Dirigir aviones desde 'una jaula de oro'
62 controladores se encargan de supervisar el tr¨¢fico a¨¦reo desde las torres del aeropuerto de Barajas
'Atenci¨®n, vuelo JKK875, dir¨ªjase hacia la cabecera de la pista 33. Puede iniciar el vuelo dentro de dos minutos'. Con una frase similar, los controladores de la torre dan v¨ªa libre a los miles de aeronaves que despegan del aeropuerto de Barajas. La operaci¨®n puede parecer rutinaria y hasta mec¨¢nica. Sin embargo, sus protagonistas aseguran que cada d¨ªa se enfrentan con nuevas condiciones que hacen distintas cada jornada laboral.
El tr¨¢fico del aeropuerto de Barajas se dirige desde dos torres de control. La antigua, situada justo encima de la terminal de vuelos nacionales, se encarga de dirigir a las aeronaves desde que aterrizan hasta su lugar de aparcamiento. Cuando quieren despegar, tambi¨¦n les indican qu¨¦ calles interiores del aer¨®dromo deben utilizar para salir. La parte m¨¢s importante se lleva desde el hongo, una enorme torre de control de 71 metros de altura inaugurada en el verano de 1998. Aqu¨ª, cuatro controladores, un ayudante y un supervisor deciden en qu¨¦ orden y con qu¨¦ cadencia salen y llegan los aviones.
'Cuando sale un avi¨®n 'pesado', hay que esperar para que las turbulencias no interfieran en otras aeronaves'
El acceso a la torre resulta toda una experiencia. La entrada se hace por una carretera muy vigilada, por la que s¨®lo acceden los trabajadores y las visitas programadas y autorizadas. Dos ascensores externos permiten tener una vista panor¨¢mica de las pistas y de las terminales de Barajas. Despu¨¦s se entra en una zona restringida. En la primera planta est¨¢n los sistemas de aire acondicionado y la parte de servicios de la torre. En la segunda se guardan los equipos inform¨¢ticos y simuladores donde se entrenan los controladores en pr¨¢cticas. Ya en el tercer piso se halla la zona de descanso de los controladores. Televisi¨®n, un futbol¨ªn y grandes sof¨¢s decoran la estancia. Afuera, una terraza que rodea todo el per¨ªmetro completa esta zona. La cuarta planta es la parte m¨¢s sensible de la torre. Desde all¨ª se dirige el tr¨¢fico. En la quinta y ¨²ltima se encuentran los radares.
Los controladores que se encargan de los aterrizajes se sientan mirando al sur. Las aeronaves que entran en Barajas siempre lo hacen por la zona de Perales del R¨ªo y sobre Coslada, salvo que haya viento del Sur, en cuyo caso lo har¨ªan en sentido contrario. Mientras, los encargados de las salidas se sientan frente a la llamada tercera pista, la situada m¨¢s al norte.
El procedimiento para despegar siempre es el mismo. El piloto debe pedir permiso para poner en marcha las turbinas. La torre de la terminal, tras autorizarle, le indica por d¨®nde debe dirigirse a la pista de despegue. Cuando ya est¨¢ en marcha, el controlador se lo pasa a su compa?ero del hongo. ?ste establece la secuencia de salida. En Barajas el r¨¦cord de salidas por hora est¨¢ en 46 aeronaves. 'Puede parecer poco, pero hay que tener en cuenta que cuando sale un avi¨®n heavy [pesado], hay que dejar un tiempo de espera de unas cuatro millas para que las turbulencias no interfieran en las aeronaves que vienen detr¨¢s', explica un controlador con 22 a?os de profesi¨®n a sus espaldas.
El controlador se encarga de indicar a los pilotos la ruta que deben seguir. En este caso, un Boeing 747 de Iberia con destino al aeropuerto JFK de Nueva York es el siguiente en despegar. El controlador le acaba de decir al comandante que debe salir por la ruta de Somosierra, en lugar de Navas y Zamora, como suele ser lo habitual. Unas maniobras militares impiden ese trayecto. El piloto llama de nuevo a la torre: 'Me parece muy dif¨ªcil poder tomar esa ruta, porque llevamos un avi¨®n muy pesado y no va a poder subir tan r¨¢pido'. 'Lo s¨¦. De hecho, a su avi¨®n le llaman el acu¨¢tico [lleva un sistema de acelerador por agua]. Si no se cree capaz, pida al control de Torrej¨®n de Ardoz que le meta por la zona de maniobras, pero con sumo cuidado', concluye el controlador. Poco a poco, el jumbo empieza a tragar pista y justo, cuando le faltan unos 500 metros para acabarla, emprende lento el vuelo.
Las incidencias en la torre son numerosas, aunque casi todas son consideradas rutinarias por los controladores. 'Que un avi¨®n reemprenda el vuelo, en lugar de aterrizar, es frecuente. Si el piloto lo ha hecho, es porque lo cree necesario o porque ha preferido dar una pasada para que nosotros veamos si lleva fuera el tren de aterrizaje', explica otro controlador que lleva largos a?os en la profesi¨®n. 'Esto ha cambiado mucho. Antes hac¨ªamos las aproximaciones de forma visual. Cuando ve¨ªamos el aparato, le dabamos permiso para aterrizar. Siempre nos fij¨¢bamos en el tren de aterrizaje', a?ade este experto en aeron¨¢utica. Ahora, sin embargo, dos grandes pantallas muestran el movimiento de los aviones. Uno recoge las incidencias en vuelo y la forma en que llegan y se marchan las aeronaves. La otra, conectada con el radar de superficie, sirve para ver sus movimientos dentro de Barajas.
Mientras los dos profesionales comentan las peripecias dentro de la torre, un avi¨®n de Lufthansa (l¨ªneas a¨¦reas alemanas) que est¨¢ listo para despegar pide un procedimiento de 'primera izquierda'. Un pasajero ha enfermado y pide abandonar la pista por la primera calle de la izquierda. 'Cuando est¨¦ listo de nuevo, p¨ªdanos permiso para despegar', le indica el controlador. La cosa parece m¨¢s grave de lo previsto: el comandante del avi¨®n reclama la presencia de un m¨¦dico. Al final sale con una hora de retraso, tras desembarcar al paciente.
El trabajo se intensifica por rachas. Los peores d¨ªas son los principios de los fines de semana. 'Un jueves a las doce de la ma?ana, no hay quien d¨¦ abasto para sacar todos los aviones. Se forman filas de hasta 20 que piden salir cuanto antes', explica un controlador. En las entradas, la situaci¨®n tampoco mejora, por lo que hay que juntarlos lo m¨¢s posible. Esto se traduce en general en estr¨¦s. Para evitarlo, los profesionales se relevan cada dos horas y descansan otra.
La torre, seg¨²n los controladores, resulta muy moderna, en cuanto comodidades y dise?o. Eso no quita para que algunos sigan prefiriendo la antigua. Estaba en el centro del aeropuerto y, en los descansos, pod¨ªan bajar a dar un paseo por la terminal o tomarse un refresco en las cafeter¨ªas del aeropuerto. 'Esto es como una jaula de oro', confiesa un controlador.
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