Los talib¨¢n autorizan las visitas a los cooperantes detenidos
Ocho ciudadanos occidentales llevan tres semanas aislados en Afganist¨¢n
?Idealistas, mesi¨¢nicos, sectarios? Cualquiera que fuera el motivo que les llev¨® a Afganist¨¢n, uno de los destinos m¨¢s duros del mundo para cualquier trabajador humanitario, es seguro que los cooperantes no esperaban terminar entre rejas. Son cuatro ciudadanos alemanes, dos australianos y dos estadounidenses. Dos hombres y seis mujeres, cinco de ellas de veintipocos a?os, sobre los que pende la amenaza de la pena de muerte.
Los detenidos formaban parte de una veintena de extranjeros enviados a Afganist¨¢n por la ONG alemana Shelter Now Internacional (SNI), una de las 150 organizaciones que tratan de evitar el colapso de ese pa¨ªs castigado por dos d¨¦cadas de guerra, tres a?os de sequ¨ªa y la m¨¢s completa ruina econ¨®mica. Como los otros dos mil cooperantes que trabajan all¨ª, han aparcado por una temporada las comodidades del siglo XXI para ayudar a los afganos. El resto del personal extranjero de SNI huy¨® al vecino Pakist¨¢n nada m¨¢s tener noticia de la redada.
La pesadilla empez¨® el 3 de agosto, viernes y d¨ªa de descanso en Afganist¨¢n. Las estadounidenses Dana Curry y Heather Mercer fueron detenidas por la polic¨ªa cuando mostraban un v¨ªdeo de la vida de Jes¨²s a una familia afgana. Durante las 48 horas siguientes, su jefe, el alem¨¢n Georg Taubmann, acudi¨® en varias ocasiones al Ministerio para la Promoci¨®n de la Virtud y la Prevenci¨®n del Vicio. Nada de lo que dijo evit¨® su detenci¨®n y la del resto de su equipo: las tambi¨¦n alemanas Silke D¨¹rrkopf, Katrin Jelinek y Margrit Stebner; los australianos Diana Thomas y Peter Bunch, y 16 empleados locales, cuyo futuro es a¨²n m¨¢s negro que el de los occidentales. Nadie ha podido visitarles desde entonces. Los talib¨¢n, la milicia que controla el 90% de Afganist¨¢n, se negaron a autorizar visitas hasta que concluyera su investigaci¨®n.
Thomas, una enfermera de 50 a?os; Bunch, jefe de proyectos, de 57, y Taubman tabajan para SNI al menos desde 1998. La incorporaci¨®n de las otras cinco mujeres, todas solteras y en la mitad de la veintena, ha sido m¨¢s reciente. Una fotograf¨ªa de Taubmann publicada estos d¨ªas muestra que est¨¢ casado y tiene dos hijos.
Poco m¨¢s se sabe de ellos. Sus familias han pedido que se respete su derecho a la intimidad, y tanto SNI como las embajadas de sus pa¨ªses mantienen el m¨¢s estricto silencio. El padre de una de las estadounidenses y la madre de la otra se encuentran desde hace algunos d¨ªas en Islamabad, la capital del vecino Pakist¨¢n, donde intentan conseguir visados para viajar a Kabul en busca de noticias.
'Han escrito una carta al jeque Omar [l¨ªder espiritual de la milicia] en la que piden perd¨®n por los errores cometidos por sus hijas', ha explicado un portavoz de los talib¨¢n. Tienen m¨¢s posibilidades de ¨¦xito que los tres diplom¨¢ticos enviados por sus pa¨ªses. Dada la discrecionalidad de el sistema legal, el jeque Omar podr¨ªa escuchar sus ruegos de clemencia. Es s¨®lo una esperanza.
'Son rehenes', se quejaba esta semana el c¨®nsul australiano Alistair Adams, 'los talib¨¢n no quieren que sepan que tienen apoyo'. Junto a sus colegas de Alemania y EE UU, Adams acababa de regresar de Kabul, donde pas¨® siete d¨ªas tratando sin ¨¦xito de visitar a sus nacionales. Su ¨²nico consuelo fue un papel firmado por los ocho como prueba de que hab¨ªan recibido los art¨ªculos que les llevaron.
Adams, el m¨¢s comunicativo de los tres diplom¨¢ticos, cont¨® a EL PA?S qu¨¦ conten¨ªan las bolsas que entregaron a los talib¨¢n. 'Adem¨¢s de cartas de sus familias, cosas habituales, pero de las que all¨ª se carece: cepillos y pasta de dientes, tabletas para potabilizar agua, chocolate, galletas... y productos de higiene femenina, no hay que olvidar que seis son mujeres'.
El gesto ha servido para que los occidentales sepan que se hacen gestiones por ellos. Desde el pasado domingo, los ocho se han negado a cambiarse de ropa, seg¨²n un portavoz de los talib¨¢n. La misma fuente tambi¨¦n revel¨® que un d¨ªa rechazaron comer, pero que cambiaron de actitud cuando les llevaron comida casera.
'Los funcionarios de Exteriores con los que nos hemos entrevistado aseguran que reciben tres comidas diarias y no han parado de repetir que est¨¢n bien de salud', declar¨® Adams sin esconder su frustraci¨®n por no haber podido comprobarlo. El acceso consular a los detenidos es un derecho recogido en Convenio de Viena, pero los talib¨¢n carecen de reconocimiento internacional. S¨®lo Pakist¨¢n, Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos les aceptan como Gobierno leg¨ªtimo de Afganist¨¢n.
Amin Saikal, de la Universidad Nacional de Australia, analiza la detenci¨®n en ese contexto. En enero, la ONU aprob¨® el embargo de armas a los talib¨¢n y la milicia respondi¨® con la destrucci¨®n de los Budas de Bamiy¨¢n. Ahora la ONU ha decidido enviar observadores para verificar que no llegan armas desde Pakist¨¢n. En ambos casos, la comunidad internacional ha tenido que tratar con la milicia, e indirectamente conferirle legitimidad.
Hasta donde han podido averiguar los tres c¨®nsules, las seis mujeres se hallan juntas. 'No est¨¢n en una c¨¢rcel, sino en un reformatorio', explic¨® Adams, 'los dos hombres pueden tambi¨¦n estar all¨ª, pero no estamos seguros'. El centro, destinado a j¨®venes delincuentes, se encuentra situado en el centro de Kabul, a apenas 200 metros de la residencia de la ONU en la que se han alojado los diplom¨¢ticos.
'Creemos que est¨¢n all¨ª, pero no hemos podido verificarlo', apostilla un tanto esc¨¦ptico Helmut Landes, el c¨®nsul alem¨¢n.
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