Arreglar, no hundir la OMC
El autor defiende la utilidad de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio para fijar reglas frente a quienes la cuestionan
Son pocas las personas que cuestionan los beneficios del comercio internacional. Y puesto que los mercados globales requieren de instituciones internacionales capaces de sostenerlos, la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) resulta una instituci¨®n valiosa y, sin duda, de muchas maneras, la instituci¨®n internacional m¨¢s desarrollada. Ha tenido ¨¦xito no s¨®lo al crear leyes internacionales, sino tambi¨¦n al adjudicar disputas y al hacer cumplir sus decisiones.
Pero las fracturas econ¨®micas de la ¨²ltima d¨¦cada, unidas a la falta de redes adecuadas de seguridad social, han generado un tremendo resentimiento contra la globalizaci¨®n. Puesto que los pa¨ªses miembros se alistan para reunirse en Qatar este viernes, la OMC es objetivo principal de los opositores de la globalizaci¨®n. Su intenci¨®n de 'reducir o hundir a la OMC' es un objetivo err¨®neo.
La OMC, como todas las instituciones, tiene sus fallas. Pero las principales objeciones contra la OMC no pueden ser resueltas por la OMC misma, pues la tarea de la OMC es establecer reglas b¨¢sicas para el comercio internacional; no est¨¢ dise?ada para perseguir otros objetivos sociales. Entonces, las dificultades no se relacionan tanto con la OMC, sino con la falta de instituciones de similar poder y eficacia que se centren en esos objetivos sociales. En efecto, el problema m¨¢s fundamental del orden global de la actualidad es que la producci¨®n de bienes privados ha adquirido prioridad sobre el desarrollo social; es decir, el suministro de bienes p¨²blicos.
La OMC no s¨®lo no est¨¢ dise?ada para tratar con la protecci¨®n del ambiente, la seguridad alimenticia, los derechos humanos y los derechos laborales, sino que su modus operandi no es adecuado para el suministro de bienes p¨²blicos. La fuerza de la OMC se encuentra en su mecanismo para hacer cumplir las reglas, que los pa¨ªses est¨¢n dispuestos a aceptar porque quieren obtener los beneficios del comercio. No lo aceptar¨¢n, sin embargo, en otras ¨¢reas. ?Ser¨ªa concebible que China (que pronto ser¨¢ miembro) aceptara la inclusi¨®n de los derechos humanos? ?Podr¨ªa ser Estados Unidos m¨¢s sensible con cuestiones del medio ambiente?
Hacer cumplir las reglas aceptadas con anterioridad tampoco es apropiado para alcanzar metas sociales, porque muchos pa¨ªses no tienen los recursos para lograr los est¨¢ndares internacionales.
En lugar de imponer requerimientos, ser¨ªa mucho mejor proveer recursos para permitir que los pa¨ªses pobres cumplan con las reglas voluntariamente. Consideremos el trabajo infantil. En lugar de introducir una regla de la OMC que proh¨ªba que los menores trabajen, deber¨ªamos proveer recursos para la educaci¨®n primaria universal. Entonces podr¨ªamos demandar que quienes reciban apoyo eliminen el trabajo infantil en alg¨²n momento. Este m¨¦todo ser¨ªa m¨¢s efectivo que intentar forzar a uno u otro pa¨ªs a cumplir las reglas.
Aun as¨ª, deber¨ªan hacerse cambios significativos a los reglamentos de la OMC para atender las objeciones v¨¢lidas. En cierto sentido, la OMC es v¨ªctima de su propio ¨¦xito. Es pr¨¢cticamente la ¨²nica instituci¨®n internacional a la que los pa¨ªses est¨¢n dispuestos a subordinarse. Esto la vuelve supuestamente demasiado poderosa, porque las reglas de la OMC relacionadas con la liberalizaci¨®n del comercio sobrepasan a los reglamentos locales enfocados en otros importantes valores sociales.
Ser¨ªa indicado, por lo tanto, cambiar el estatus de realeza de la OMC. Primero, si hemos de evitar un desmantelamiento total, el orden de precedencia entre las leyes de la OMC y las leyes de cada naci¨®n debe ser invertido. Como funcionan las cosas ahora, ning¨²n pa¨ªs puede usar las sanciones comerciales para imponer sus propios est¨¢ndares a otro pa¨ªs cuando un producto importado es f¨ªsicamente igual al producido a nivel nacional. Prohibir la carne de res tratada con hormonas, por ejemplo, no est¨¢ permitido, a menos de que haya evidencia de que la carne tratada con hormonas es distinta de la carne producida localmente. La ¨²nica excepci¨®n se da cuando existe un acuerdo internacional que ambos pa¨ªses hayan suscrito. Pero esos acuerdos son dif¨ªciles de lograr.
Propongo invertir ese orden de preferencia: deber¨ªa permitirse que los pa¨ªses apliquen sus est¨¢ndares nacionales m¨¢s altos tanto a las importaciones como a los bienes locales, a menos de que un panel de expertos patrocinado por la OMC encuentre que tales est¨¢ndares deber¨ªan estar prohibidos o simplemente son innecesarios. A diferencia de la forma en que funciona bajo el sistema actual, en el que los pa¨ªses que cuentan con leyes laborales o est¨¢ndares ecol¨®gicos no cuentan con incentivos para negociar acuerdos internacionales en base a est¨¢ndares m¨¢s altos, la nueva regla cambiar¨ªa el desbalance entre el comercio y otros valores al proveer incentivos para lograr acuerdos internacionales apropiados.
Segundo, quiz¨¢ la OMC se extendi¨® m¨¢s de lo necesario cuando se involucr¨® en los derechos de propiedad intelectual. Los derechos de propiedad intelectual han ayudado a convertir la ciencia en una actividad empresarial y los negocios, claro, est¨¢n motivados por la ganancia. Se puede argumentar que este proceso ha ido demasiado lejos, planteando un obst¨¢culo a la investigaci¨®n, la cual es de gran importancia para el mundo en desarrollo. Se gasta mucho m¨¢s dinero, por ejemplo, en el desarrollo de cosm¨¦ticos que en la cura de enfermedades tropicales.
Una soluci¨®n total para este problema, el cual demanda nuevos incentivos para fomentar la investigaci¨®n con miras al desarrollo de drogas que necesitan pa¨ªses menos desarrollados, est¨¢ fuera del alcance de la OMC. Pero la OMC deber¨ªa reconsiderar su participaci¨®n. Las patentes y el copyright son necesarios, pero esa protecci¨®n constituye una limitaci¨®n al comercio. ?Que tanta restricci¨®n est¨¢ justificada? El c¨¢lculo es bastante distinto entre los pa¨ªses tecnol¨®gicamente avanzados, que obtienen ganancias de las innovaciones (y presionan en la OMC para que sean protegidas por la misma), y los pa¨ªses menos desarrollados, que tienen que pagar por ellas. Los pa¨ªses menos desarrollados tienen raz¨®n al estar molestos con la actual posici¨®n de la OMC en cuanto a los aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (o TRIP).
Tercero, el acuerdo sobre Medidas de Inversi¨®n Relacionadas con el Comercio (TRIM, por sus siglas en ingl¨¦s) deber¨ªa renegociarse para permitir alg¨²n apoyo para las empresas peque?as y medianas creadas localmente. Las TRIM est¨¢n dise?adas para nivelar el campo de juego entre las empresas extranjeras y locales. Pero en un mundo en el que el capital tiene libertad de movimiento, el campo de juego est¨¢ severamente inclinado en favor de los inversionistas internacionales y las corporaciones multinacionales. Las TRIM institucionalizan y refuerzan esta predisposici¨®n.
Los pa¨ªses con frecuencia ofrecen incentivos fiscales y otros subsidios a las corporaciones transnacionales porque deben competir para atraer la inversi¨®n externa. Las concesiones a menudo son tambi¨¦n compradas a trav¨¦s de sobornos. La OMC no ha hecho ning¨²n intento por enfrentar estos asuntos y no cuenta con reglamentos en contra de las actividades de corporaciones transnacionales que son da?inas para los pa¨ªses en los que operan.
Las reglas basadas en las TRIM tampoco reconocen que el fomento de empresas locales peque?as y medianas sea un caso v¨¢lido. A pesar de que los incentivos para esos negocios locales (como el microcr¨¦dito y un mejor financiamiento) deber¨ªan proporcionarse afuera de la OMC, las reglas de comercio deber¨ªan ser modificadas para dar cabida a tal apoyo.
Los inconformes que quieren 'hundir o reducir' a la OMC destruir¨ªan a la gallina de los huevos de oro. Aunque debemos rechazar firmemente esas demandas, debemos prestar la atenci¨®n debida a las preocupaciones leg¨ªtimas de los cr¨ªticos acerca de c¨®mo se usan y se distribuyen esos huevos de oro.Son pocas las personas que cuestionan los beneficios del comercio internacional. Y puesto que los mercados globales requieren de instituciones internacionales capaces de sostenerlos, la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) resulta una instituci¨®n valiosa y, sin duda, de muchas maneras, la instituci¨®n internacional m¨¢s desarrollada. Ha tenido ¨¦xito no s¨®lo al crear leyes internacionales, sino tambi¨¦n al adjudicar disputas y al hacer cumplir sus decisiones.
Pero las fracturas econ¨®micas de la ¨²ltima d¨¦cada, unidas a la falta de redes adecuadas de seguridad social, han generado un tremendo resentimiento contra la globalizaci¨®n. Puesto que los pa¨ªses miembros se alistan para reunirse en Qatar este viernes, la OMC es objetivo principal de los opositores de la globalizaci¨®n. Su intenci¨®n de 'reducir o hundir a la OMC' es un objetivo err¨®neo.
La OMC, como todas las instituciones, tiene sus fallas. Pero las principales objeciones contra la OMC no pueden ser resueltas por la OMC misma, pues la tarea de la OMC es establecer reglas b¨¢sicas para el comercio internacional; no est¨¢ dise?ada para perseguir otros objetivos sociales. Entonces, las dificultades no se relacionan tanto con la OMC, sino con la falta de instituciones de similar poder y eficacia que se centren en esos objetivos sociales. En efecto, el problema m¨¢s fundamental del orden global de la actualidad es que la producci¨®n de bienes privados ha adquirido prioridad sobre el desarrollo social; es decir, el suministro de bienes p¨²blicos.
La OMC no s¨®lo no est¨¢ dise?ada para tratar con la protecci¨®n del ambiente, la seguridad alimenticia, los derechos humanos y los derechos laborales, sino que su modus operandi no es adecuado para el suministro de bienes p¨²blicos. La fuerza de la OMC se encuentra en su mecanismo para hacer cumplir las reglas, que los pa¨ªses est¨¢n dispuestos a aceptar porque quieren obtener los beneficios del comercio. No lo aceptar¨¢n, sin embargo, en otras ¨¢reas. ?Ser¨ªa concebible que China (que pronto ser¨¢ miembro) aceptara la inclusi¨®n de los derechos humanos? ?Podr¨ªa ser Estados Unidos m¨¢s sensible con cuestiones del medio ambiente?
Hacer cumplir las reglas aceptadas con anterioridad tampoco es apropiado para alcanzar metas sociales, porque muchos pa¨ªses no tienen los recursos para lograr los est¨¢ndares internacionales.
En lugar de imponer requerimientos, ser¨ªa mucho mejor proveer recursos para permitir que los pa¨ªses pobres cumplan con las reglas voluntariamente. Consideremos el trabajo infantil. En lugar de introducir una regla de la OMC que proh¨ªba que los menores trabajen, deber¨ªamos proveer recursos para la educaci¨®n primaria universal. Entonces podr¨ªamos demandar que quienes reciban apoyo eliminen el trabajo infantil en alg¨²n momento. Este m¨¦todo ser¨ªa m¨¢s efectivo que intentar forzar a uno u otro pa¨ªs a cumplir las reglas.
Aun as¨ª, deber¨ªan hacerse cambios significativos a los reglamentos de la OMC para atender las objeciones v¨¢lidas. En cierto sentido, la OMC es v¨ªctima de su propio ¨¦xito. Es pr¨¢cticamente la ¨²nica instituci¨®n internacional a la que los pa¨ªses est¨¢n dispuestos a subordinarse. Esto la vuelve supuestamente demasiado poderosa, porque las reglas de la OMC relacionadas con la liberalizaci¨®n del comercio sobrepasan a los reglamentos locales enfocados en otros importantes valores sociales.
Ser¨ªa indicado, por lo tanto, cambiar el estatus de realeza de la OMC. Primero, si hemos de evitar un desmantelamiento total, el orden de precedencia entre las leyes de la OMC y las leyes de cada naci¨®n debe ser invertido. Como funcionan las cosas ahora, ning¨²n pa¨ªs puede usar las sanciones comerciales para imponer sus propios est¨¢ndares a otro pa¨ªs cuando un producto importado es f¨ªsicamente igual al producido a nivel nacional. Prohibir la carne de res tratada con hormonas, por ejemplo, no est¨¢ permitido, a menos de que haya evidencia de que la carne tratada con hormonas es distinta de la carne producida localmente. La ¨²nica excepci¨®n se da cuando existe un acuerdo internacional que ambos pa¨ªses hayan suscrito. Pero esos acuerdos son dif¨ªciles de lograr.
Propongo invertir ese orden de preferencia: deber¨ªa permitirse que los pa¨ªses apliquen sus est¨¢ndares nacionales m¨¢s altos tanto a las importaciones como a los bienes locales, a menos de que un panel de expertos patrocinado por la OMC encuentre que tales est¨¢ndares deber¨ªan estar prohibidos o simplemente son innecesarios. A diferencia de la forma en que funciona bajo el sistema actual, en el que los pa¨ªses que cuentan con leyes laborales o est¨¢ndares ecol¨®gicos no cuentan con incentivos para negociar acuerdos internacionales en base a est¨¢ndares m¨¢s altos, la nueva regla cambiar¨ªa el desbalance entre el comercio y otros valores al proveer incentivos para lograr acuerdos internacionales apropiados.
Segundo, quiz¨¢ la OMC se extendi¨® m¨¢s de lo necesario cuando se involucr¨® en los derechos de propiedad intelectual. Los derechos de propiedad intelectual han ayudado a convertir la ciencia en una actividad empresarial y los negocios, claro, est¨¢n motivados por la ganancia. Se puede argumentar que este proceso ha ido demasiado lejos, planteando un obst¨¢culo a la investigaci¨®n, la cual es de gran importancia para el mundo en desarrollo. Se gasta mucho m¨¢s dinero, por ejemplo, en el desarrollo de cosm¨¦ticos que en la cura de enfermedades tropicales.
Una soluci¨®n total para este problema, el cual demanda nuevos incentivos para fomentar la investigaci¨®n con miras al desarrollo de drogas que necesitan pa¨ªses menos desarrollados, est¨¢ fuera del alcance de la OMC. Pero la OMC deber¨ªa reconsiderar su participaci¨®n. Las patentes y el copyright son necesarios, pero esa protecci¨®n constituye una limitaci¨®n al comercio. ?Que tanta restricci¨®n est¨¢ justificada? El c¨¢lculo es bastante distinto entre los pa¨ªses tecnol¨®gicamente avanzados, que obtienen ganancias de las innovaciones (y presionan en la OMC para que sean protegidas por la misma), y los pa¨ªses menos desarrollados, que tienen que pagar por ellas. Los pa¨ªses menos desarrollados tienen raz¨®n al estar molestos con la actual posici¨®n de la OMC en cuanto a los aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (o TRIP).
Tercero, el acuerdo sobre Medidas de Inversi¨®n Relacionadas con el Comercio (TRIM, por sus siglas en ingl¨¦s) deber¨ªa renegociarse para permitir alg¨²n apoyo para las empresas peque?as y medianas creadas localmente. Las TRIM est¨¢n dise?adas para nivelar el campo de juego entre las empresas extranjeras y locales. Pero en un mundo en el que el capital tiene libertad de movimiento, el campo de juego est¨¢ severamente inclinado en favor de los inversionistas internacionales y las corporaciones multinacionales. Las TRIM institucionalizan y refuerzan esta predisposici¨®n.
Los pa¨ªses con frecuencia ofrecen incentivos fiscales y otros subsidios a las corporaciones transnacionales porque deben competir para atraer la inversi¨®n externa. Las concesiones a menudo son tambi¨¦n compradas a trav¨¦s de sobornos. La OMC no ha hecho ning¨²n intento por enfrentar estos asuntos y no cuenta con reglamentos en contra de las actividades de corporaciones transnacionales que son da?inas para los pa¨ªses en los que operan.
Las reglas basadas en las TRIM tampoco reconocen que el fomento de empresas locales peque?as y medianas sea un caso v¨¢lido. A pesar de que los incentivos para esos negocios locales (como el microcr¨¦dito y un mejor financiamiento) deber¨ªan proporcionarse afuera de la OMC, las reglas de comercio deber¨ªan ser modificadas para dar cabida a tal apoyo.
Los inconformes que quieren 'hundir o reducir' a la OMC destruir¨ªan a la gallina de los huevos de oro. Aunque debemos rechazar firmemente esas demandas, debemos prestar la atenci¨®n debida a las preocupaciones leg¨ªtimas de los cr¨ªticos acerca de c¨®mo se usan y se distribuyen esos huevos de oro.
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