras sobre Europa. El ministro alem¨¢n de Exteriores, Joschka Fischer, parece darle la raz¨®n: 'Espa?a tiene un papel en Europa, pero nos gustar¨ªa saber qu¨¦ papel quiere desempe?ar Espa?a'.
A las discrepancias sobre el futuro de la UE, se han unido otros dos litigios bilaterales. El Gobierno espa?ol acab¨® vendiendo Santa B¨¢rbara a EE UU frente a la opci¨®n alemana, que tampoco ha recibido todo lo que esperaba en el contrato del AVE a Catalu?a. Por circunstancias distintas, Berl¨ªn y Madrid se han enfrentado estas semanas incluso por la bajada de tipos de inter¨¦s del Banco Central Europeo, deseada por Alemania y rechazada por Espa?a.
'La relaci¨®n es buena'
Las valoraciones sobre la relaci¨®n Aznar-Schr?der no son compartidas por Gerardo Galeote, jefe de filas de los populares espa?oles en el Parlamento Europeo y ex asesor de Aznar en pol¨ªtica exterior. 'No hay enfrentamiento; la relaci¨®n es buena, pero tenemos intereses contrapuestos y hay que discutirlos'. Galeote pone de relieve un aspecto muy destacado a veces en la prensa alemana: 'Los alemanes van de vacaciones a Espa?a y ven la riqueza que hay, por lo que enseguida se preguntan por qu¨¦ tienen que seguir aportando dinero para ayudas a regiones espa?olas'.
'A veces es imposible evitar la confrontaci¨®n', reconoce el dirigente popular, quien recuerda que 'el Grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo se sustenta en el eje hispano-alem¨¢n'.
Son las ayudas europeas uno de los problemas que hoy enfrentan a Berl¨ªn y Madrid. Espa?a recibe una media anual de un bill¨®n de pesetas en fondos comunitarios. Casualmente, es el saldo de Alemania entre sus aportaciones al presupuesto comunitario y las ayudas que tambi¨¦n percibe. Es decir, Alemania paga al final casi exactamente lo que Espa?a cobra.
Pero no es ¨¦se un balance realista. Gracias al 'estupendo desarrollo espa?ol' (como gusta decir el ministro de Finanzas, Hans Eichel), en buena parte logrado gracias a la ayuda europea, los espa?oles compran m¨¢s que nunca a Alemania. El a?o pasado, Espa?a import¨® productos alemanes por valor de 4,1 billones de pesetas, frente a los 2,2 de 1995.
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