Mirando hacia atr¨¢s sin ira
Las sorpresas aturden; el aturdimiento impulsa a buscar seguridades; y las seguridades m¨¢s a mano son las inmediatamente anteriores a las que acaban de desvanecerse. De modo que en ambientes de Madrid, tras el resultado electoral decepcionante, ha vuelto a instalarse la idea de que el PP y el PSOE se equivocaron al suscitar el frentismo en el Pa¨ªs Vasco. Corolario de la misma idea es que fue un error forzar el adelanto de las elecciones.
Contra la idea matriz, conviene protestar por razones de decoro intelectual. El Pacto de Estella se cerr¨® en secreto entre nacionalistas -violentos y no violentos- y contemplaba un orden pol¨ªtico que dejaba marginados a los no nacionalistas. Transcurrido un tiempo, los ¨²ltimos decidieron aliarse. Imputarles un frentismo fratricida es, por tanto, perverso. Dado que lo obvio fatiga, no me alargar¨¦ m¨¢s sobre este punto. Quiero defender una tesis, lo admito, m¨¢s contenciosa: la de que fue racional forzar el adelanto de las elecciones.
Tres motivos avalaban esta decisi¨®n. Uno, que la situaci¨®n se hab¨ªa hecho intolerable en el Pa¨ªs Vasco. Los representantes de los partidos nacionales iban con escoltas; la respuesta del Gobierno local a la violencia era equ¨ªvoca, y parec¨ªa te?ida a¨²n por el compromiso de Estella, y as¨ª sucesivamente. Como guinda est¨¢ la afirmaci¨®n, hecha por Arzalluz -y por Ibarretxe tambi¨¦n-, de que en el Pa¨ªs Vasco se vive estupendamente. La ¨²nica interpretaci¨®n posible es que en el Pa¨ªs Vasco se vive estupendamente a condici¨®n de que uno no disienta del nacionalismo. Y esto resultaba todav¨ªa m¨¢s preocupante. La estrategia Mayor estribaba en asentar el Estado desde dentro del Estatuto, usando instrumentos institucionales oriundos. No s¨¦ si era la mejor estrategia del mundo. Pero era conservadora y amarrona donde las haya.
Paso a la variable nacional, pol¨ªticamente decisiva. Tras la ruptura de la Mesa de Ajuria Enea, y hasta la fecha, el mensaje del PNV ha sido que volver¨ªa a las reglas de juego si se aceptaba -por simplificar- el ¨¢mbito vasco de decisi¨®n. Llamemos a esto -por simplificar otra vez- 'soluci¨®n confederal'. Yo no tengo nada contra las confederaciones en abstracto. En el contexto espa?ol, sin embargo, y m¨¢xime con un Estado debilitado por la violencia, resultar¨ªa muy dif¨ªcil que la soluci¨®n confederal no se extendiera a Catalu?a, y por contig¨¹idad, a Galicia, y acaso, al resto. Un experto en teor¨ªa de juegos nos dir¨ªa que cualquier arreglo intermedio es inestable, y que tal vez acabara enred¨¢ndose la confederaci¨®n con la propia estructura auton¨®mica. En Madrid se quer¨ªa evitar esto, a mi entender, con buen juicio. Y se determin¨® probar suerte en unas elecciones democr¨¢ticas. De nuevo, una opci¨®n conservadora.
El tercer motivo de la apuesta era que las elecciones iban a salir bien para los constitucionalistas. Y ¨¦ste s¨ª que ha sido un mal motivo, porque no han salido bien. Delego en los expertos el an¨¢lisis de la campa?a y todo eso. Estamos en lo que estamos y hay que hacer balance. ?Empeora una decisi¨®n en principio racional el futuro pol¨ªtico de la naci¨®n?
Los optimistas conf¨ªan en que la victoria d¨¦ alas a Ibarretxe y ¨¦ste se desvincule de Arzalluz hasta el extremo de erigirse en valedor sincero del Estatuto. No lo creo. Primero, porque tambi¨¦n Arzalluz ha salido fortalecido. Segundo, porque el PNV tiene m¨¢s recursos que antes, y no menos, para ir m¨¢s all¨¢ del Estatuto. Pero s¨ª ha sucedido algo bueno: y es una dilataci¨®n, tal vez preciosa, de las escalas temporales.
En el periodo subsiguiente a Estella, la puesta en marcha de instituciones extraconstitucionales y la ret¨®rica expansiva del PNV hicieron temer un desaf¨ªo directo al Estado. Opino... que el desaf¨ªo no se produjo porque los comicios del 98 no apuntaron hacia donde esperaban los nacionalistas. Pero estaba la vehemencia, estaba la urgencia, y detr¨¢s de ellas estaban los compromisos de Estella. Ahora no parece haber urgencia, lo que indica, por retorsi¨®n, que el PNV ha recuperado buena parte de su libertad. Y esto es efecto de las eleciones y del batacazo de EH.
El pulso se echar¨¢ a otro nivel, buscando la envolvente nacional y relecturas creativas de la Constituci¨®n. Indudablemente, ha cambiado el panorama.
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