El retorno de la inflaci¨®n
La inflaci¨®n ha rebrotado en Europa. El martes se hac¨ªan p¨²blicos los ¨ªndices de precios de Alemania y Francia, que se han disparado hasta el 3,5% y el 2,3%, respectivamente. En Espa?a, el IPC de mayo (0,4) ha ido en consonancia, ahondando una tendencia que se arrastra desde hace m¨¢s de un a?o. La tasa interanual se sit¨²a ya en un 4,2%, la peor desde que gobierna el PP y que nos retrotrae a diciembre de 1995. Por coyunturales que sean algunas de sus causas -encarecimiento del petr¨®leo, secuelas de las vacas locas y la fiebre aftosa en el sector de alimentaci¨®n-, hay evidencias de que este repunte inflacionista es algo m¨¢s que una nube de verano. Y la consecuencia m¨¢s previsible es que puede bloquear a corto plazo cualquier tentativa de bajar los tipos de inter¨¦s en la zona del euro.
El diagn¨®stico no es menos inquietante por el hecho de que las causas sean circunstanciales. Porque si en los pr¨®ximos meses se mantiene la presi¨®n de los precios del crudo sobre la inflaci¨®n, se llegar¨¢ en Europa a la p¨¦sima combinaci¨®n de precios elevados en un marco de desaceleraci¨®n de la econom¨ªa. Parecido a lo que en la d¨¦cada de los setenta se conoci¨® como estanflaci¨®n (estancamiento econ¨®mico con inflaci¨®n), aunque el fen¨®meno tenga por ahora menos gravedad que entonces. Que ese riesgo existe lo demuestra que la producci¨®n industrial europea (y tambi¨¦n la espa?ola) est¨¦ ya en evoluciones recesivas y tambi¨¦n que por segundo mes consecutivo se hayan disparado los precios en los pa¨ªses centrales del ¨¢rea euro.
Todo ello coloca ante una disyuntiva delicada al Banco Central Europeo (BCE): apagar el fuego de la inflaci¨®n o inyectar est¨ªmulos monetarios para reanimar la ex¨¢nime econom¨ªa de la regi¨®n. Un problema que no se contemplaba hasta hace unos meses, pero que es uno de los cl¨¢sicos de la teor¨ªa econ¨®mica. Definir cu¨¢l es la prioridad en el momento actual, apoyar el crecimiento o frenar la inflaci¨®n. A ello hay que a?adir la debilidad cong¨¦nita del euro respecto al d¨®lar, lo que inclina a pensar que la opci¨®n m¨¢s correcta ser¨ªa proseguir con la rebaja de tipos de inter¨¦s. Pero, teniendo en cuenta la tradici¨®n r¨ªgida y la ortodoxia del BCE, este c¨¢lculo es improbable en la actualidad. La econom¨ªa estadounidense asimila perfectamente tasas de inflaci¨®n superiores al 3% anual (tambi¨¦n esta semana se conocer¨¢n sus datos de coyuntura) sin que la Reserva Federal (Fed) modifique su mensaje de que 'no existen riesgos inflacionistas'.
En el caso de Espa?a, los responsables econ¨®micos gubernamentales no deben esconderse detr¨¢s de ese crecimiento general de los precios en Europa. Alemania y Francia pueden esgrimir que el rebrote inflacionista es reciente; pero la econom¨ªa espa?ola est¨¢ en fase de inflaci¨®n creciente al menos desde mediados de 1999, en torno a un punto por encima de la inflaci¨®n media europea, sin que aparezcan las reformas estructurales y liberalizadoras prometidas para flexibilizar los mercados y enfriar los precios.
No es de recibo, por ejemplo, que el tabaco, un producto vendido en r¨¦gimen de monopolio en la pr¨¢ctica, sea el responsable de una parte del crecimiento del IPC de mayo, sin que el Gobierno, que se ha autoatribuido las responsabilidades de competencia, mueva un solo dedo para corregir esta situaci¨®n. Los ciudadanos agradecer¨ªan menos autocomplacencia en la descripci¨®n de algunas evidencias de car¨¢cter general, por ejemplo ese estribillo tan antiguo de que 'estamos creciendo por encima de la media europea', y m¨¢s determinaci¨®n en el establecimiento de condiciones que hagan efectiva la competencia. En ese terreno es donde se juega el Gobierno la capacidad de demostrar que es capaz de guiar la econom¨ªa en tiempos de tribulaci¨®n.
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