Monipodio
En Sevilla existieron durante mucho tiempo dos diferentes normas de comportamiento social. La de la calle Sierpes y la del Patio de Monipodio. La una casi funciona todav¨ªa y se basa en el trato mercantil, celebrado a la luz de los paseantes en la arteria principal, y sellado con un simple apret¨®n de manos. Ay de aqu¨¦l, sin embargo, que no lo cumpla. Nadie m¨¢s volver¨¢ a hacer trato alguno con ¨¦l. Nadie volver¨¢ a mirarle a la cara. (No se sabe qu¨¦ es peor). La otra manera era la del truh¨¢n, arropado por la cofrad¨ªa de maleantes, ajustadores de cuentas y esportilleros al quite en las meras gradas de la catedral. Pero tambi¨¦n funcionaba con la f¨¦rrea ley de lo verbalmente pactado, y ay de aqu¨¦l que no pagara la cantidad convenida para tal o cual escarnio, apaleamiento o cuchillada trapera, con los que eran despachados ponedores de cuernos, culpables de estupro o incumplidores de palabras. Bien supo de todas estas miserias, y bien que las padeci¨®, don Miguel de Cervantes. Como que las dej¨® dichas y advertidas en su memorable ficci¨®n de Rinconete y Cortadillo, entre otras.
Ser¨¢ por la dureza de esas leyes, ser¨¢ por lo inaudito. El caso es que otros forasteros tardan mucho en comprenderlas. A deducir de lo manifestado por la segunda del PSOE andaluz, Mar¨ªa del Mar Moreno, todo esta trapisonda de las cajas de ahorro hispalenses tiene su origen en la m¨¢s c¨¢ndida ignorancia de la primera de esas dos reglas de la capital. Se colige de sus palabras que un dos de marzo pasado la direcci¨®n del partido culmin¨® un trabajoso pacto con entrambos presidentes de las tan repetidas entidades -que ya fatigan- para que la fusi¨®n y la renovaci¨®n de cargos corrieran en paralelo, sin trampas ni cart¨®n. Una especie de tercera v¨ªa entre posiciones irreconciliables, que ha sido admitida incluso por el se?or Clavero, uno de los expertos contratados por las Cajas, y en tribuna p¨²blica (Diario de Sevilla, 25.5.01), como el 'camino menos malo'. Suele ocurrir en pol¨ªtica, nos guste o no, que al final las soluciones de compromiso no contenten a nadie, pero son las ¨²nicas viables. Y as¨ª, el importante objetivo de la caja ¨²nica andaluza, aunque a trompicones, se puso en marcha, despu¨¦s de ese acuerdo de Beneroso y Benjumea con su partido. Pero hubo un fallo. 'No obstante -recogi¨® este peri¨®dico- tal acuerdo fue fruto del di¨¢logo, y no se firm¨® documento alguno'. Tal vez ah¨ª est¨¦ la clave de todo. Si ya las cosas escritas, como toda una ley, son pasto de la hermen¨¦utica, las que ni siquiera se llevan al papel pueden ser desde luego, no ya interpretadas, sino retorcidas o simplemente negadas. Se?ora m¨ªa, t¨¦ngase por comprendida esta vez, en funci¨®n del prolongado aprendizaje que le aguarda en esta urbe, tan bella como dual y peligrosa. Pero en otra ocasi¨®n, por favor, p¨®ngase a mano buen recado de escribir y de firmar. Nos ahorraremos, entre otras cosas, ver a los socialistas enredados consigo mismos y tener que superar amargas contradicciones en esta alambicada historia, para no acabar en la boca del lobo, donde ya se met¨ªan. Que de sabios es corregirse y de m¨¢s sabios api?arse frente al verdadero enemigo. Ahora es cuando se retorna al buen camino. S¨®lo falta que otros tengan alguna compasi¨®n de s¨ª mismos , y nos ahorren el triste espect¨¢culo de verles ara?ando la mullida tapicer¨ªa del sill¨®n donde el partido, y ninguna otra cosa, les puso.
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