La amenaza del 'oscuro invierno' terrorista
Era el no va m¨¢s de los juegos de guerra para los estrategas de sill¨®n. Una docena de expertos se reunieron en la base a¨¦rea de Andrews durante dos d¨ªas, el pasado mes de junio, para simular un ataque con g¨¦rmenes contra suelo norteamericano. El ejercicio se denominaba Oscuro invierno. La situaci¨®n: Oklahoma, Georgia y Pensilvania eran objetivos deliberados de un ataque con el virus de la viruela. La misi¨®n: coordinar todos los recursos del Gobierno de Estados Unidos y limitar los da?os. Sin embargo, aunque entre los jugadores se encontraban veteranos dirigentes -el ex senador Sam Nunn hac¨ªa de presidente; el ex asesor presidencial David Gegen era consejero nacional de Seguridad; el gobernador de Oklahoma, Frank Keating, se interpretaba a s¨ª mismo-, la situaci¨®n se les fue de las manos enseguida. En el plazo de dos semanas, 16.000 norteamericanos estaban infectados y 6.000 hab¨ªan muerto o estaban moribundos.
La guerra con g¨¦rmenes existe desde la Edad Media, cuando los sitiadores catapultaban cad¨¢veres infectados con peste negra por encima de los muros
Seg¨²n Von Hippel, ser¨ªan necesarios, al menos, 70 kilos de uranio y cientos de kilos de carcasa y maquinaria para fabricar una bomba nuclear
El ataque con armas qu¨ªmicas m¨¢s destructor que se ha producido fuera del ¨¢mbito militar fue el del metro de Tokio con gas sar¨ªn, que mat¨® a 12 personas
Fue un resultado p¨¦simo, pero, en aquel momento, todo parec¨ªa bastante te¨®rico. Ya no. Despu¨¦s de los atentados de hace dos semanas, la idea de que se puedan dirigir armas de destrucci¨®n masiva contra Estados Unidos -y no por parte de naciones proscritas como Irak, sino por individuos proscritos como Osama Bin Laden-, de pronto, no parece tan inimaginable.
Ahora bien, las posibilidades de que se produzca un ataque de ese tipo a corto plazo son remotas, coinciden la mayor¨ªa de los expertos en terrorismo consultados por Time. Para empezar, hace falta mucho m¨¢s dinero para construir, investigar o robar un arma de destrucci¨®n masiva que para secuestrar un avi¨®n o lanzar un cami¨®n bomba. Tambi¨¦n hacen falta muchos m¨¢s cerebros. Amy Smithson, experta en armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas en el Henry Stimson Center de Washington, declara: 'Puedo imaginar miles de situaciones de pesadilla, pero nos separan de ellas muchos obst¨¢culos t¨¦cnicos y log¨ªsticos'.
No obstante, los expertos est¨¢n tambi¨¦n de acuerdo en que tienen que revisar sus teor¨ªas. Para los atentados del 11 de septiembre fueron necesarias una planificaci¨®n y una preparaci¨®n muy pacientes; ning¨²n grupo terrorista hab¨ªa realizado jam¨¢s una misi¨®n tan compleja. 'Teniendo en cuenta los antecedentes, este tipo de amenaza no me produc¨ªa ninguna alarma', dice Jonathan Tucker, del Instituto Monterey de Estudios Internacionales en Washington, 'pero despu¨¦s de lo ocurrido, tenemos que volver a evaluar la amenaza'.
De los tres tipos de armas de destrucci¨®n masiva, los agentes biol¨®gicos suponen posiblemente la mayor amenaza, seguidos de las bombas nucleares y las armas qu¨ªmicas. He aqu¨ª c¨®mo valoran nuestros expertos los peligros correspondientes:
ARMAS QU?MICAS
Las armas qu¨ªmicas, cuya complejidad var¨ªa desde el veneno para ratas hasta las poderosas toxinas nerviosas, son, con mucho, las m¨¢s populares entre los terroristas. La raz¨®n es que las materias primas son relativamente f¨¢ciles de obtener y no es preciso mantener vivo el producto final. Pero las armas qu¨ªmicas no son convenientes para infligir da?os generalizados. A diferencia de los g¨¦rmenes, los agentes qu¨ªmicos no pueden reproducirse, subraya Tucker. 'Hay que generar una concentraci¨®n letal en el aire, lo cual significa que son necesarias enormes cantidades'. Para matar a un n¨²mero considerable de personas con gas sar¨ªn, por ejemplo, que se puede absorber a trav¨¦s de la piel como l¨ªquido o inhalarse como vapor, ser¨ªa necesario un avi¨®n de fumigar o algo semejante; por eso los investigadores se alarmaron tanto la semana pasada cuando encontraron un manual de instrucciones para manejar equipos de fumigaci¨®n en su registro de guaridas de presuntos terroristas. Aun as¨ª, un ataque con sar¨ªn contra una ciudad requerir¨ªa probablemente transportar miles de kilos de un lado a otro sobre ¨¢reas densamente pobladas, algo nada f¨¢cil de hacer, sobre todo en estos momentos.
De hecho, el ataque con armas qu¨ªmicas m¨¢s destructor que se ha producido fuera del ¨¢mbito militar, es decir, el atentado cometido por la secta Aum Shinrikyo en Tokio en 1995, s¨®lo mat¨® a una docena de personas. Uno de los motivos es que el m¨¦todo para administrarlo fue bastante burdo: los miembros de la secta depositaron unas bolsas de pl¨¢stico con sar¨ªn (introducidas en tarteras y recipientes de bebidas) en un and¨¦n del metro y las perforaron con puntas de paraguas. Adem¨¢s, las cantidades eran relativamente peque?as. Aum Shinrikyo intent¨® hacer grandes cantidades, contrat¨® a cient¨ªficos e invirti¨® al menos 810 millones de d¨®lares, pero fracas¨®.
Los terroristas podr¨ªan intentar tener acceso a las grandes reservas de armas qu¨ªmicas que se cree que almacenan Irak y otros Estados de la lista negra. Pero Tucker destaca que los dirigentes de dichos pa¨ªses, seguramente, se mostrar¨ªan reacios a entregar el control de armas que est¨¢n prohibidas por tratados internacionales; si se siguiera su pista hasta ellos, podr¨ªa haber represalias inmediatas. 'Sabemos que Sadam Husein es implacable', dice, 'pero, en general, no es imprudente'.
ARMAS NUCLEARES
Hace m¨¢s de 25 a?os, en un inquietante presagio del atentado contra el World Trade Center, el escritor John McPhee, junto con el f¨ªsico nuclear Ted Taylor, se hizo la pregunta de c¨®mo derribar las Torres Gemelas con una bomba at¨®mica de peque?o tama?o. Colocada en el sitio apropiado, dec¨ªa McPhee, una bomba nuclear con la d¨¦cima parte de la potencia de la de Hiroshima podr¨ªa hacer caer una torre en el r¨ªo Hudson.
Ahora bien, eso da por supuesto que uno puede fabricar la bomba y colocarla. Para empezar, el terrorista tendr¨ªa que tener acceso a alg¨²n tipo de material de fisi¨®n; lo ideal, seg¨²n el experto de la Universidad de Princeton en proliferaci¨®n nuclear Frank von Hippel, es el uranio enriquecido. Corea del Norte, Irak y Libia poseen reservas de uranio, pero seguramente no estar¨ªan dispuestos a cederlas. Una fuente m¨¢s probable es la Uni¨®n Sovi¨¦tica, donde los materiales para fabricar bombas abundan, la econom¨ªa est¨¢ en pleno caos y la seguridad es pr¨¢cticamente inexistente.
Al parecer, Bin Laden intent¨® obtener uranio de los Estados sovi¨¦ticos escindidos, pero sus proveedores le estafaron y, en su lugar, le ofrecieron combustible de reactor de baja graduaci¨®n y desechos radiactivos. Aun en el caso de que lo hubiera logrado, dice Von Hippel, ser¨ªan necesarios, al menos, 70 kilos de uranio y cientos de kilos de carcasa y maquinaria para fabricar un arma. 'Nadie puede ir por ah¨ª con una bomba en la maleta', dice.
M¨¢s veros¨ªmil resulta un ataque contra una planta nuclear con explosivos convencionales, una posibilidad reconocida por la Comisi¨®n Reguladora Nuclear de Estados Unidos, que lleva a?os simulando ataques de comandos contra centrales. Lo m¨¢s inquietante es que esos ataques fingidos han triunfado la mayor¨ªa de las veces, y en ocasiones han emitido m¨¢s radiaci¨®n que Chern¨®bil (un accidente, no lo olvidemos, que caus¨®, seg¨²n ciertos c¨¢lculos, 30.000 muertes).
ARMAS BIOL?GICAS
La guerra con g¨¦rmenes existe, al menos, desde la Edad Media, cuando los ej¨¦rcitos que sitiaban una ciudad catapultaban cad¨¢veres infectados de peste negra por encima de los muros. Hoy, los microbios que m¨¢s temen las autoridades son el ¨¢ntrax (una bacteria) y la viruela (un virus). Ambos son muy letales: el primero mata casi al 90% de sus v¨ªctimas, y el segundo, alrededor del 30%. El ¨¢ntrax no es transmisible; la viruela, por el contrario, puede pasar con una facilidad espantosa de una persona a otra. 'La principal ventaja de la guerra biol¨®gica es el sentimiento de incertidumbre, de no saber qui¨¦n est¨¢ infectado ni qui¨¦n va a estarlo', explica Stephen Morse, de la Escuela de Salud P¨²blica de la Universidad de Columbia.
Durante la guerra fr¨ªa, tanto EE UU como la Uni¨®n Sovi¨¦tica comenzaron a desarrollar ¨¢ntrax como arma biol¨®gica. Hoy se cree que 17 pa¨ªses poseen programas de armas biol¨®gicas, que en muchos casos incluyen el ¨¢ntrax. Oficialmente, las ¨²nicas existencias de viruela son peque?as cantidades guardadas en los laboratorios del Centro para el Control de las Enfermedades de Atlanta, y Vector, en Koltsovo (Rusia). Pero los expertos creen que Rusia, Irak y Corea del Norte han experimentado con el virus y que existen reservas secretas de tama?o considerable. Todav¨ªa m¨¢s preocupantes son las informaciones de que Rusia utiliz¨® la ingenier¨ªa gen¨¦tica para intentar hacer que el ¨¢ntrax y la viruela fueran a¨²n m¨¢s letales y resistentes a antibi¨®ticos y vacunas. EE UU dej¨® en suspenso un programa similar.
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