El Guggenheim de Nueva York descubre el Brasil ind¨ªgena, barroco y contempor¨¢neo
El montaje sobre el 'cuerpo y alma' de la cultura brasile?a recorre su historia en cuatro etapas
?ste no es el Brasil de la samba y los carnavales. Ni tampoco el Brasil de la excentricidad cinematogr¨¢fica de Terry Gilliam. Es un Brasil ind¨ªgena, barroco, modernista y contempor¨¢neo que los neoyorquinos e incluso muchos brasile?os no hab¨ªan visto hasta ahora: muchas de las piezas de la muestra organizada por el Guggenheim de Nueva York normalmente descansan en colecciones privadas. Es una visi¨®n global, algo ca¨®tica e intensa de una expresi¨®n art¨ªstica a menudo desconocida y que estuvo a punto de suspenderse tras los atentados del 11 de septiembre.
Brasil: cuerpo y alma no est¨¢ del todo terminada. Justo al entrar, entre cajas y herramientas, el equipo art¨ªstico no ha finalizado el montaje del altar del convento benedictino de San Bento de Olinda, una pieza de m¨¢s de 13 metros de altura, casi los seis pisos de la rotonda de Frank Lloyd Wright, el m¨¢s dorado, florido y descomunal testimonio del barroco brasile?o. Tard¨® m¨¢s de lo previsto en viajar desde esta localidad de la provincia de Pernambuco hasta la Quinta Avenida de Manhattan.
Tras los atentados del 11 de septiembre, dos jueces brasile?os decidieron retener la muestra. Tem¨ªan el viaje en avi¨®n. Fue necesaria la mediaci¨®n del presidente, Fernando Henrique Cardoso, para solucionar un contencioso que amenazaba con deslucir la muestra m¨¢s importante sobre Brasil organizada en Nueva York. El altar, construido entre 1783 y 1786, ilustra con su esplendor la cultura de un pa¨ªs que ha mezclado la exuberancia de sus or¨ªgenes con las influencias, conquistas y dominaciones extranjeras, portuguesas, africanas y en menor medida asi¨¢ticas.
Es sin duda el ¨²nico hilo conductor de una exposici¨®n algo dispar que muestra cuatro etapas fundamentales pero inconexas de la historia art¨ªstica de Brasil: sus principios ind¨ªgenas, sus manifestaciones religiosas barrocas y rococ¨®, su expresi¨®n modernista y las tendencias contempor¨¢neas. En principio, todo viajar¨¢ el pr¨®ximo mes de marzo a Bilbao, aunque el museo tomar¨¢ la decisi¨®n en diciembre.
?ltimamente, el Guggenheim ha optado por modificar la estructura de la rotonda de Frank Lloyd Wright en cada una de sus exposiciones. El resultado, un aut¨¦ntico reto, siempre es interesante. El director teatral Robert Wilson la aisl¨® en una cortina de gasa para los trajes de Armani y el arquitecto Frank Gehry la separ¨® con grandes tiras de aluminio al mostrar sus proyectos.
La catedral de Nouvel
Esta vez la puesta en escena corre a cargo del arquitecto franc¨¦s Jean Nouvel. Para dar solemnidad a los aspectos m¨¢s devotos del arte brasile?o ha convertido el museo en una oscura catedral. Nouvel ha transformado el edificio en un negativo de s¨ª mismo, desmaterializando la arquitectura blanca de Wright. En los ¨²ltimos pisos grandes unas mamparas onduladas esconden y revelan las etapas m¨¢s recientes del arte en Brasil.
'Muchos norteamericanos piensan que Latinoam¨¦rica es un gran sitio al sur de la frontera', comenta Edward Sullivan, organizador de la exposici¨®n. 'Aqu¨ª reconocemos el car¨¢cter ¨²nico de Brasil y la profundidad de su historia'.
El orden es cronol¨®gico. La historia asciende por la rampa del museo. Empieza con manifestaciones ind¨ªgenas. La m¨¢s espectacular es una capa de plumas rojas de la tribu de los tupinamb¨¢, un manto de las ceremonias de iniciaci¨®n de los hombres p¨¢jaro, con la fecha incierta del siglo XVI o XVII. M¨¢scaras de la tribu del Mato Grosso tambi¨¦n ilustran sus complejas manifestaciones religiosas.
La mirada siguiente es la del exterior. Brasil inicia su existencia art¨ªstica a trav¨¦s de los ojos de los colonizadores. Ilustraciones etnogr¨¢ficas con pretensiones did¨¢cticas muestran los 'buenos salvajes' de los que hablaba Rousseau. Durante los 25 a?os que dur¨® la hegemon¨ªa de la Compa?¨ªa holandesa de las Indias (1630 a 1654), Albert Eckhout y Frans Post pintaron los retratos antropol¨®gicos de los ind¨ªgenas.
Con la religi¨®n, desembarc¨® el barroco y sus excesos, figuras exageradas y humanas destinadas a transmitir con fuerza el mensaje religioso. El Concilio de Trento, en su tercera reuni¨®n, en 1562, decidi¨® consagrar la fuerza figurativa de sus santos y v¨ªrgenes en la imaginer¨ªa cat¨®lica. Se nota en todos sus aspectos, tanto p¨²blicos como privados. Escenas de cristos, madonas, ¨¢ngeles, tallas de madera dorada, toda la actividad art¨ªstica brasile?a de la ¨¦poca se centraba en la iglesia.
De entre los muchos artesanos artistas destaca Antonio Francisco Lisboa, tambi¨¦n conocido como O Aleijadinho (El tullido), el escultor m¨¢s conocido del barroco brasile?o. Sus piezas son las m¨¢s delicadas de la ¨¦poca. Hacia el final de su vida, O Aleijadinho, aquejado de lepra o s¨ªfilis, casi no pod¨ªa sujetar sus herramientas y sus ayudantes se las ten¨ªan que atar con cuerdas.
Como O Aleijadinho, el arte brasile?o es fruto de la mezcla de razas, del sincretismo. La influencia africana est¨¢ constantemente presente: en los santos negros, san Elesbao y santa Ifigenia, en las joyas de oro y plata de Bah¨ªa, en la presencia de los antiguos mitos de la creaci¨®n, los esp¨ªritus yoruba, en los t¨®tems religiosos, en los colores y en las expresiones de las esculturas.
A principios del siglo XX, la actividad econ¨®mica se convirti¨® en el nuevo motor de la vida art¨ªstica. En el centro industrial de S?o Paulo naci¨® el modernismo brasile?o. En febrero de 1922, los cuatro d¨ªas de la Semana del Arte Moderno abrieron las puertas a las nuevas corrientes extranjeras. Tarsila do Amaral, amiga de Constantin Brancusi, Ferdinand Leger y Andr¨¦ Lhote, fue sin duda la figura m¨¢s representativa de esta etapa. Cre¨® aut¨¦nticos s¨ªmbolos del nacionalismo brasile?o como la Mujer negra (1923), de formas orondas, rostro apacible y labios carnosos, y centr¨® su inter¨¦s por el realismo social en sus im¨¢genes de la vida rural.
El breve panorama art¨ªstico contempor¨¢neo brasile?o es cuanto menos ecl¨¦ctico. Lygia Pape retoma el tema del manto tupinamb¨¢ pero transforma sus plumas en grandes madejas rojas antrop¨®fagas de las que salen restos humanos. La exposici¨®n termina con una obra impactante realizada el a?o pasado por Adriana Varejao, una explosi¨®n de v¨ªsceras desde unos azulejos celestes: las tripas de Brasil al descubierto.
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