El argentino Campanella trae una viva y original comedia sentimental
Michael Winterbottom vuelve del rev¨¦s al 'western' en 'The claim'
Aunque es un filme de g¨¦nero, mezcla muy h¨¢bil y bien trabada de patrones de comedia y de melodrama, la pel¨ªcula argentina, dirigida por Juan Jos¨¦ Campanella, El hijo de la novia tiene algo escurridizo, pues se escapa del encasillamiento y discurre entre cuadr¨ªculas y golpes de gran originalidad. Tiene este filme az¨²car disuelto en inteligencia, como le ocurre a The claim, un abrupto, suntuoso y a ratos majestuoso western del ingl¨¦s Winterbottom, que disuelve amargura en inteligencia.
Juan Jos¨¦ Campanella es conocido aqu¨ª por El ni?o que grit¨® puta, que concurs¨® hace 10 a?os, en 1991, en este festival, y su muchacho protagonista, Harley Cross, gan¨® el premio al mejor actor. Ya en esta estupenda obra primeriza de Campanella, realizada en su etapa neoyorquina, eran evidentes notables dotes para organizar un reparto y orientar y dar sentido de la reciprocidad y del engarce al juego de los actores. Pero ahora, con una d¨¦cada m¨¢s de buena experiencia, en El hijo de la novia estas dotes multiplican su evidencia y dan lugar a un reparto perfecto y a una direcci¨®n de actores transparente y con pinta de insuperable, pues a las actuaciones personales de la docena de int¨¦rpretes que bordan esta deliciosa comedia, salpicada con gotas de buen¨ªsimo az¨²car melodram¨¢tico, hay que a?adir la exacta y contundente pegada del conjunto en cuanto tal. Es decir, la exactitud, la viveza y la solidez de las interrelaciones entre cada int¨¦rprete y quienes le escoltan y le dan la r¨¦plica.
El reparto de El hijo de la novia es oro puro cinematogr¨¢fico, pues si el eje interpretativo lo ocupa con maestr¨ªa Ricardo Dar¨ªn -maravillosamente escoltado por H¨¦ctor Alterio, Natalia Verbeke, Eduardo Blanco, Gimena N¨®bile y Claudia Font¨¢n-, los adornos a ese eje que proponen los sutiles hasta el borde de lo inexpresable, lev¨ªsimos pero prodigiosos, momentos de presencia de la gran Norma Aleandro, una actriz inmensa, son inigualables y no tienen precio. Y parece dar alas a este conjunto de rostros iluminados la fort¨ªsima sensaci¨®n de comodidad que expulsa su estancia frente a la c¨¢mara, cosa que se percibe en la impresi¨®n de que inventan lo que hacen mientras lo filman.
Es El hijo de la novia cine f¨¢cil de ver, ligero, vivo, ingenioso, con sentido del discurso c¨®mico y del contrapunto y el choque de este discurso con giros h¨²medos, toques de buen az¨²car sentimental que hacen que por detr¨¢s de la sonrisa asome la l¨¢grima, treta l¨ªcita, combinaci¨®n muy astuta de patrones gen¨¦ricos, cuya aplicaci¨®n y dosificaci¨®n requiere buen oficio y exquisito tacto, pues de lo contrario la facilidad ser¨ªa faciloner¨ªa, y la ternura, ternurismo, cosa que aqu¨ª no ocurre.
Y Campanella da de esta manera preciosas lecciones de equilibrio en la emoci¨®n de la cuerda floja.
Otro peligro de estructura similar, pero de muy diferente ¨ªndole, amenaza a The claim, el negro, b¨¢rbaro, cruel y desmelenado western rom¨¢ntico que el c¨¦lebre director ingl¨¦s Michael Winterbottom -uno de los grandes indiscutibles del cine brit¨¢nico, director de la bell¨ªsima Wonderland- ha situado en el abismo hist¨®rico y moral de un valle de la California de la riada, la quimera y la fiebre del oro. Es el peligro de la desmesura, la amenaza de ese punto de exceso lo que convierte a esa desmesura en un recurso inexpresivo, cuando no rid¨ªculo. Pero el peligro se esquiva y la amenaza no se cumple, y el grandilocuente y desmedido drama de The claim se mueve con paso seguro, con pleno equilibrio, sorteando los torbellinos ret¨®ricos que le asedian, pero que no le detienen.
Y de nuevo es el prodigio de un reparto en estado de gracia y maravillosamente unificado por el director lo que impide que este deslizamiento hacia lo incre¨ªble y lo indigerible ocurra en una pantalla. Son, en efecto, las formidables composiciones oscuras, situadas en el borde -pero sin caer nunca en ¨¦l- del pozo del tremendismo, de Peter Mullan, Nastassja Kinski, Wes Bentley, Milla Jojovich, Sarah Polley y la media docena m¨¢s de furias interpretativas desatadas, las que sostienen a este formidable tragedi¨®n y dan verdad a su hermoso, y a veces casi insensato, vuelo ret¨®rico.
Cuenta Winterbottom que el equipo que realiz¨® The claim estuvo durante tres meses encerrado en el fondo de un g¨¦lido valle de las Monta?as Rocosas de Canad¨¢. All¨ª, cercados por un paisaje infranqueable y hostil, lograron introducir claustrofobia, dureza y agresi¨®n visual en el propio esp¨ªritu del filme, que parece de esta manera atravesado por un viento salvaje y por una tenebrosa violencia que inunda a la mirada.
Catorce escritores
Atenta al resurgir de la figura de Luchino Visconti -que, tras alg¨²n tiempo de inexplicable arrinconamiento, vuelve ahora a ser profeta en su tierra- en Italia, donde paso a paso se rehace y se restaura su vasta obra, la Seminci trajo la versi¨®n integral, de casi cuatro horas, de Ludwig, acompa?ada de un precioso y bien editado libro dedicado a la obra completa del gran cineasta. Lo firman 14 escritores y escritoras, gente enamorada de su obra. Son ¨¦stos: Jes¨²s Ferrero, Susana Fortes, Bel¨¦n Gopegui, Fernando Mar¨ªas, Andreu Mart¨ªn, Gustavo Mart¨ªn Garzo, Josefina Molina, Antonio Mu?oz Molina, Soledad Pu¨¦rtolas, Rosa Reg¨¤s, Carme Riera, Bernardo S¨¢nchez Salas, Lorenzo Silva, Suso de Toro. Y sus 14 trabajos, peque?as obras maestras de quienes conocen y aman de lo que hablan, que en este caso es un rinc¨®n de la obra de Luchino Visconti. Estamos ante un variad¨ªsimo, hermoso y rico tributo al talento de un artista integral, que desde ayer tiene al menos 14 nuevos rostros.
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