P¨ªcaros australes

De las dos estrategias b¨¢sicas que cualquier cine nacional pone en marcha en tiempos de crisis, el apostar por valores seguros, aunque caros, y el abrir la industria a reci¨¦n llegados, el caso de Argentina ilustra a la perfecci¨®n, en estos a?os de tenaz crisis econ¨®mica, la segunda opci¨®n. As¨ª, el constante deb¨² de nuevos realizadores se realiza all¨ª desde presupuestos respetuosos con la tradici¨®n (casos vistos aqu¨ª recientemente: Pizza, birra, faso o Mundo gr¨²a), pero tambi¨¦n en otros que se permiten una mirada nueva sobre g¨¦neros conocidos, desde la ciencia-ficci¨®n hasta la revisitaci¨®n del spaghetti-western, o el cine criminal. Es el caso que nos ocupa, este Nueve reinas con el que Fabi¨¢n Bielinsky debuta en la direcci¨®n.

Es Nueve reinas un aut¨¦ntico torrente, un imparable mecanismo de avance que abre, en abanicos constantes, siempre m¨¢s de una posibilidad de desarrollo narrativo. Que deja literalmente clavado en la butaca a su espectador, que deber¨¢ permanecer con el ojo atento a las evoluciones de los dos protagonistas, una conseguida, magn¨ªfica pareja de p¨ªcaros australes a quienes, en dos registros opuestos, dan extraordinaria consistencia dos actores en vena, el m¨¢s histri¨®n, Ricardo Dar¨ªn, pero tambi¨¦n el m¨¢s contenido, Gast¨®n Pa¨¹ls.

En las arteras tretas de estos dos estafadores se avizoran gui?os al cine de David Mamet o de Brian Singer, por poner dos ejemplos recientes. Pero tambi¨¦n se aprecia un amor por el cine cl¨¢sico que recorre toda la ficci¨®n por debajo, sin renunciar, adem¨¢s, a un aire local, a ese extraordinario registro realista que, desde la interpretaci¨®n hasta los di¨¢logos o la captaci¨®n de la vida cotidiana en la exprimida ciudad de Buenos Aires, constituyen tradiciones mayores del cine argentino.

Pel¨ªcula golosa de ver, medida hasta en sus m¨¢s sutiles detalles, Nueve reinas logra concretar una apuesta dif¨ªcil: interesar por igual al espectador que va al cine a pasar un buen rato y a quien pretende ver tras las im¨¢genes el constante goteo de la realidad: una decidida recomendaci¨®n para ambos.