La indomable deuda interna
En la pel¨ªcula Sopa de ganso, el Congreso de Freedonia, decidido a endeudarse para bajar los impuestos y dar satisfacci¨®n al pueblo, atiende la imposici¨®n de la principal acreedora del pa¨ªs y nombra presidente a Rufus T. Firefly (Groucho Marx), a quien considera el consejero m¨¢s capacitado ('Ese es un concepto bastante amplio', apostilla Groucho). Y como el estado de cuentas del pa¨ªs podr¨ªa entenderlo un ni?o de cuatro a?os, el nuevo mandatario, verdadera luminiscencia (firefly, luci¨¦rnaga), en su primer consejo de ministros decide pasar el tema a un ni?o de cuatro a?os porque ¨¦l no entiende nada.
Algo de esto sucede con las cuentas de la Generalitat Valenciana, cuyo nivel de endeudamiento y el procedimiento seguido hasta alcanzarlo han hecho saltar la alarma. La Comunidad Valenciana ostenta el raro privilegio de ocupar el tercer lugar por volumen de endeudamiento auton¨®mico, el segundo en deuda por habitante y el primero en deuda en relaci¨®n al Producto Interior Bruto (PIB), que viene a indicar la capacidad de enjugarla en el futuro. Resulta ahora que tenemos la m¨¢s keynesiana de las derechas espa?olas y, enfrente, una izquierda preocupada por la contenci¨®n del gasto p¨²blico. ?Ser¨¢ eso verdad? En medio del barullo y de los titulares que nos recuerdan que una parte del porvenir ha quedado hipotecado, lo que falta es luz sobre el destino del gasto realizado: ser¨ªa interesante conocer si se ha dirigido a inversiones con efecto de arrastre en el crecimiento econ¨®mico y en la creaci¨®n de empleo, si atiende insuficiencias hist¨®ricas en servicios b¨¢sicos, o, por el contrario, si hemos asistido sin saberlo a un trasvase de capitales del sector p¨²blico a negocios privados al estilo de la deuda espa?ola del siglo XIX, cuando no cesaba de engordar con las generosas subvenciones a las compa?¨ªas ferroviarias hasta que su atenci¨®n financiera reclam¨® el 52% del presupuesto del Estado. No es ¨¦sta, sin embargo, la ¨²nica deuda que soporta el Pa¨ªs Valenciano.
A diferencia de lo que ser¨ªa habitual en cualquier lugar del mundo, quiz¨¢ con la excepci¨®n de Freedonia, el Gobierno de la Generalitat exhibe entre sus mayores ¨¦xitos haber logrado que nuestra Comunidad permanezca en el grupo de las regiones europeas de menor desarrollo econ¨®mico, aquellas que tienen un PIB inferior al 75% de la media europea y merecen la calificaci¨®n de Objetivo 1. Tan discreto resultado se compensa con las cuantiosas ayudas que se reciben, los fondos estructurales, destinados a disminuir las disparidades regionales en favor de una aut¨¦ntica integraci¨®n.
La Comunidad Valenciana fue considerada Objetivo 1 en 1989, 1994 y 2000, sin que al parecer las ayudas recibidas -unos 352.480 millones de pesetas de subvenciones europeas del programa FEDER y casi otro tanto de la administraci¨®n nacional en diez a?os- hayan servido para elevar significativamente los indicadores econ¨®micos, pues el PIB ha crecido entre 1985 y 1999 en una l¨ªnea muy parecida a la media espa?ola a pesar de las ventajas que se han disfrutado. En estos a?os se han atendido d¨¦ficits en infraestructuras de aguas y transporte, y en mucha menor medida se ha dirigido a la formaci¨®n de capital humano y a la promoci¨®n del turismo o el desarrollo rural, que cuenta con programas especiales.
Seg¨²n indicaba un estudio de los profesores de la Universidad de Valencia Ismael Fern¨¢ndez y Elena Herrera, el que la Comunidad Valenciana consiguiera renovar la condici¨®n de Objetivo 1 para el periodo 2000-2006 iba a depender de 'peque?as modificaciones estad¨ªsticas', entre ellas c¨®mo se hiciera el c¨®mputo de la poblaci¨®n o la evaluaci¨®n de la econom¨ªa sumergida. Despu¨¦s de todo, la Fundaci¨®n de Investigaciones Econ¨®micas de las Cajas de Ahorro reconoc¨ªa en 1999 a nuestra comunidad un PIB per capita del 80,04 de la media europea, m¨¢s de cinco puntos por encima de la l¨ªnea divisoria. Al margen de la flexibilidad estad¨ªstica, un arte antes que una ciencia, la explicaci¨®n oficial del end¨¦mico atraso valenciano remite parad¨®jicamente a la vitalidad que conoce nuestra econom¨ªa, capaz de atraer inmigraci¨®n hacia sectores basados en el empleo intensivo de trabajadores con baja cualificaci¨®n educativa. De la explicaci¨®n oficial se deduce la calidad de los empleos creados en estos a?os y el fracaso en la elevaci¨®n de la productividad por ocupado, a la vez que se alarga la sombra sobre un ritmo de crecimiento econ¨®mico insuficiente para compensar los efectos de la llegada de poblaci¨®n de rentas bajas. Pero existe otro factor que deprime en t¨¦rminos estad¨ªsticos los indicadores de la econom¨ªa valenciana. Nos referimos a las comarcas de interior y al crecimiento de la ¨²ltima d¨¦cada, que ha seguido siendo muy desequilibrado en t¨¦rminos territoriales. Si la inversi¨®n privada, industrial y residencial, se localiza en las comarcas costeras, otro tanto sucede con los fondos estructurales europeos que son recibidos para potenciar y favorecer la cohesi¨®n territorial pero se destinan en muy escasa medida a las comarcas menos favorecidas.
El mecanismo opera del siguiente modo: quienes con su mayor pobreza relativa generan las ayudas comunitarias gracias a sus indicadores socioecon¨®micos, quedan condenados a experimentar de alg¨²n modo lo que las teor¨ªas de la dependencia de los a?os sesenta llamaban 'desarrollo del subdesarrollo'. Los fondos, entre tanto, se canalizan a proyectos de las zonas mejor dispuestas, las grandes y medianas ciudades, las ¨¢reas tur¨ªsticas, las zonas industriales y portuarias, los centros de mayor ¨ªndice de actividad econ¨®mica y donde m¨¢s posibilidades existe de que repercutan en el crecimiento econ¨®mico, desde luego, de sus receptores. De otra parte, como las ayudas europeas se conceden a partir de Planes de Desarrollo Regional en lugar de dirigirse a proyectos concretos, los expertos afirman que se hace dif¨ªcil el seguimiento de los resultados y la reconstrucci¨®n de la pol¨ªtica seguida por las autoridades ind¨ªgenas.
El criterio de asignaci¨®n de recursos es impecable en t¨¦rminos de eficacia inversora: promover las acciones que poseen mayor capacidad de arrastre econ¨®mico, poco importa si se concentran en el litoral o en un determinado eje viario; la Comunidad Valenciana, en su conjunto, saldr¨¢ ganando aunque se acent¨²en sus desequilibrios internos. Pero esa l¨®gica contradice los fines de la cohesi¨®n econ¨®mica y social comunitaria, pues aplicada a la Uni¨®n Europea, las ayudas se hubieran concentrado en Renania, Lombard¨ªa y cada una de las restantes regiones ricas del continente. Tambi¨¦n alguien precisa aqu¨ª un ni?o de cuatro a?os que lo explique.
Cuesta imaginar que esta asignaci¨®n asim¨¦trica de recursos -la relativa pobreza de unos genera las ayudas que sirven para reforzar la relativa o no tan relativa riqueza de otros- haya respondido a un plan intencionado que posibilitara seguir disfrutando hasta 2006 de los fondos europeos. Pero las inversiones comunitarias apenas han llegado a las comarcas interiores, un amplio territorio que no debe convertirse en el patio trasero de un pa¨ªs en el que tanta tinta se ha empleado a prop¨®sito de su vertebraci¨®n. ?O acaso alguien cree que ¨¦sta vendr¨¢ dada por la creaci¨®n de la Academia de la Lengua?
Jos¨¦ A. Piqueras es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universitat Jaume I
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