M¨²sicas y tropel¨ªas

Con un viento en algunos momentos desatado, circunstancia poco deseable en cualquier manifestaci¨®n musical, hubo en esta sesi¨®n del llamado Grec, por fortuna, m¨¢s m¨²sica que tropel¨ªas, aunque estas ¨²ltimas, desde luego, sobrasen: larga espera en la calle, confusi¨®n por megafon¨ªa de concierto con espect¨¢culo, descanso con el p¨²blico pr¨¢cticamente a oscuras y, la peor de todas, la amplificaci¨®n del sonido, en la que el Grec es reincidente y que, muy particularmente en este caso, adulteraba el sonido de los instrumentos y el de la m¨²sica de toda una ¨¦poca, no pensada ni escrita para ir acompa?ada de un despliegue tal de decibelios. Si el recinto no era el adecuado, haber buscado otro y si no se encontraba, no haber hecho el concierto. Claro que como la m¨²sica conocida como cl¨¢sica es la hermana pobre en la programaci¨®n, ya no extra?a que suceda esto.

Y menos mal que ah¨ª estaba, cual pararrayos, la figura insigne de todo un Jordi Savall y la m¨²sica hermos¨ªsima de un programa trazado con su perspicacia, inteligencia y buen gusto habituales. Extra?a, sin embargo, que un m¨²sico tan meticuloso y riguroso como Savall accediese a tocar en tales condiciones, con una amplificaci¨®n que supon¨ªa un riesgo al convertir en m¨¢s perceptibles los posibles fallos. Como Savall no los comete, y Xavier D¨ªaz tampoco lo hizo, el riesgo pareci¨® no existir.

Aunque sea repetir lo mismo por en¨¦sima vez, debe decirse que Savall es un extraordinario int¨¦rprete, de solid¨ªsima t¨¦cnica, un programador exquisito y mod¨¦lico, del que nunca se alabar¨¢ bastante su investigaci¨®n, estudio y promoci¨®n del patrimonio musical espa?ol. Esta vez con la viola de gamba hizo aut¨¦nticas diabluras, siempre dentro del m¨¢ximo rigor estil¨ªstico. Y no le fue a la zaga un Xavier D¨ªaz que, con tiorba y guitarra, fue otro modelo de bien tocar, bien interpretar y bien expresar.