Roberto Carlos y el fin del mundo
El lateral brasile?o atribuye su entusiasmo a que piensa en la muerte cada vez que juega
Ah¨ª va el zurdo Roberto Carlos (Estado de San Pablo, 1973), primer h¨¦roe brasile?o del madridismo, primer h¨¦roe mulato de Chamart¨ªn, 'caf¨¦ con leche', como ¨¦l dice, se da un ba?o de ego cada ma?ana. Permanentemente rodeado de una cohorte de admiradores, ovacionado como nadie en los entrenamientos. Luce un Rolex de oro y le gustan las cadenas y el ruido de los motores revolucionados de su Porsche o su Ferrari. Su calva brilla perfectamente afeitada desde hace tres a?os, cuando gan¨® su primera Liga con el Madrid de Capello. Desde entonces se ha puesto el brazalete de capit¨¢n m¨¢s de una vez y no hay dudas de que, con este campeonato, pasar¨¢ a la historia blanca como una de las figuras m¨¢s populares. '?Un s¨ªmbolo!', le gritaron ayer unos hinchas. 'Mmh, mmh', asinti¨®, mientras firmaba aut¨®grafos.
El Roberto Carlos p¨²blico, metido en la vor¨¢gine, es un hombre que se muestra afable y sin se?ales de agotamiento. En el campo ocurre otro tanto. Sus desplazamientos por la banda izquierda han dado un toque man¨ªaco a la personalidad del Madrid de la s¨¦ptima y la octava Copas de Europa. Se lleg¨® a hablar de un equipo escorado hacia su costado por los efectos absorbentes de sus carreras, el mejor regate largo de la Liga, la pegada limpia de ca?onazo y sus centros cruzados. ?A qu¨¦ se debe tanta excitaci¨®n? Sentado en el sof¨¢ de un hotel en Roma, hace dos meses, respondi¨® bajo los efectos recientes de la visita a la Bas¨ªlica de San Pedro. Dijo: 'La muerte es el fin del mundo para todos nosotros. Por eso hay que disfrutar cada momento, cada instante, hay que ser respetuoso, un buen padre, un buen futbolista. Hay que salir al campo pensando en que no quedan tantos partidos como pensamos. Yo siempre pienso en la muerte. Hace poco he visto una pel¨ªcula sobre el fin del mundo'.
En privado, la melod¨ªa de su voz se aplana: 'Yo no soy como Ronaldo o Romario. A Romario le gusta sentirse querido por el pueblo. Ellos dan. Ellos dan dinero, reparten millones por aqu¨ª y por all¨¢. Yo no. Porque la gente te juzga desde el punto de vista financiero, no le interesa la persona. Por eso en Brasil mi relaci¨®n con la gente no es igual que en Espa?a. Todo el mundo pide dinero. Ven que eres futbolista y te piden, pero no te ven como una persona normal. Y dar dinero es f¨¢cil. Otras cosas son mucho m¨¢s dif¨ªciles de conseguir. Yo necesito cari?o. El cari?o... No tengo amigos y s¨®lo pretendo tratar bien a la gente, acordarme de todos, respetar a todo el mundo, es algo muy dif¨ªcil pero lo tengo claro y eso me hace bien'.
Su confesi¨®n es la del hombre orgulloso de abrirse paso desde la miseria: 'Nadie piensa que yo he sufrido mucho, que cuando era chico caminaba descalzo, sin camisa, y no ten¨ªa ni para comprarme una chocolatina. Viv¨ªamos en una casa de madera junto a una plantaci¨®n de caf¨¦. All¨ª la pobreza no es como en Espa?a. Esa es la pobreza de Brasil. Es ?buhh...! Mi padre trabajaba much¨ªsimo en el campo. Mi madre me hac¨ªa camisas con las bolsas de cargar patatas. Tres agujeros y a divertirse. Mi primer bal¨®n fue peque?o, as¨ª. De pl¨¢stico. Ahora en Brasil debo ir con tres guardaespaldas a todos lados. En un coche blindado. Pero volver¨¦, porque es mi lugar'.
'Hay que sufrir'
M¨¢s de la mitad de los ingresos de Roberto Carlos, unos 500 millones de pesetas, se deben a sus contratos de imagen y patrocinio con marcas como Nike. Su carisma y la selecci¨®n de Brasil le convierten en el jugador m¨¢s popular del Madrid en el marco internacional, sobre todo en Asia. Tiene pinta de hedonista pero matiza que 'hay que sufrir: yo he sufrido mucho y eso a nadie le interesa'. Su exaltaci¨®n del sacrificio resulta parad¨®jica porque de los jugadores del Madrid, ¨¦l es el que aparenta mayor satisfacci¨®n. Si Figo, Hierro o Ra¨²l se caracterizan por sus semblantes afligidos, Roberto Carlos se ubica en otra atm¨®sfera. 'En el f¨²tbol hay que hacer feliz a la gente', asegura. 'Hay que ser feliz en cada minuto. Hay que hacer algo para contar a los nietos, una finta, un regate. A m¨ª me gusta grabar mis partidos para mostr¨¢rselos a mis nietos en el futuro'.
Su dogma es claro: 'La gente me quiere porque yo juego para la gente, yo pienso en la gente, en dar espect¨¢culo. Eso es el f¨²tbol. Noventa por cien de diversi¨®n y diez por cien de t¨¢ctica'.
El juego desatado de Roberto Carlos es emocionante. Para el p¨²blico y hasta para los rivales, futbolistas como Calleja o Jorge L¨®pez, del Villarreal, que le enfrentaron expectantes y se quedaron pasmados: 'Cuando pasaba con el bal¨®n en carrera iba tan r¨¢pido que no le ve¨ªamos. Cuando el que le encarabas eras t¨², te miraba y te dec¨ªa: '?P¨¢same!, ?p¨¢same que yo te cojo!' '.
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