Historia de un pacto de justicia
Michavila y L¨®pez Aguilar despacharon el pacto en 23 reuniones en restaurantes, aeropuertos, aviones y paseos
Dos brillant¨ªsimos licenciados en Derecho, profesores universitarios, ex becados de la prestigiosa Universidad estadounidense de Harvard, ahora ya cuarentones, altos, bien parecidos y mejor trajeados, pasean por la calle de San Bernardo de Madrid. Toman un oscuro coche oficial blindado. Es medianoche. Paran en el quiosco de la Puerta del Sol y recogen los peri¨®dicos. No vienen de ninguna juerga. Llevan horas ultimando y reescribiendo en secreto el pacto de Estado para la reforma de la justicia, un hito jam¨¢s conseguido en la historia de Espa?a.
Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila, secretario de Estado de Justicia del Gobierno del PP, y Juan Fernando L¨®pez Aguilar, secretario de Libertades P¨²blicas y Desarrollo Auton¨®mico de la ejecutiva federal del PSOE, apenas se conoc¨ªan hace cuatro meses. Ahora casi son amigos. Han entablado una buena relaci¨®n. Han quedado incluso para cenar ya en privado, celebrar el hist¨®rico acuerdo y presentarse mutuamente a su esposa y a su compa?era. Y eso que part¨ªan de situaciones vitales muy diferentes.
'La justicia es un poder, como siempre pens¨® la derecha, y un servicio, como cree la izquierda'
Michavila, n¨²mero uno de su oposici¨®n de letrado del Consejo de Estado, s¨®lo conoci¨® en su infancia las apreturas l¨®gicas de una buena familia con ocho hermanos, pero con un padre que alcanz¨® la c¨²pula militar. L¨®pez Aguilar irrumpi¨® casi de cero en Canarias hasta acaparar los mayores laureles en su licenciatura y fin de carrera en Granada, donde se labr¨® fama por sus melenas y su radicalidad de izquierdas.
Cuatro meses de duro trabajo, 23 reuniones oficiales, una docena de frugales comidas en el Ministerio y de relajadas cenas en la bodega de Cuenllas, cientos de llamadas, un buz¨®n entero de mensajes de Internet y de faxes intercambiados, viajes conjuntos en avi¨®n, encuentros en el aeropuerto, charlas en los pasillos y recovecos del Congreso han merecido la pena.El jueves 31 de mayo, a las 13.30, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, se sienta en una noble mesa de madera del sal¨®n Tapies de La Moncloa a firmar con los secretarios generales del PP, Javier Arenas, y del primer partido de la oposici¨®n, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, un documento de 20 p¨¢ginas color sepia con 23 puntos que inmortalizan todos los medios de comunicaci¨®n.
Un pacto de tal trascendencia que pretende recuperar, seg¨²n PP y PSOE, un siglo muy en blanco en la historia judicial de Espa?a.
L¨®pez Aguilar y Michavila se sentaron por primera vez cara a cara a las 10.00 horas del mi¨¦rcoles 28 de febrero de 2001 en un despacho de la primera planta del caser¨®n n¨²mero 45 de la madrile?a calle de San Bernardo, sede hist¨®rica y de parqu¨¦ crujiente del Ministerio de Justicia. No lo hicieron solos. Les arropaban dos patas b¨¢sicas de este pacto: el veterano diputado socialista por Huelva Javier Barrero y el subsecretario de Estado de Justicia, Ignacio Astarloa, al que todos conocen por sus ocho a?os como secretario general del Congreso de los Diputados y al que reconocen una incuestionable autoridad t¨¦cnica y un magn¨ªfico sentido del humor.
El ministro de Justicia, ?ngel Acebes, que ese d¨ªa estuvo con ellos y que m¨¢s tarde comparti¨® otras dos citas, hab¨ªa fijado los l¨ªmites del terreno de juego en su comparecencia ante el Congreso del 14 de febrero donde ofreci¨® formalmente el Pacto de Estado.
En el contacto del 28 de febrero, las delegaciones del Gobierno y el PSOE se tantearon y tomaron el pulso, hablaron sobre el formato de las negociaciones y sobre qu¨¦ consultar¨ªan a todos los sectores afectados. Resolvieron que las discusiones no pod¨ªan eternizarse y limitaron el plazo para llegar al pacto al periodo de sesiones parlamentarias que acaba en junio.
Ya entonces se constat¨® que ni el PP estaba dispuesto a ceder su compromiso pol¨ªtico de cambiar la elecci¨®n de 12 miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)para dar ese poder a los jueces, ni el PSOE quer¨ªa renunciar a que esa competencia permaneciese en la instituci¨®n que mejor representa a los ciudadanos: las Cortes.
A partir de esa fecha los encuentros se produjeron. Seg¨²n el Gobierno, el PSOE intent¨® aparcar el problema de la elecci¨®n del CGPJ para avanzar en lo dem¨¢s. El PP se neg¨®. Otro d¨ªa, seg¨²n el PSOE, desde el Gobierno les preguntaron: '?Si hay coincidencia en todo menos en la elecci¨®n del Consejo est¨¢is dispuestos a firmar el pacto de Estado?'. La respuesta fue no. Tampoco se rompieron las conversaciones.
M¨¢s de 20 leyes a revisar, tres millones de asuntos pendientes en los juzgados y una opini¨®n abrumadora contra el funcionamiento lento (82%) y malo (46%) de la justicia se impusieron a otras l¨®gicas partidistas.
Se convocaron m¨¢s reuniones, se emborronaron papeles, se baraj¨® toda la documentaci¨®n imaginable. Seste¨® marzo. Los interlocutores quedaron el 20 y el 28 de ese mes. Y flu¨ªan con cierta sorpresa temas como el mapa judicial, el papel de los Tribunales Superiores, las necesidades de medios y personal.
Hasta que un d¨ªa, Michavila pregunt¨® esc¨¦ptico a L¨®pez Aguilar y Barrero: '?Pero vosotros de verdad quereis el pacto?'. Todos lo quer¨ªan, pero no se fiaban de las razones de sus contrarios. Empezaron a olvidar resabios y presiones cuando pasaban las semanas y los meses y no se produc¨ªan filtraciones de sus trabajos.
Hubo m¨¢s cenas y comidas los d¨ªas 4, 16, 24 y 30 de abril. Michavila recogi¨® en su coche oficial a L¨®pez Aguilar, que es canario, en el aeropuerto de Barajas para aprovechar m¨¢s el tiempo. En otra ocasi¨®n coincidieron en un vuelo precisamente a las islas.
Cuando estaban cansados del despacho paseaban por los aleda?os de San Bernardo. M¨¢s de una vez, cuando las conversaciones se alargaban hasta la madrugada, Michavila llevaba luego a L¨®pez Aguilar a su peque?o apartamento cerca del Congreso y enfilaba despu¨¦s hacia las urbanizaciones m¨¢s notables del noroeste de Madrid. A esas horas aprovechaban para comprar la prensa reci¨¦n horneada en Sol. Y comentaban su experiencia com¨²n universitaria o su paso acad¨¦mico por Harvard.
L¨®pez Aguilar ten¨ªa sobre Michavila buenas referencias, directamente de Rodr¨ªguez Zapatero, pero tambi¨¦n el prejuicio del estereotipo de un dirigente de las mejores familias de derechas. Una vez, incluso, L¨®pez Aguilar le reproch¨® a Michavila la insistencia del PP por el m¨¦todo de las oposiciones para ingresar en la carrera judicial como el propio de 'los ricos' frente al m¨¢s reequilibrador de la izquierda, con la correcci¨®n del tercer y cuarto turno para expertos de 'm¨¦ritos relevantes'. Michavila, que ha llegado a equiparar a Zapatero con Tony Blair, amortigu¨® ese rechazo cuando le cont¨® que hab¨ªa vivido con sus padres y ocho hermanos en un piso de 83 metros cuadrados.
L¨®pez Aguilar y Michavila dieron varios pasos adelante el d¨ªa que corroboraron que 'la justicia es adem¨¢s de un poder, como siempre pens¨® la derecha, un servicio p¨²blico, como reivindica la izquierda'.
La intensidad de los debates afect¨® estos meses a la vida privada de los negociadores. Michavila cumpli¨® el 28 de marzo 41 a?os y hab¨ªa quedado con su mujer para celebrarlo durante la comida. Por esa raz¨®n, program¨® la reuni¨®n con L¨®pez Aguilar para las 11 de la ma?ana. Pero s¨®lo la interrumpieron para tomar otro aperitivo de jam¨®n y queso. Se marcharon para casa a las seis de la tarde, pero desatascaron sus divergencias sobre el jurado: 'La nueva ley de Enjuiciamiento Criminal abordar¨¢ la readaptaci¨®n del sistema de jurado a la luz de la experiencia observada en su funcionamiento'.
Hasta ese momento, el PP defend¨ªa la necesidad de revisar el jurado puro por un sistema escabinado, con participaci¨®n de juristas. Los socialistas argumentaron con muchos datos que el jurado estaba casi consolidado y que aunque se hab¨ªa producido en alg¨²n caso alguna sentencia inapropiada, en general funcionaba bien.
Otro d¨ªa, en Canarias, L¨®pez Aguilar le present¨® a Michavila a su compa?era y ¨¦sta le espet¨® de broma: 'T¨² eres el que est¨¢s siempre con ¨¦l cuando le llamo al m¨®vil'. Una de esas llamadas de urgencia de L¨®pez Aguilar sorprendi¨® a Michavila y Acebes dentro del Teatro Real.
El pacto sobre la justicia, entre tanto, segu¨ªa un ritmo constante. Se produjeron largas reflexiones sobre la importancia de la Oficina Judicial, sobre la necesidad de agilizar los procedimientos, sobre la Carta de Derechos de los ciudadanos. Y siempre, al final, sal¨ªa a colaci¨®n la enorme disparidad sobre el m¨¦todo para elegir a los consejeros del Poder Judicial.
A finales de abril, los d¨ªas 24 y 30, en esas citas sufragadas por el Ministerio en el Cuenllas, en el n¨²mero cinco de la calle de Ferraz, los interlocutores llegaron a la conclusi¨®n de que no ten¨ªan m¨¢s remedio que compaginar ambas f¨®rmulas, como hab¨ªa aventurado en octubre Javier Delgado, el presidente del Consejo General del Poder Judicial, en el 20? aniversario de esa instituci¨®n. Consultaron con sus superiores y hasta Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar acept¨® que renunciando algo a sus compromisos m¨¢ximos hasta podr¨ªa reportarle beneficios al Gobierno la 'doble legitimidad' de que las propuestas de los jueces fuesen refrendadas tambi¨¦n por el Parlamento.
Se enfilaba la recta final. Ni el PSOE ni el Gobierno quer¨ªan mezclar ese pacto estrat¨¦gico con la campa?a electoral vasca. Acebes apremiaba para resolver un c¨²mulo de cuestiones judiciales pendientes antes del 30 de mayo. Y los socialistas tampoco quer¨ªan que esa imagen pactista se postergase como para solaparse con el primer debate de la naci¨®n en el Congreso entre Aznar y Zapatero, que ser¨¢ el 26 de junio.
En el peor momento, cuando los negociadores intercambiaban ya m¨¦todos posibles y muy dispares para que las asociaciones judiciales tuviesen capacidad de votaci¨®n, unos a favor del voto directo con urnas, otros en funci¨®n de su representaci¨®n proporcional, Aznar y Zapatero se lanzaron serios avisos p¨²blicos. El presidente rechaz¨® convertir el pacto en un mero reparto de cuotas. El l¨ªder del PSOE replic¨®: 'No pueden trasladarse las urnas a donde no le corresponden'. El PSOE, en ese ¨®rdago, sab¨ªa que llevaba las de perder, porque la asociaci¨®n mayoritaria del sector (APM) es muy conservadora y podr¨ªa acaparar todos los puestos.
Con la l¨ªnea de meta a la vista, el pacto encall¨®. En este punto clave, las versiones difieren algo. Incluso dentro de los negociadores de cada partido. Consultados todos los afectados, nadie quiere personalizar al autor de la salom¨®nica soluci¨®n final. El resultado fue, en cualquier caso, que L¨®pez Aguilar y Barrero interpretaron que no pod¨ªan ir m¨¢s lejos y que necesitaban el aval definitivo de Rodr¨ªguez Zapatero. A Acebes, que tiene la confianza total de Aznar hace a?os, tampoco le vino mal atribuirle un papel resolutor a Arenas.
Zapatero y Arenas hablan casi a diario, han conectado bien y se conceden autoridad para resolver muchos asuntos conflictivos entre ambos partidos. En esos d¨ªas, por ejemplo, estaban a¨²n por analizar los resultados de las elecciones vascas y sus consecuencias sobre el pacto antiterrorista. Quedaron a comer en el reservado del Cuenllas. A los caf¨¦s se incorporaron Acebes y L¨®pez Aguilar. Pusieron sobre el mantel los problemas de la justicia. Y la f¨®rmula m¨¢gica surgi¨®: se nombrar¨ªa a los 12 consejeros entre una lista de 36 candidatos, de los cuales la mitad los propondr¨ªan proporcionalmente las asociaciones y la otra mitad los jueces no asociados con un m¨ªnimo de avales.
A las siete de la tarde del mi¨¦rcoles 23 de mayo ya s¨®lo hicieron falta unas miradas para desbloquear el enigma. Todos brindaron con cava. Y Arenas brome¨®: 'Si ma?ana nos encontramos la noticia en EL PA?S es que la habeis filtrado vosotros, si aparece en Abc es culpa nuestra'. El 'desbloqueo' apareci¨® en EL PA?S y La Raz¨®n. Todos se llamaron, se cruzaron acusaciones y adjuraron de los periodistas. Cuatro meses de lealtad y un pacto de estado estuvieron a punto de resquebrajarse. Perfilados los detalles, el domingo 27 de mayo, a las ocho de la tarde, Michavila llam¨® al m¨®vil de L¨®pez Aguilar, que lo descolg¨® en la escalerilla de un avi¨®n en Canarias: 'Ya est¨¢, esto no se toca m¨¢s, ma?ana lo presentamos a la prensa'.
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