Tras las huellas sonoras de los p¨¢jaros
La Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa abre cuatro sendas para observar las aves del monte de El Pardo
La Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa abre cuatro sendas para observar las aves del monte de El Pardo
En el monte no s¨®lo se puede seguir el rastro de los animales marcado sobre el terreno, las huellas de las pezu?as de los ciervos, los surcos que el jabal¨ª labra con el hocico en busca de tub¨¦rculos frescos, los hoyos que escarban las liebres a modo de cama para dormir; tambi¨¦n se pueden seguir unas huellas invisibles, imaginarias: las que dejan las aves en el aire.
En el monte de El Pardo se abrieron ayer al p¨²blico cuatro sendas espec¨ªficas para la observaci¨®n cercana de medio centenar de distintas especies de aves que lo habitan. La Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO), en colaboraci¨®n con Patrimonio Nacional (empresa p¨²blica propietaria del monte de El Pardo) y con la financiaci¨®n de la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo (CAM), ha trazado las cuatro rutas y pone a disposici¨®n de todos aquellos interesados los conocimientos de monitores medioambientales que explican las peculiaridades de cada ave. Eso s¨ª, los monitores de la SEO s¨®lo estar¨¢n sobre el terreno los d¨ªas festivos y los fines de semana, no los d¨ªas laborales.
Las rutas tienen una longitud aproximada de entre un kil¨®metro y kil¨®metro y medio. Son caminos f¨¢ciles de andar, llanos, aptos para cualquier persona, incluidos ni?os. Para que la expedici¨®n sea un ¨¦xito y se vean aves y mam¨ªferos, s¨®lo es imprescindible hacer un esfuerzo, abrigarse bien y pegarse un madrug¨®n.
Las denominadas rutas I y II se adentran en el bosque mediterr¨¢neo y discurren por entre encinas, jaras y pinos. En su recorrido se puede observar al pico picapinos o picatroncos martillear contra los ¨¢rboles para fabricarse un nido dentro del ¨¢rbol que quede a salvo de la mayor¨ªa de los depredadores.
Lo m¨¢s dif¨ªcil de estas dos rutas es disfrutar de la silueta del ¨¢guila imperial, un ave end¨¦mica de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y en peligro de extinci¨®n, que se alimenta fundamentalmente de conejos o del buitre negro, un carro?ero que planea con facilidad gracias a sus dos metros de envergadura (de ala a ala). El milano negro (cuya silueta se distingue por la larga cola de forma triangular) es otra de las rapaces que se puede observar, siempre sobrevolando las encinas en busca de alguna presa sobre la que lanzarse en picado.
De las peque?as aves de bosque destacan el conocido como verder¨®n, un peque?o p¨¢jaro protegido que salta inquieto de rama en rama; el ruise?or; el petirrojo; la lavandera blanca- conocida como se?orita-; el abejaruco, de vivos colores; la orop¨¦ndola, con un plumaje amarillo y negro, y el rabilargo, tambi¨¦n muy llamativo.
Si el aficionado se anima y dispone de tiempo, puede conectar la senda I con la II y empalmar ambos recorridos en una jornada completa.
Las otras dos sendas, la III y la IV, discurren por la ribera del r¨ªo Manzanares, en su tramo medio, hacia el norte y hacia el sur. El tipo de aves que puede observar es bien diferente del que habita en el bosque mediterr¨¢neo. La distinta vegetaci¨®n, propia del bosque de ribera, de una zona m¨¢s h¨²meda, determina el tipo de aves que lo habitan. 'Es posible ver a la garza real caminando con sus largas patas en las orillas del r¨ªo, a poca profundidad, en busca de peque?os peces o ranas para cazarlas con su tambi¨¦n largo pico', asegur¨® ayer el presidente de la SEO, Eduardo de Juan. 'En el Manzanares habitan especies como el mart¨ªn pescador y la gaviota reidora -que recibe ese nombre por la similitud de su canto con una carcajada-. En las ¨¦pocas de paso de aves, antes del invierno y del verano, se pueden ver cormoranes, las grandes bandadas de grullas, que vuelan formando una uve, y miles de gaviotas', a?ade De Juan.
El paseante podr¨¢ disfrutar en la ribera del vis¨®n americano, un depredador for¨¢neo. Se trata de una especie que se instal¨® hace a?os en algunos tramos de r¨ªos madrile?os, cuando cientos de ejemplares se fugaron de una granja de visones que hab¨ªa en Rascafr¨ªa, en el valle del Lozoya.
El gerente de Patrimonio Nacional, Miguel ?ngel Recio, apunt¨® que con las cuatro nuevas rutas, se?alizadas con carteles, 'se fomenta el uso respetuoso del monte de El Pardo, que permitir¨¢ disfrutar de las mil hect¨¢reas que tiene abiertas al p¨²blico'. Al otro lado de la valla, en la zona vetada al p¨²blico, campan a sus anchas los ciervos. En esta ¨¦poca del a?o, el fuerte ronquido de los machos en la berrea llena el ambiente.
Jabal¨ªes, sauces y gal¨¢pagos en el r¨ªo
Las rutas I, II y IV propuestas por la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (las dos primeras cruzan una zona de bosque mediterr¨¢neo) discurren en sentidos opuestos pero parten del mismo lugar: el ¨¢rea recreativa sita en el kil¨®metro 2,8 de la carretera de Fuencarral, 600 metros antes del pueblo de El Pardo, en un aparcamiento cubierto donde se deja el coche. - Ruta I . Es de recorrido circular. Arranca en el ¨¢rea recreativa, llega hasta el barranco de Mingorrubio y regresa por otro camino. Parte del trayecto pasa por la valla del monte de la zona acotada al p¨²blico -desde donde es relativamente frecuente ver venados y jabal¨ªes-, y por el arroyo de la Nava, y discurre por la ¨²nica zona con desniveles de las cuatro sendas. - Ruta II. Partiendo el mismo lugar, llega hasta la casa Portillera del Tambor y toma el camino de vuelta tambi¨¦n en paralelo a la tapia de El Pardo, pero en distinto tramo. Ambas rutas se pueden conectar en la zona del arroyo de la Nava. - Ruta III . Sale del ¨¢rea recreativa situada junto al campo de f¨²tbol de Mingorrubio y recorre en paralelo una valla de madera desde la que se divisa un bosque de sauces y fresnos. La senda cruza el arroyo de Valdepe?a, arenoso y seco, en cuya ribera hay sobre todo chopos. La senda acaba en el Cristo del Pardo. - Ruta IV . Comienza, como las rutas I y II, en el kil¨®metro 2,8 de la carretera M-601, y transcurre en paralelo al margen del r¨ªo Manzanares, donde se pueden ver gal¨¢pagos de Florida -hay gente que los compra y, cuando se harta de tenerlos en casa, los tira al r¨ªo- tomando el sol.
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