Miguel R¨ªos encara el futuro con la fuerza de su repertorio
Con la ilusi¨®n de un novato present¨® el veterano Miguel R¨ªos la concreci¨®n en directo de su ¨²ltimo disco, Miguel R¨ªos y las estrellas del rock latino. Esto le honra a¨²n m¨¢s si cabe, porque ya es dif¨ªcil siquiera seguir siendo rockero en Espa?a cuando las nieves del tiempo platean las sienes de cada cual. Pero se hace m¨¢s f¨¢cil olvidar el reloj biol¨®gico y hacer que el tiempo se congele cuando se tiene una excepcional banda de rock, un pu?ado de canciones que est¨¢n francamente bien y un juguete virtual que hac¨ªa que Rosendo, El Tri, La Ley, Fito P¨¢ez y Charlie Garc¨ªa, Aterciopelados, Fher de Man¨¢ y Joaqu¨ªn Sabina -¨¦ste por partida doble, porque estaba tambi¨¦n f¨ªsicamente en la sala- se aparecieran de repente en tres dimensiones, v¨ªa holograma proyectado en el escenario cual si fueran la princesa Leia pidiendo socorro a Obi-Wan dando la charla m¨ªstica.
Todav¨ªa mejor, porque aquellos cantaban junto a Miguel R¨ªos algunas de las mejores piezas de sus respectivos repertorios. El concierto, celebrado el s¨¢bado en el Palacio de Congresos de Madrid, cont¨® con los m¨²sicos
.Una soluci¨®n esc¨¦nica ingeniosa cuando se hace un disco de colaboraciones y, evidentemente, los invitados no pueden acompa?ar a uno durante toda la gira. Adem¨¢s, en tiempos como los actuales, en los que casi todos los n¨²meros uno de la m¨²sica mundial llevan gran parte de su sonido pregrabado, ?por qu¨¦ no enlatar, entonces, im¨¢genes? Y qu¨¦ decir cuando se pula la t¨¦cnica de las videoconferencias y ¨¦stas no sean a trompicones...
Piedras preciosas
Continuando con el cap¨ªtulo musical, junto a esas inmensas canciones de y con otros, engarz¨® Miguel R¨ªos otras piedras preciosas de su propia colecci¨®n privada: Bienvenidos, No est¨¢s sola, El ruido de fondo, Marilyn Monroe -¨¦sta de Manolo Tena-, Santa Luc¨ªa, El blues del autob¨²s...
Un pel¨ªn nervioso por si algo fallaba -era el segundo concierto de la gira-, pero plet¨®rico de voz y ganas, Miguel R¨ªos disfrut¨® ¨¦l mismo de modo evidente, hizo disfrutar al c¨®mplice p¨²blico, e incluso se atrevi¨® a mantener una charla con su maestro Elvis, que se parec¨ªa sospechosamente a Mill¨¢n Salcedo, quien se apareci¨® en escena tambi¨¦n de forma virtual y vestido como el anuncio del mu?equito rockero que baila en el salpicadero.
Al final del concierto hubo hasta Himno a la alegr¨ªa, muy justificado dada la actitud positiva con la que Miguel R¨ªos encara el siglo XXI y muy necesario a tenor de lo tenso que anda el mundo.
Y, en el centro de todo, un Miguel R¨ªos evolucionando sobre las tablas con la misma cara de ilusi¨®n del chaval que acaba de descubrir el scalextric entre el resto de los regalos. As¨ª es f¨¢cil seguir tocando y cantando rock.
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