Sime¨®n, rey

Me ha parecido excelente la columna de Vicente Verd¨² Sime¨®n (EL PA?S, 23 de junio de 2001), por cuanto hay de sagacidad en su an¨¢lisis del triunfo de Sime¨®n II de Bulgaria, que puede resumirse en su certera frase (de Verd¨², me refiero) 'el ascenso del sue?o apol¨ªtico sobre la pol¨ªtica real'.

Y, efectivamente, todo este asunto parece un sue?o o es un sue?o. O m¨¢s bien un cuento de ni?os con toda la parafernalia necesaria para encandilar al imaginario de las anestesiadas gentes de hoy. Veamos, rey bueno destronado desde la infancia, exiliado en tierras de embrujo meridional, casado con bella mujer extranjera bondadosa e inteligente, padre de hijos bien unidos a muchachas hacendosas y asimismo bellas, cuyas gestas siempre son recogidas en p¨¢ginas cuch¨¦ para deleite y contento del buen pueblo... ?No son estas circunstancias propias de los cuentos? Por eso, una amiga m¨ªa recomendaba que lo que deb¨ªa hacer Sime¨®n de Bulgaria es olvidar los h¨¢bitos democr¨¢ticos y vestirse de rey y aparecer con corona, cetro y todos los aditamentos materiales y morales que adornan a los monarcas, como uno de los Reyes Magos.

Sin ning¨²n rubor, aunque se presente desnudo, como ocurre en las verdaderas historias para ni?os de ?rase una vez. As¨ª tendr¨ªa, quiz¨¢s, el triunfo asegurado.-