Proceso a la raz¨®n pr¨¢ctica
Hoy quedar¨¢ visto para sentencia el juicio por prevaricaci¨®n y malversaci¨®n contra el consejero Gustavo Villapalos
Un injusto expediente acad¨¦mico impidi¨® a Manuel Garrido Jim¨¦nez, catedr¨¢tico de L¨®gica y Teor¨ªa de la Ciencia de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad Complutense, dar una ¨²ltima clase magistral a sus alumnos en el curso acad¨¦mico 1990-1991. Entonces, siguiendo la doctrina de la raz¨®n pura que durante d¨¦cadas hab¨ªa ense?ado a generaciones de universitarios, el profesor decidi¨® dar una lecci¨®n a aqu¨¦llos que le hab¨ªan afrentado e inici¨® un proceso contra la raz¨®n pr¨¢ctica, encarnada en la persona del ex rector y actual consejero de Educaci¨®n de la Comunidad, Gustavo Villapalos. El consejero se ha sentado esta semana en el banquillo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid acusado de sendos delitos de prevaricaci¨®n y malversaci¨®n de fondos, por los que el fiscal solicita penas de tres a?os de c¨¢rcel y 12 de inhabilitaci¨®n. Seg¨²n el escrito de acusaciones, Villapalos pag¨® 30 millones de pesetas con fondos de la universidad a Garrido para que retirase una querella contra ¨¦l.
Harto de esperar ser resarcido, el profesor Garrido reabri¨® el caso seis a?os despu¨¦s de iniciarlo
'Resulta sorprendente que un se?or que pide una indemnizaci¨®n, que se acuerda y que se le paga, a los tres a?os tenga dudas sobre su legalidad', declar¨® el ex rector en el juicio. Villapalos, que lleg¨® a rector tras ser profesor de una materia tan pr¨¢ctica como el Derecho, no pod¨ªa entender la psicolog¨ªa de su agraviado colega del departamento de L¨®gica.
Todo comenz¨® el 18 de julio de 1990, cuando la Inspecci¨®n de Servicios de la Universidad Complutense suspendi¨® cautelarmente al profesor de L¨®gica tras una denuncia presentada por la totalidad de los miembros de su departamento, excepto la esposa de Garrido. ?ste ten¨ªa que jubilarse unos meses despu¨¦s, pero una disposici¨®n universitaria le permitir¨ªa prorrogar la jubilaci¨®n casi un a?o m¨¢s. El 7 de septiembre, con la opini¨®n en contra de un inspector, se le abri¨® un expediente disciplinario que concluy¨® con una doble sanci¨®n.
Garrido, siguiendo la l¨®gica administrativa, present¨® el correspondiente recurso contencioso ante el mismo tribunal que ahora juzga a Villapalos. Y en 1993 consigui¨® una sentencia favorable por la que se anulaba la sanci¨®n y ¨¦l recobraba su puesto. Pero la l¨®gica lentitud del proceso judicial se enfrentaba a su l¨®gica personal. Hab¨ªan pasado tres a?os y, ya jubilado, la sentencia era de imposible aplicaci¨®n. El rectorado estaba dispuesto a corregir la sanci¨®n, y as¨ª se lo comunic¨® al profesor el 5 de abril de 1994. Pero pasaba el tiempo y Garrido no ve¨ªa llegar su resarcimiento, por lo que el 20 de octubre acudi¨® a la v¨ªa penal que, en l¨®gica judicial, requiere la presentaci¨®n de una querella criminal contra alguien. Y apunt¨® a la cabeza, eligiendo al entonces rector como m¨¢ximo responsable.
En la primavera de 1995, la situaci¨®n de la Complutense era ca¨®tica. Se deb¨ªan m¨¢s de 21.000 millones de pesetas, aunque en los bancos hab¨ªa una liquidez de 3.500 millones, y se estaban negociando traspasos de competencias con varios ministerios y la Comunidad, que, para colmo, se encontraba en proceso electoral.
Y en medio de todo este l¨ªo burocr¨¢tico estaba la patata caliente del profesor Garrido. A su causa se hab¨ªa sumado como abogado su cu?ado, el escurridizo Antonio Garc¨ªa-Trevijano, que pasaba apuros econ¨®micos y vio la posibilidad de ganarse un dinerillo. El 4 de abril de 1995, el abogado reclam¨® por carta al rectorado 50 millones por da?os y perjuicios y el nombramiento de Garrido como profesor em¨¦rito.
El 10 de mayo de ese a?o, Garrido estaba citado para declarar en el juzgado por la querella criminal. Un d¨ªa antes, el ex rector tom¨® cartas en el asunto y firm¨® tres resoluciones: que se abonase a Garrido una indemnizaci¨®n de 30 millones -sin que se haya presentado documentaci¨®n alguna que avale esta cantidad, aunque s¨ª ha quedado constancia en el juicio de que se habl¨® de la misma-, que se le nombrase profesor em¨¦rito y que se abriese un expediente a aqu¨¦llos que le denunciaron. Garrido, satisfecho, decidi¨® separarse de la querella. Seg¨²n ha afirmado en el juicio, su cu?ado le hab¨ªa dicho que era una condici¨®n de Villapalos, lo que no pudo acreditarse en la vista oral al negarlo Garc¨ªa-Trevijano. 'Es la palabra de uno contra la de otro', dijo a EL PA?S el profesor, que no se habla con su cu?ado desde hace a?os.
Despu¨¦s vino el rocambolesco episodio del cobro del dinero, en dos talones de 15 millones -uno para el profesor y otro para Garc¨ªa-Trevijano- firmados por el ex gerente de la universidad, Jes¨²s Calvo Soria, imputado en el sumario con las mismas acusaciones que Villapalos. Poco tiempo despu¨¦s, el entonces rector fue nombrado consejero de Educaci¨®n y se llev¨® consigo a la mayor parte del equipo de gobierno de la universidad. El caso Garrido pas¨® a la historia.
Pero Garrido no se rindi¨®. Peregrin¨® por todos los departamentos reclamando el cumplimiento de las otras dos resoluciones y esper¨® m¨¢s de un a?o. Finalmente, el 2 de septiembre de 1996 decidi¨® reabrir el proceso penal contra Villapalos. Y as¨ª, siguiendo la l¨®gica de un profesor que durante 10 a?os se ha visto enfrentado a un il¨®gico funcionamiento administrativo, se ha llegado al juicio que hoy quedar¨¢ visto para sentencia. El tribunal tendr¨¢ que decidir poniendo en un lado de la balanza la raz¨®n pura del profesor de L¨®gica agraviado y, en el otro, la raz¨®n pr¨¢ctica del profesor de Derecho que dej¨® las aulas por la pol¨ªtica.
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