El colonizado colonizador
Creo que la concesi¨®n del Premio Nobel de Literatura al (gran) escritor angloindio V. S. Naipaul va a ser bastante discutida en estos mismos momentos en los que las bombas norteamericanas y brit¨¢nicas (no se olvide la nacionalidad del galardonado, ennoblecido adem¨¢s por su reina) est¨¢n cayendo sin parar sobre Afganist¨¢n, en un horizonte mundial donde se est¨¢ exacerbando hasta l¨ªmites impensables el choque de civilizaciones entre el Occidente desarrollado y el mundo isl¨¢mico. No es que Naipaul sea el culpable de lo que est¨¢ sucediendo, pero s¨ª va a ser -me temo- la cabeza de turco en la que se van a polarizar todos los huracanes que han sembrado gente tan dispar como Ariel Sharon, Osama Bin Laden, el r¨¦gimen talib¨¢n de Afganist¨¢n y George W. Bush, entre tantos otros. Pues la batalla literaria estaba servida de antemano, sobre todo en el seno de la cr¨ªtica internacional, y hasta en el interior de la Academia Sueca, que ya contaba con el nombre de Naipaul entre los candidatos al Premio Nobel de Literatura desde hace ya unos veinte a?os. Al menos, eso se dec¨ªa ya en la edici¨®n de una de sus primeras novelas vertidas al castellano, Miguel Street, en traducci¨®n de Francisco P¨¢ez de la Cadena publicada por Debate en 1981 (hubo otra anterior, En un estado libre, traducida por Ester Donato para Destino en 1976).
Las declaraciones y textos de Naipaul acerca de la superioridad de la cultura occidental sobre la musulmana han dejado a Berlusconi como si fuera un nene de pecho
Bien, Naipaul ya era candidato al premio hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, dada la gran calidad de sus libros, tanto novelas como relatos y reportajes, ya consagrado tambi¨¦n por los grandes premios que hab¨ªa recibido en su propio pa¨ªs, adonde lleg¨® a finales de los cuarenta cuando apenas ten¨ªa ni 20 a?os, procedente de su tierra natal, Trinidad, donde hab¨ªa nacido en 1932, en el seno de una familia de inmigrantes indios. A un joven hind¨² y nacionalidad brit¨¢nica, becario en Oxford y obsesionado por convertirse en escritor, no le quedaban muchas opciones para elegir su camino. Las Antillas brit¨¢nicas carec¨ªan de una verdadera tradici¨®n literaria, su idioma era ajeno, y el joven Naipaul decidi¨® convertirse no tan s¨®lo en un escritor ingl¨¦s, sino quiz¨¢ en el m¨¢s ingl¨¦s posible de todos los escritores. Y lo hab¨ªa conseguido ampliamente, pues esa tensa predeterminaci¨®n le empuj¨® a configurarse como un escritor colonizado que para triunfar necesitaba ser un colonizador a su vez. Sus ra¨ªces eran como las del mismo Kipling, el primer gran cantor del Imperio brit¨¢nico -y su primer premio Nobel adem¨¢s- aunque mucho m¨¢s fuertes todav¨ªa, pues al fin y al cabo, aunque nacido en India, Kipling s¨ª era un ingl¨¦s de pura cepa. V. S. Naipaul, al fin y al cabo, ha resultado ser m¨¢s papista que el papa, con los resultados que ya se saben.
Pero a lo largo de todos estos a?os el mundo literario e industrial brit¨¢nico se ha abierto a las literaturas escritas por autores procedentes de otros ¨¢mbitos hist¨®ricos y culturales, desde India a Jap¨®n, como lo muestran los casos de Salman Rushdie o Kazuo Ishiguro, sus m¨¢s recientes triunfadores. El caso de Rushdie, adem¨¢s, originario de una cultura similar, la hind¨², y amplificado escandalosamente por la ridiculez de la fathwa que le lanz¨® el r¨¦gimen iran¨ª por sus Versos sat¨¢nicos, se convirti¨® en una especie de rival de Naipaul en el interior del mismo contexto literario ingl¨¦s, en el que Naipaul era el integrado y Rushdie el anticolonialista. La repercusi¨®n que tuvo su caso en el mundo entero lleg¨® a las cercan¨ªas del Nobel, donde tambi¨¦n fue tratado dando lugar a un esc¨¢ndalo que todav¨ªa no se ha resuelto. En efecto, entonces se pens¨® en Rushdie como candidato al Nobel de Literatura, pero como la Academia Sueca decidi¨® no conced¨¦rselo, tres de sus 18 miembros dimitieron y sus puestos siguen vacantes todav¨ªa.
De hecho, no hab¨¦rselo dado a Naipaul en su momento fue algo bastante chocante, pues se hubiera premiado un esfuerzo meritorio de asimilacionismo e integraci¨®n como si fuese el de un mestizaje ideal. Si no d¨¢rselo entonces fue malo, peor es d¨¢rselo ahora como si fuera otro hipot¨¦tico rechazo a Rushdie, campe¨®n de las reticencias del colonizado contra sus colonizadores. Por otra parte, Rushdie se ha ido de Gran Breta?a a Estados Unidos -por causa de una mujer, parece-, lo que no ha sentado bien en ninguna de las dos orillas, pues su nueva novela, Fury, no ha sido bien recibida.
Adem¨¢s, las opciones antiisl¨¢micas de ambos escritores son bien conocidas, ya puso en peligro la vida de Rushdie, mientras ahora las declaraciones y textos de Naipaul acerca de la superioridad de la cultura occidental sobre la musulmana han dejado a Berlusconi como si fuera un nene de pecho. Naipaul, de todas formas, es un gran escritor, sobre todo ingl¨¦s y m¨¢s a¨²n en ingl¨¦s, el mejor ingl¨¦s posible, sus novelas son humor¨ªsticas, sat¨ªricas, costumbristas, repletas de ternura y crueldad, de cierto lirismo, sobre todo las primeras en torno a su tierra natal (Una casa para mister Biswas, El curandero m¨ªstico, Los simuladores), las que suceden en ?frica o Asia (Guerrillas), o sus grandes reportajes (El regreso de Eva Per¨®n, India, una civilizaci¨®n herida), o sobre sus viajes y recuerdos (El enigma de la llegada o Un camino en el mundo), m¨¢s cr¨ªticos y moralistas y cada vez m¨¢s pol¨ªticamente correctos e integrados. Est¨¢ ya bastante publicado entre nosotros y leerlo es siempre un placer, desde luego, aunque el premio le ha llegado en el peor de los momentos, y hasta podr¨ªa hablarse de provocaci¨®n, pero de eso V. S. Naipaul no es desde luego el responsable.
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