El nuevo perfil de la familia espa?ola
Veinte a?os despu¨¦s de la legalizaci¨®n del divorcio, proliferan distintas estructuras de convivencia
El divorcio cumple 20 a?os y bate r¨¦cords. Desde que, el 22 de junio de 1981, el Parlamento aprobara una ley pol¨¦mica, m¨¢s de un mill¨®n de matrimonios han acudido a los tribunales. Casi 700.000 han logrado la separaci¨®n (paso imprescindible para el divorcio) y cerca de medio mill¨®n han obtenido la disoluci¨®n definitiva, seg¨²n los datos oficiales que llegan hasta 1999. El ritmo crece y ya ronda las 100.000 sentencias anuales. Con todo, los espa?oles se divorcian menos que los europeos (la mitad de la media de la UE). El aumento de las fracturas y de las uniones de hecho impulsa nuevos tipos de hogares, como los monoparentales y los reconstituidos, a veces con hijos procedentes de distintas uniones.
'Este es mi pap¨¢, esta es mi mam¨¢. Esta es mi hermana Lara, que es mi hermana, pero no es la hija de mi pap¨¢; es la hija de Enrique y de mam¨¢. Este es mi hermano Claudio, que no es hijo de mi mam¨¢, pero s¨ª de mi pap¨¢. Adem¨¢s, Lara tiene un hermano que es hijo de su pap¨¢ y de otra mam¨¢'. Cuando la peque?a C., de seis a?os, dibuja a su familia, ofrece explicaciones con naturalidad. No le parece un galimat¨ªas, sino algo normal. Seg¨²n su padre, lo ¨²nico que le fastidia es que ella s¨®lo tiene unos Reyes y unas vacaciones; ventajas dobles para sus medio hermanos. Ellos, adem¨¢s, tienen dos casas, aunque una s¨®lo ejerza de hogar los fines de semana alternos.
El padre de C. obtuvo una de las 482.364 sentencias de divorcio dictadas por los tribunales desde que el Parlamento aprob¨® la disoluci¨®n del matrimonio, el 22 de junio de 1981. Desde entonces hasta 1999, los jueces han concedido tambi¨¦n 697.202 separaciones, paso imprescindible para obtener el divorcio.
Casi 100.000 sentencias
'El divorcio ha facilitado la normalizaci¨®n de estructuras familiares que ya exist¨ªan antes de la legalizaci¨®n', explica la catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa In¨¦s Alberdi, autora del libro La nueva familia espa?ola. 'Ahora, al aumentar las rupturas , proliferan esos hogares distintos', afirma. 'Se trata de los monoparentales, encabezados por s¨®lo un adulto y los reconstituidos . Los dos empiezan a considerarse normales', detalla Alberdi.
Quiz¨¢ por eso, a C. no le extra?a que la composici¨®n de su familia var¨ªe seg¨²n los d¨ªas . 'Intentamos que los dos hermanos de la ni?a coincidan con ella el s¨¢bado y el domingo que les toca estar con nosotros', afirma su padre. Los fines de semana son el momento ¨¢lgido de las familias reconstituidas, es entonces caundo el n¨²mero de ni?os crece o disminuye con un trasiego de bolsos de viaje. Eso, si las cosas van bien y se siguen las pautas establecidas.
'El incumplimiento del r¨¦gimen de visitas, muy frecuente, y el impago de las pensiones son el gran caballo de batalla de las parejas rotas con hijos', asegura Luis Zarraluqui, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Abogados de Familia. 'Los ni?os son m¨¢s v¨ªctimas de esas desavenencias que del divorcio en s¨ª', a?ade.
Con o sin desacuerdos, este tipo de nuevas familias tienen pautas propias. 'Como se aportan los hijos anteriores y, adem¨¢s, puede nacer alg¨²n otro, es imprescindible no suplantar la figura del padre o la madre biol¨®gicos', explica Carlos Herraiz, presidente de la Asociaci¨®n de Padres Separados y cabeza de una de estas familias. 'Adem¨¢s, hay que ser muy organizados con los horarios de entrega y recogida de los chavales', a?ade. Cree que este tipo de hogar goza de aceptaci¨®n creciente, pero a¨²n provoca 'cierto morbo'. El lenguaje no ayuda. La dureza de los t¨¦rminos madrastra o hermanastro invita a eufemismos como 'la mujer de mi padre' o 'mi hermano que no es hijo de mi madre'.
M¨¢s all¨¢ de los t¨¦rminos, hay otros incovenientes. 'Las segundas uniones, cuando hay hijos de por medio, a?aden conflictividad a la convivencia familiar', advierte Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, presidenta de la Asociaci¨®n de Mujeres Separadas y Divorciadas. 'El ¨¦xito o el fracaso de las familias reconstituidas depende de la actitud de cada miembro', afirma Jos¨¦ Luis Linaza, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva. 'Hay que dar tiempo a los ni?os para que asimilen la situaci¨®n. Los cr¨ªos no deben perder el contacto con sus padres biol¨®gicos', prosigue. 'Si para un padre o madre biol¨®gicos ya es dif¨ªcil criar a un hijo, m¨¢s complicado a¨²n suele resultar la tarea cuando no existen esos lazos', reflexiona Linaza.
Con sus afectos o desencuentros, los ni?os van y vienen, a veces v¨ªctimas del desacuerdo entre los padres. Muchos transitan por las dos caras de una misma moneda: de la familia reconstituida a la monoparental, casi siempre encabezada por la madre. Aunque no hay datos espec¨ªficos, los expertos aseguran que los padres inician segundas uniones en mucha mayor medida que las madres. ?stas obtienen, casi siempre, la custodia de los ni?os. 'El 80% de los padres no la pide', matiza P¨¦rez del Campo. De hecho, de los 265.500 hogares con hijos encabezados por un s¨®lo adulto en Espa?a (el total de hogares con ni?os supera los dos millones), casi nueve de cada diez est¨¢n dirigidos por mujeres. M¨¢s de la mitad est¨¢n separadas o divorciadas (ver gr¨¢fico en p¨¢gina siguiente).
Una de ellas es Rosa, cabeza de un hogar con dos hijos. Pide omitir su identidad completa, como otros entrevistados. 'La dificultad de la familia monoparental depende en gran medida de la actitud que tome el ex c¨®nyuge. Si cumple sus obligaciones y no abandona a sus hijos, las cosas funcionan mejor', se?ala. 'Quien se queda con la custodia no puede ejercer de padre y madre, aunque lo intente. Por eso, es imprescindible que se proteja el derecho de los menores a tener las dos figuras', asegura.
Ser cabeza de familia en solitario (los jueces suelen establecer la patria potestad compartida y la custodia s¨®lo a un c¨®nyuge, que se queda en el domicilio familiar) supone 'una responsabilidad enorme, muy superior a la de la otra persona', explica Rosa. Adem¨¢s, casi siempre obliga a apretarse el cintur¨®n: disminuyen los ingresos. 'Las mujeres solas al frente del hogar ya no estamos mal vistas, pero a veces estamos bajo sospecha', a?ade.
Nuevas madres
De miradas extra?as sabe bastante Jos¨¦ Antonio, que ilustra la excepci¨®n masculina al frente de un hogar monoparental. 'A finales de 1982, mi mujer decidi¨® cortar conmigo. Como ella ten¨ªa prisa por rehacer su vida con otro hombre, acept¨® que yo me quedara con la custodia de las dos ni?as, de ocho y 10 a?os', relata. 'En aquella ¨¦poca todav¨ªa no era normal divorciarse y, mucho menos, que el marido se quedara con los hijos. De cara a la galer¨ªa yo era un bicho raro', a?ade. Tanto, que durante medio a?o ¨¦l ocult¨® la situaci¨®n incluso a su familia.
En las casi dos d¨¦cadas transcurridas desde entonces, Jos¨¦ Antonio ha encontrado muchos hombres divorciados, pero ninguno que haya seguido su mismo camino. 'La mayor¨ªa de los varones son incapaces de vivir solos y, mucho m¨¢s, de hacerse cargo de los hijos en esa situaci¨®n. Nadie se puede quedar con el ni?o si antes no se ha currado la paternidad y le ha atendido en todos los aspectos', asegura. A estas alturas, ¨¦l est¨¢ convencido de que un hombre puede sacar adelante a sus hijos igual que una mujer.
Tambi¨¦n surgen hogares monoparentales ajenos a la rupturas o la viudedad. Generalmente, se trata de mujeres sin pareja que optan por tener un hijo. Como Amparo, una profesional soltera de 46 a?os madre de una ni?a de seis. 'Fue una decisi¨®n deliberada. Yo dispon¨ªa de una vida estable y quer¨ªa tener un hijo. Me pareci¨® que la existencia de un compa?ero fijo no era un requisito imprescindible', explica. 'Tener un hijo sola no supone una merma, pero s¨ª una dificultad, aunque el padre colabore en la crianza como en mi caso', a?ade.
'La ni?a no tiene sentimiento de p¨¦rdida respecto a su padre. Sin embargo, a veces pregunta por qu¨¦ no vivimos juntos', detalla Amparo. 'Las madres solteras ya no estamos estigmatizadas, pero se mantienen prejuicios hacia nosotras', asegura. Su modelo escasea. Seg¨²n el Instituto de la Mujer, en Espa?a hay 27.600 hogares con ni?os encabezados por solteras y 600 dirigidos por hombres en esa situaci¨®n. La estad¨ªstica no detalla cu¨¢ntos son fruto de una postura como la de Amparo.
En cambio, abundan mucho m¨¢s otros hogares de nuevo cu?o, los de las parejas de hecho. Seg¨²n una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), el 56,7% de la poblaci¨®n considera positivo o muy positivo el aumento de las parejas que conviven sin haberse casado. Dos de cada 10 las rechazan, una proporci¨®n algo superior a la de quienes las ven con indiferencia.
M¨¢s hijos extraconyugales
Para Alberdi, el auge de las parejas de hecho no est¨¢ tan relacionado con el divorcio como con otra reforma de hace 20 a?os, la equiparaci¨®n entre los hijos matrimoniales y los extraconyugales. En Espa?a, los nacimientos fuera del matrimonio ya suponen el 13% del total, justo la mitad de la media en la Uni¨®n Europea.
'Las parejas de hecho heterosexuales, suelen tener una estructura de hogar igual que la de los matrimonios. La diferencia estriba en el grado de libertad que quieren mantener sus miembros', considera Alberdi. 'Suele ser una opci¨®n personal. Implica carecer de los derechos matrimoniales a la hora de heredar o de recibir una pensi¨®n de viudedad', lamenta Juan, treinta?ero con pareja de hecho y descendencia. Aunque en varias comunidades est¨¢n reguladas esas uniones, 'el gran problema surge cuando se disuelven', dice Zarraluqui. Pide una legislaci¨®n espec¨ªfica, aunque cuando hay hijos se aplican las pautas del divorcio.
'El tipo de familia no garantiza la felicidad', sentencia el catedr¨¢tico Linaza. Lo importante es la convivencia arm¨®nica. Aunque alg¨²n ni?o pregunte a otro: '?Tu pap¨¢ es de los que se quedan a dormir?'.
Fracturas, s¨ª, pero menos
Los nuevos vientos familiares no pasan inadvertidos. As¨ª lo constata una encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), realizada el pasado diciembre para medir la opini¨®n sobre la evoluci¨®n social registrada en Espa?a durante los ¨²ltimos 25 a?os. En ella, el 82,6% de los ciudadanos asegura que, en ese lapso, se han producido 'muchos cambios' en el matrimonio y la vida familiar. S¨®lo el 12,6% cree que han sido escasos. El resto no observa o dice desconocer las modificaciones.
Entre ese 95,2% de espa?oles que sostiene la existencia de novedades en el ¨¢mbito familiar, el cambio m¨¢s valorado es la mayor igualdad en derechos y deberes entre los c¨®nyuges. Es la modificaci¨®n m¨¢s positiva para el 58,4%. Le sigue el aumento de las mujeres que trabajan fuera de casa (20,7%).
La existencia del divorcio, mayoritariamente aceptada, es el cambio m¨¢s positivo para el 3% de los encuestados y el m¨¢s negativo para el 30,3%, s¨®lo por detr¨¢s del descenso del n¨²mero de hijos (que ve con malos ojos el 42,3%).
El alza de las disoluciones matrimoniales disgusta m¨¢s que la mera existencia del divorcio. M¨¢s de la mitad de los 2.500 entrevistados, concretamente el 56%, considera negativo o muy negativo el aumento de las rupturas definitivas. S¨®lo agrada al 22,7%. Para 17 de cada 100 personas, el alza de los divorcios es algo neutro, ni positivo ni negativo.
En la d¨¦cada de los a?os noventa, en Espa?a se han reducido los matrimonios y aumentado los divorcios por cada mil habitantes, seg¨²n Eurostat, la oficina europea de estad¨ªsta. Pero mientras el ritmo de uniones oficiales (en torno a las 200.000 cada a?o entre civiles y religiosas) es s¨®lo ligeramente inferior a la media de la Uni¨®n Europea, la tasa de divorcios se sit¨²a en la mitad (ver cuadro adjunto).
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