El feudo del conde Lucanor

Construido sobre un agreste cerro y separado del resto de la meseta por un profundo tajo, Alarc¨®n tiene una ¨²nica v¨ªa de acceso: un estrecho istmo sobre el que se ha construido una carretera. Una vez rebasada esta defensa natural, queda la artificial: las tres murallas que rodean el pueblo, aunque hoy ya no de forma completa. Se trata de uno de los mejores recintos amurallados que se conservan en Espa?a en el que viven poco m¨¢s de 200 personas.

Durante el paseo por el pueblo, de calles amplias, llama la atenci¨®n el labrado de los escudos her¨¢ldicos, los acabados de las rejas y, si se levanta la mirada, las tres filas de tejas superpuestas que tienen casi todos los techados.

Desde la parte m¨¢s alta del pueblo, la mole del castillo preside el conjunto. El aspecto actual del edificio se debe en su mayor¨ªa al rey Alfonso VIII, que a?adi¨® en el siglo XIII nuevas fortificaciones sobre los restos de una antigua fortaleza ¨¢rabe. Entre sus muros escribi¨® el infante don Juan Manuel en 1335 los cuentos moralizantes que componen El conde Lucanor. Unos a?os m¨¢s tarde, el mismo noble escritor resisti¨® all¨ª el acoso militar de otro c¨¦lebre literato, el poeta Jorge Manrique. De estilo b¨¢sicamente g¨®tico, aunque la torre de homenaje tenga l¨ªneas renacentistas, la fortaleza tuvo que ser reconstruida y acondicionada para adaptarla a su uso actual como parador de turismo. De la construcci¨®n original quedan elementos, como los arcos fajones en piedra labrada del comedor.

En el extremo m¨¢s alejado del castillo, la plaza del Infante don Juan Manuel, sobria y de discretas dimensiones, combina elementos que evocan su origen de mercado medieval -galer¨ªas soportaladas bajo algunos de sus edificios, espacio despejado- con otros que delatan las sucesivas transformaciones acometidas principalmente durante el Renacimiento. Dos interesantes muestras de ello son el edificio del Ayuntamiento y la iglesia de Santa Mar¨ªa, de estilo herreriano y construida en el siglo XVI, aunque muy reformada en tiempos m¨¢s recientes. Esta iglesia, por ser la ¨²nica que se mantiene abierta al culto, puede ser visitada de martes a viernes, a las 9.00; los s¨¢bados, a las 19.30; los domingos, a las 12.30, y los lunes, a las 20.30. El resto de los templos tan s¨®lo son accesibles durante las visitas guiadas que organiza la Posada El Infante (el recorrido cuesta 1.000 pesetas por persona; se hace todos los d¨ªas, a las 12.00 y a las 17.30, con una duraci¨®n de aproximadamente hora y media).

Uno de los paseos que m¨¢s gustan a los habitantes es el camino que desciende, atravesando la puerta de la Traici¨®n, hasta el cauce del r¨ªo J¨²car. S¨®lo por ver de cerca los puentes ¨¢rabes del Enchicero y Chinchilla, construidos sobre restos romanos, ya merece la pena bajar hasta all¨ª.

A tan s¨®lo 35 kil¨®metros de Alarc¨®n se encuentran las ruinas de la villa romana de Valeria. Fundada en el a?o 82 antes de Cristo por el pretor Valerio Flaco, conserva interesantes vestigios: el foro, un monumental ninfeo (fuente de abastecimiento p¨²blico de agua), el trazado de las calles y restos de viviendas, adem¨¢s de parte de los muros de una iglesia visig¨®tica. Para llegar hasta all¨ª, hay que dirigirse hacia la actual Valeria por la comarcal CM-7124, y un kil¨®metro antes de llegar hay una se?al indicativa que marca el comienzo del sendero que conduce a las ruinas. Despu¨¦s no hay m¨¢s que seguir las flechas de madera que indican el recorrido.