?Se divide Europa?
Todos hablamos como si la Uni¨®n Europea s¨®lo pudiera ampliarse, incorporar nuevos pa¨ªses miembros. En el peor de los casos, los observadores m¨¢s pesimistas prev¨¦n que cuanto mayor sea Europa, m¨¢s d¨¦bil ser¨¢. Lo que no molesta a nadie, pues son muy raros los que se adhieren a un voluntarismo europeo. Europa se ha convertido en una gran realidad mientras ha sido pragm¨¢tica y burocr¨¢tica, es decir, mientras ha evitado formular grandes ambiciones, ya que deb¨ªa crecer bajo la mirada protectora de Estados Unidos.
Pero hoy puede plantearse una hip¨®tesis muy diferente: no que siga ampli¨¢ndose, sino que empieza a dividirse. ?Respecto a qu¨¦? me dir¨¢n. Una pregunta muy pertinente puesto que mi hip¨®tesis parece poco realista. ?No vemos, acaso, como se est¨¢n reduciendo las diferencias entre pa¨ªses?: Irlanda ha alcanzado a Gran Breta?a, Portugal ha progresado con gran rapidez e incluso Grecia se acerca a un modelo europeo al que Espa?a ya est¨¢ casi enteramente integrada.
La divisi¨®n de Europa no puede provenir ni de sus diferencias ni de sus conflictos internos. Esta divisi¨®n s¨®lo puede proceder del exterior. El fuerte crecimiento reciente de Europa, pero tambi¨¦n el retraso que ha sufrido en las nuevas tecnolog¨ªas, sus avances econ¨®micos, pero tambi¨¦n su impotencia militar, la colocan en una situaci¨®n cada vez m¨¢s ambigua respecto a Estados Unidos. ?Ser¨¢ siempre el aliado dependiente de este pa¨ªs o puede convertirse en su competidor? Es esta una cuesti¨®n que hoy se plantea con m¨¢s claridad que ayer, dado que el presidente Bush ha abandonado el lenguaje que un¨ªa -aunque fuera en discursos superficiales- ambas orillas del Atl¨¢ntico. Cuando Bush habla de escudo antimisiles, de una nueva doctrina Monroe que proporcione a Estados Unidos una hegemon¨ªa total en Latinoam¨¦rica o cuando los europeos expresan su deseo de que Estados Unidos proh¨ªba la pena de muerte, la distancia entre Europa y EE UU se hace bruscamente visible. Y en la medida en que va a ser necesario que los pa¨ªses europeos tomen decisiones cada vez m¨¢s claras, veremos, y vemos ya, establecerse cierta distancia entre los pa¨ªses en lo que respecta a su actitud frente al liderazgo estadounidense.
El pa¨ªs m¨¢s pr¨®ximo a EE UU es, por supuesto, Gran Breta?a, un pa¨ªs cada vez menos europeo por el simple hecho de que, en la vida brit¨¢nica, Londres tiene mayor peso que Inglaterra. Es cierto que la City es favorable a la entrada de Gran Breta?a en el euro, pero lo es por miedo a las consecuencias de una prolongada sobrevaloraci¨®n de la libra. La City comparte con Wall Street la direcci¨®n de los intercambios financieros mundiales; por tanto, se encuentra m¨¢s cerca de Nueva York que de Francfort o de Par¨ªs. Esto no significa que Gran Breta?a no est¨¦ interesada en el desarrollo de Europa, sino que ma?ana, como ayer, ser¨¢ m¨¢s atl¨¢ntica que europea.
La visita de Bush a Europa ha demostrado de forma muy clara que Espa?a, pa¨ªs proeuropeo por excelencia, tambi¨¦n estaba dispuesta a dar prioridad a la alianza con EE UU. Por eso, el presidente estadounidense reserv¨® su primera visita al presidente Aznar, que le hab¨ªa expresado su apoyo a su gran pol¨ªtica de creaci¨®n de un escudo antimisiles, tema central de la nueva pol¨ªtica, que es, precisamente, la que provoca tensiones con la Uni¨®n Europea.
Por ¨²ltimo, en el seno de la UE, los italianos esperan que Silvio Berlusconi desarrolle una pol¨ªtica m¨¢s pr¨®xima a los proyectos estadounidenses y a las exigencias de la Iglesia cat¨®lica.
As¨ª pues, hemos vuelto a una Europa de los seis. Cualesquiera que sean las tensiones entre Alemania y Francia, y, sobre todo, pese a que la primera ha conquistado un liderazgo que la segunda ha perdido, estos dos pa¨ªses, as¨ª como Holanda -tan cerca de la econom¨ªa alemana y pese a los fuertes sentimientos antialemanes-, B¨¦lgica y Luxemburgo, no se separar¨¢n de Alemania y Francia, que piensan poder construir un centro aut¨®nomo de decisiones mundiales sin tener que aceptar bajo cualquier circunstancia las decisiones estadounidenses. La posici¨®n de los seis es: liderazgo estadounidense, s¨ª; hegemon¨ªa estadounidense, no.
Queda a?adir que los antiguos pa¨ªses del Este tienen a Estados Unidos como modelo. Esto es v¨¢lido, sobre todo, para Polonia, pa¨ªs en el que las inversiones m¨¢s importantes son las estadounidenses y para el que la entrada en la OTAN fue un acontecimiento decisivo, a pesar de los antiguos v¨ªnculos de este pa¨ªs con Francia y su proximidad con Alemania. La misma conclusi¨®n puede probablemente aplicarse a Hungr¨ªa, pero no a la Rep¨²blica Checa, cuya econom¨ªa est¨¢ estrechamente vinculada a Alemania.
Esto que acaba de ser descrito como una tendencia hacia la divisi¨®n de Europa en dos grupos de pa¨ªses frente a la pol¨ªtica de Bush, tal y como empieza a perfilarse, no es el anuncio de una ruptura profunda de la UE ampliada. Pero son unos hechos que nos recuerdan que el futuro de Europa sigue dependiendo en gran medida de sus relaciones con EE UU y que ser¨ªa un error creer que el ¨²nico problema de la UE es combinar su ampliaci¨®n con su profundizaci¨®n, justo en el momento en que el presidente Bush utiliza un lenguaje muy alejado de la ret¨®rica de Clinton sobre la tercera v¨ªa. Europa no podr¨¢ escapar a la necesidad de afirmar su autonom¨ªa respecto a EE UU o de admitir, por el contrario y de una vez por todas, su dependencia.
Alain Touraine es soci¨®logo franc¨¦s, director del Instituto de Estudios Superiores de Par¨ªs.
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