Condena de 18 meses de c¨¢rcel a dos empresarios por la muerte de un trabajador
La Audiencia reordena reabrir el caso de un operario que se accident¨® en un supermercado
Un total de 18 meses de c¨¢rcel ha impuesto un juzgado de Madrid a dos empresarios a los que responsabiliza de la muerte del obrero Jos¨¦ Luis P¨¦rez Ca?adillas, de 38 a?os, quien dej¨® esposa y una hija de apenas ocho a?os. El hombre pereci¨® atrapado entre los enormes cilindros de una peligrosa y compleja m¨¢quina dedicada a la fundici¨®n de aluminio. Se introdujo en ella para desatascarla y evitar que se parase la producci¨®n y muri¨® aplastado. El siniestro se produjo hacia las 20.30 del 15 de marzo de 1999, en la empresa Inyectados Roma, en un pol¨ªgono industrial de Valdemoro.
La juez Pilar Alhambra, del Juzgado de lo Penal 27 de Madrid, imputa un delito contra la seguridad de los trabajadores y otro de homicidio imprudente a los due?os de la empresa, Vicente Maga?a Fern¨¢ndez, de 55 a?os, y Andr¨¦s Robles Castillo, de 48. Ambos, adem¨¢s, deber¨¢n indemnizar con 45 millones a la esposa e hija del malogrado operario.
La juez arremete con dureza en la sentencia, dictada el pasado 17 de mayo, contra los due?os de la industria. Les reprocha, entre otras irregularidades, que Inyectados Roma careciese 'total y absolutamente' de un plan de prevenci¨®n de riesgos laborales y que la noche del accidente dejasen solos al frente de una peligros¨ªsima m¨¢quina 'a cuatro o cinco trabajadores' que no hab¨ªan recibido la obligada formaci¨®n y carec¨ªan de cualificaci¨®n profesional. O al menos, si ten¨ªan esa cualificaci¨®n, la empresa no la reflejaba en sus n¨®minas.
Todos los trabajadores que hab¨ªa en Inyectados Roma la noche del accidente 'eran simples peones' con contratos temporales renovables cada mes, lo que, seg¨²n la sentencia, puede explicar el celo de estos operarios, entre ellos la v¨ªctima, a la hora de evitar por cualquier medio que la actividad de la m¨¢quina se detuviese.
Un 30% de la producci¨®n de Inyectados Roma depend¨ªa de un adecuado funcionamiento de la m¨¢quina marca Idra 0l500, dedicada a producir piezas de aluminio a alt¨ªsimas temperaturas. Por aquel entonces, los pedidos de piezas venc¨ªan y los obreros, sometidos a la eventualidad de sus contratos, se esforzaban por respetar los plazos.
El accidente de Jos¨¦ Luis P¨¦rez sucedi¨® as¨ª, seg¨²n la juez: el molde de una pieza se atasc¨® en el engranaje y detuvo la actividad de la Idra. El pe¨®n Juli¨¢n Mart¨ªn se percat¨® de la aver¨ªa y pidi¨® ayuda a Jos¨¦ Luis, el fallecido. Ambos, seg¨²n declara probado la juez, 'hicieron tres o cuatro vaciados de aluminio para ver si se desatascaba sola y, al no lograrlo, lo intentaron dando golpes desde el exterior'.
En vista de que ninguna de las opciones ten¨ªa ¨¦xito, Jos¨¦ Luis opt¨® por introducirse en el interior de la m¨¢quina para desatascarla con sus manos. Mientras Jos¨¦ Luis entraba, Juli¨¢n se retir¨® un momento del lugar para arrojar piezas defectuosas a un recipiente.
Todo ocurri¨® en apenas unos segundos. La m¨¢quina, que ten¨ªa pulsado el dispositivo autom¨¢tico, se puso en funcionamiento nada m¨¢s franquear Jos¨¦ Luis la puerta. ?sta se cerr¨® con ¨¦l dentro y sus enormes cilindros hicieron el resto. Cuando Juli¨¢n volvi¨® al lugar, 'la puerta estaba casi cerrada, y los pies de su compa?ero, colgando', reza la sentencia. Pero ya era tarde: los cilindros le hab¨ªan aplastado el t¨®rax y seccionado el cuello.
En el juicio, celebrado hace poco menos de un mes, el fiscal pidi¨® un total de cuatro a?os de c¨¢rcel para ambos empresarios. Como acci¨®n popular intervino el sindicato CC OO, que reclam¨® seis a?os de prisi¨®n para los imputados.
En el banquillo se sent¨® tambi¨¦n, adem¨¢s de los condenados, el encargado de la empresa, Nicasio Hern¨¢ndez, de 50 a?os, la persona que, seg¨²n las acusaciones, en ning¨²n caso debi¨® marcharse aquella noche de la empresa y dejar solos a los peones con tan compleja maquinaria.
La juez le ha absuelto por entender que se trataba 'de un trabajador m¨¢s cuya cualificaci¨®n se desconoce', ya que 's¨®lo llevaba dos a?os empleado' en Inyecciones Roma. Aunque fue Hern¨¢ndez quien, 'al parecer', explica la juez, 'dio la orden' para que la m¨¢quina fuese desatascada, lo cierto es que 'se ignora el contenido preciso de esa orden, o si dijo que lo intentaran y que, si no lo consegu¨ªan, lo dejasen para el d¨ªa siguiente'. Destaca la juez 'que ninguno' de los operarios que se quedaron a trabajar esa noche reun¨ªa la cualificaci¨®n necesaria para el manejo de la m¨¢quina.
En el juicio, la empresa argument¨® que a todos los trabajadores se les hab¨ªa facilitado 'la suficiente formaci¨®n para el manejo de las m¨¢quinas'. Eso es 'l¨®gico, ?c¨®mo si no iban a utilizarlas?', replica la juez. 'Ahora bien', se pregunta la magistrada, '?se ense?aba a los obreros de forma te¨®rica, con el libro de instrucciones y de forma pr¨¢ctica, no s¨®lo el proceso productivo, sino tambi¨¦n los mecanismos de seguridad y el riesgo que entra?aba el manejo de las m¨¢quinas?'. La respuesta es no, o al menos, seg¨²n la juez, los due?os de la empresa no lo 'han acreditado en el juicio'.
Para condenarles, la juez se ha basado asimismo en informes de la Inspecci¨®n de Trabajo que revelan que Idra, la m¨¢quina, presentaba serias deficiencias en materia de seguridad laboral.
La juez concluye: 'Ni los trabajadores ten¨ªan la suficiente cualificaci¨®n profesional, ni exist¨ªa formaci¨®n ni informaci¨®n sobre el riesgo que entra?aba el manejo de esa m¨¢quina, ni ¨¦sta cumpl¨ªa todas las medidas de seguridad que el sentido com¨²n exige, como es el hecho de que un trabajador pueda introducirse en la zona operativa de una m¨¢quina tan peligrosa y ponerse ¨¦sta en marcha sin detectarlo'.
Para la magistrada, los empresarios no pueden alegar en su defensa que el trabajador se excediese en su cometido. 'La v¨ªctima cumpl¨ªa su obligaci¨®n de la mejor manera que sab¨ªa o le hab¨ªan ense?ado', concluye la sentencia.
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