Gibraltar se resiste a un cambio de estatus
'Blair no va a defraudar a los gibraltare?os por su amistad con Aznar', afirma Peter Caruana
La frontera de la Verja de Gibraltar, el term¨®metro que marca el humor estacional del Gobierno espa?ol, aparece despejada esta fr¨ªa noche de noviembre, pero el guardia civil que atiende el puesto encuentra quiz¨¢s excesiva la desenvoltura del conductor y le hace bajar e identificarse cumplidamente. Es un hombre espigado, de tez m¨¢s bien sonrosada, mientras que su colega del lado brit¨¢nico muestra un rostro oliv¨¢ceo, f¨¢cilmente asociable a un tipo de magreb¨ª. Como casi todo el mundo en Gibraltar, ambos hablan espa?ol con un acusado acento andaluz. Es s¨®lo el primer contraste de los que ofrecen las calles generalmente bulliciosas del Pe?¨®n: un espect¨¢culo continuo de mestizaje en el que participan mediterr¨¢neos, anglosajones, orientales, jud¨ªos y musulmanes, protestantes y cat¨®licos, un escaparate de banderas y s¨ªmbolos brit¨¢nicos, de r¨®tulos exclusivamente en ingl¨¦s, donde la m¨²sica flamenca se cuela permanentemente por las ventanas, donde el espa?ol vive siempre en la calle y aguarda en la trastienda.
'Londres est¨¢ dispuesto a sacrificarnos para normalizar sus relaciones con Espa?a'
El ex ministro Bossano advierte: 'No va a ser f¨¢cil desembarazarse de nosotros'
Caruana insiste ante la cumbre de Barcelona: 'Tres voces para aprobar el acuerdo'
Para¨ªso fiscal y punto negro internacional del blanqueo de dinero, centro de negocios, bazar, puerto franco, ¨¢rea de convivencia social y tolerancia pol¨ªtica y religiosa, Gibraltar, siempre de espaldas a Espa?a, se revuelve contra las conversaciones sobre el futuro de la colonia que los Gobiernos de Madrid y Londres han retomado tras cuatro a?os de silencio. El diario local, The Gibraltar Chronicle, anuncia manifestaciones de protesta en Londres, y pasado ma?ana en Barcelona, coincidiendo con la reuni¨®n bilateral que se celebrar¨¢ ese d¨ªa. 'El programa consiste en volar a Londres primero y luego a Barcelona para estar all¨ª el martes. Todo est¨¢ pagado, tanto el alojamiento como los transportes', contesta en el tel¨¦fono de la agencia de viajes facilitado por el diario una gibraltare?a de nombre Michelle. ?Y qui¨¦n paga todo esto? 'Supongo que el Gobierno de Gibraltar', responde. El primer ministro de la colonia, Peter Caruana, un pol¨ªtico h¨¢bil en las piruetas diplom¨¢ticas, sostiene que su Gobierno no respalda las manifestaciones contra el di¨¢logo hispano-brit¨¢nico pero es evidente que las autoridades de la Roca y la oposici¨®n est¨¢n movilizando tanto a su influyente lobby en Londres como a las organizaciones Asociaci¨®n de Estudiantes de Gibraltar y Grupo por la Autodeterminaci¨®n, que animan las protestas. 'De Bilbao suelen venir unos se?ores del Comit¨¦ pro Gibraltar que se alojan aqu¨ª con gastos pagados por la Administraci¨®n', apunta un camarero espa?ol, uno m¨¢s de los miles que cruzan diariamente la verja para trabajar en suelo brit¨¢nico.
Aunque las im¨¢genes que ilustran la nueva amistad hispano-brit¨¢nica no son in¨¦ditas, los dirigentes de Gibraltar siguen notando un escalofr¨ªo en el cuerpo cada vez que el presidente espa?ol y el premier brit¨¢nico se abrazan en p¨²blico, cada vez que, como ha ocurrido recientemente en Checkers, las familias Aznar y Blair pasan juntas un fin de semana. 'Estamos inquietos e irritados, claro, porque vemos que hay un acuerdo secreto o algo as¨ª entre ambos Gobiernos de cara a llegar a un acuerdo en el plazo de un a?o. Londres est¨¢ dispuesto a sacrificarnos para normalizar sus relaciones con Espa?a, quiere que Madrid sea su aliado europeo', se?alan, por separado, con palabras muy similares, tanto Joe Bossano, ex primer ministro de Gibraltar y jefe del partido socialista, como Joseph Garc¨ªa, l¨ªder del Partido Liberal. La idea est¨¢ muy presente en la calle y en los despachos profesionales: 'Si han vendido Hong Kong con seis millones de habitantes, los ingleses pueden perfectamente hacer lo mismo con nosotros, que somos cuatro gatos', apunta un comerciante. 'Cualquier d¨ªa nos encontramos con la bandera espa?ola ondeando en lo alto del Pe?¨®n'.
De manera casi sistem¨¢tica, los gibraltare?os pasan de expresar su miedo a ser sacrificados en el altar de la nueva amistad hispano-brit¨¢nica, a afirmar que, en cualquier caso, Londres y Madrid tienen poco que hacer porque Gibraltar cuenta con el compromiso formal brit¨¢nico, plasmado en su Constituci¨®n de 1969, de que dispondr¨¢n siempre de la ¨²ltima palabra en un hipot¨¦tico acuerdo entre el Reino Unido y Espa?a. 'No podr¨¢n desembarazarse de nosotros f¨¢cilmente', advierte Joe Bossano.
?Por qu¨¦ entonces tanta inquietud? ?Por qu¨¦ la negativa a estar presente en la reuni¨®n de Barcelona? ?Por qu¨¦ rechazar la colaboraci¨®n con Espa?a en terrenos como el del uso conjunto del aeropuerto, pactada en la d¨¦cada de los 80, la multiplicaci¨®n de l¨ªneas telef¨®nicas, el desbloqueo de la directivas comunitarios o el tr¨¢nsito fronterizo, que redundar¨ªan directamente en beneficio de los gibraltare?os?
'Porque a trav¨¦s de la colaboraci¨®n, Espa?a puede hacerse imprescindible, asumir en la pr¨¢ctica gran parte de nuestra soberan¨ªa y llevarnos a un callej¨®n sin salida', responden. 'Renunciamos al proyecto de uso conjunto del aeropuerto', explica Anthony Provasoli, director del bufete de abogados m¨¢s importante del Pe?¨®n, 'cuando nos dimos cuenta de que equivaldr¨ªa a un trasvase efectivo de soberan¨ªa'. El resultado es que los aviones, tres o cuatro al d¨ªa, siguen despegando de una pista diminuta atravesada por la carretera y sin otro destino que el Reino Unido, ya que Espa?a les proh¨ªbe penetrar en su espacio a¨¦reo.
A la vista de la iniciativa Londres-Madrid, los partidos gibraltare?os est¨¢n acelerando a marchas forzadas la reforma constitucional que pretende descolonizar el Pe?¨®n, a trav¨¦s del ejercicio en refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, aunque sin romper completamente los v¨ªnculos con la Corona brit¨¢nica. 'Se trata de convertirnos en un pa¨ªs independiente pero con la obligaci¨®n por parte de Londres de atender, a petici¨®n nuestra, tanto nuestra defensa militar, como nuestra pol¨ªtica exterior'. Joe Bossano pronuncia estas palabras con mucha seriedad pero no puede evitar una carcajada ante la pregunta, ir¨®nica, de si no le piden nada m¨¢s al Reino Unido y de si cree que Espa?a aceptar¨¢ eso de buen grado. 'Es una iniciativa que puede ser llevada al Tribunal de La Haya y poner en un brete a los dos Gobiernos', se?ala el ex primer ministro de la Roca. Seg¨²n el dirigente del Partido Liberal, Joseph Garc¨ªa, el prop¨®sito es que el texto definitivo est¨¦ listo antes de fin de a?o y que el refer¨¦ndum se lleve a cabo a principios de 2002.
En su despacho de Gobierno, Peter Caruana, hombre de modales amables pero escurridizo, rechaza ese calendario. 'Lo que someteremos a refer¨¦ndum ser¨¢ el texto de la reforma constitucional resultante de las conversaciones que mantengamos con el Reino Unido'. ?Y no cree que Espa?a puede considerar esa iniciativa como una grave provocaci¨®n habida cuenta de que el Tratado de Utrecht de 1713 establece que Gibraltar debe pasar a manos espa?olas si deja de ser colonia? 'Depende de la facilidad con que Espa?a quiera sentirse provocada', responde el l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata, que cuenta con ocho de los 15 diputados del Parlamento del Pe?¨®n.
Al contrario que los jefes de la oposici¨®n y algunos dirigentes de su propio partido, Peter Caruana dice no albergar desconfianza hacia Londres. 'No creo que la amistad con Aznar le vaya a llevar a Blair a defraudar la confianza de los gibraltare?os en el el Reino Unido', indica. A?ade que s¨®lo participar¨¢ en el di¨¢logo hispano-brit¨¢nico en igualdad de condiciones con el resto de las partes. 'Tres voces, tres partes y el compromiso de que los acuerdos debe tener la aprobaci¨®n de las tres partes'.
El antiespa?olismo latente, (refractario a la idea de Espa?a, no a los espa?oles), el escaso eco pol¨ªtico de las actitudes de entendimiento -el pol¨ªtico m¨¢s pro espa?ol, Peter Cumming, abandon¨® el partido socialdem¨®crata tras su exiguo resultado electoral- y el rechazo sistem¨¢tico a todas las propuestas de Madrid -desde la oferta de un Gibraltar con la autonom¨ªa m¨¢s amplia de Europa, la soberan¨ªa compartida durante 50 a?os, el mantenimiento de los privilegios de la exenci¨®n del IVA y la condici¨®n de puerto franco- acreditan aparentemente el fracaso de la estrategia de persuasi¨®n y presi¨®n que Madrid promueve desde hace 30 a?os.
?C¨®mo se explica eso en una poblaci¨®n educada por Gran Breta?a, s¨ª, pero impregnada de cultura espa?ola? ?De d¨®nde viene ese antiespa?olismo si los 24.000 gibraltare?os se reconocen an¨ªmicamente m¨¢s pr¨®ximos a la emoci¨®n mediterr¨¢nea que al temperamento ingl¨¦s y si muchos de ellos, cerca del 20%, tienen una segunda residencia en terreno espa?ol? Cabr¨ªa pensar que la respuesta hay que buscarla en los intereses anudados en torno al para¨ªso fiscal, en el centro de negocios, en los 27 millones de litros de carburante para veh¨ªculos y los 23 millones de cajetillas de tabaco procedentes de Espa?a y vendidos en la colonia en 1999. Podr¨ªa pensarse que la explicaci¨®n se encuentra en la ¨¦lite financiera de abogados y contables surgida al calor del negocio, en el hecho mismo de que la renta per c¨¢pita de los 30.000 habitantes del Pe?¨®n se haya multiplicado por cinco desde la reapertura de la Verja en 1982, supere en un tercio a la media espa?ola y doble a la de sus vecinos andaluces.
Sin dejar de admitir la poderosa influencia de las nuevas actividades, sustitutas de una econom¨ªa asentada en los ingresos procedentes de los gastos militares, muchos gibraltare?os con opini¨®n y peso en la colonia advierten contra la tentaci¨®n de una interpretaci¨®n exclusivamente economicista. Una tertulia improvisada con el periodista en un pub encadena los siguientes comentarios: 'Aqu¨ª pasa como con las Torres de Nueva York, que todav¨ªa sale humo'. 'El cierre de la Verja prolongado durante 16 a?os fue cruel e inhumano y pol¨ªticamente nos ech¨® en manos de los brit¨¢nicos'. 'Hay gente que muri¨® en los hospitales porque los espa?oles no dejaban pasar las botellas de ox¨ªgeno'. 'Fue Espa?a la primera en darnos la espalda', subraya el presidente de los abogados, Robert Vasquez. Si la tesis que atribuye a los gibraltare?os 'una personalidad identitaria hist¨®rica' conformada en el territorio, la educaci¨®n y el mestizaje a lo largo de casi tres siglos puede resultar dudosa, no ocurre lo mismo con la evidencia de que ¨¦sta es una poblaci¨®n con s¨ªndrome de la insularidad. El hostigamiento, el acoso y el bloqueo, recursos de una Espa?a herida y humillada, ha levantado muros mentales bastante s¨®lidos, a cuya creaci¨®n contribuyeron algunos republicanos refugiados en el Pe?¨®n tras la guerra civil y todos aquellos hijos resentidos de la Espa?a de la Dictadura. No es el caso de Yolanda, hija de uno de los 5.000 espa?oles que se quedaron sin trabajo tras el cierre de la Verja. Nacida en Inglaterra y ciudadana gibraltare?a, Yolanda dice que no guarda aversi¨®n a Espa?a, muy al contrario. A rengl¨®n seguido, reconoce, entre risas, que, en efecto, ¨¦sta no es una opini¨®n popular.
Los matrimonios mixtos, habituales del periodo anterior al cierre de la frontera, no han vuelto a producirse con la misma frecuencia. 'Seguimos viendo al Reino Unido en lo alto de la escala y a Espa?a por debajo. S¨ª, aunque las cosas han cambiado mucho, seguimos teniendo una imagen espa?ola de subdesarrollo', afirma el director de la revista Panorama, Joe Garc¨ªa.
En cualquier caso, no hay dramatismo alguno en el debate que ocupa ahora las conversaciones de los gibraltare?os. '?Le digo una cosa que suena muy audaz? Estoy convencido de que si Espa?a liberara la frontera, en pocos a?os llegar¨ªamos a una compenetraci¨®n social, cultural y econ¨®mica muy fuerte', dice el abogado Provasoli, mezcla de italianos, ingleses y espa?oles. '?Le digo otra cosa igualmente audaz? Creo firmemente que sin los ingleses llegar¨ªamos mucho m¨¢s f¨¢cilmente a un acuerdo'.
Aunque la respuesta oficial contin¨²a m¨¢s o menos inalterable, la pregunta de si es posible que Gibraltar siga viviendo de espaldas a Espa?a tiene una mayor actualidad en una poblaci¨®n en la que no se venden peri¨®dicos espa?oles. Por supuesto, Joe Bossano cree que Gibraltar no necesita a Espa?a para nada. 'El problema es que Espa?a no tiene nada que ofrecernos porque ya tenemos much¨ªsima m¨¢s autonom¨ªa que, por ejemplo, Euskadi. Espa?a s¨®lo puede ofrecernos levantar los obst¨¢culos que ella misma nos coloca y sobre esa base no es f¨¢cil llegar a nada'. El primer ministro, Peter Caruana, es m¨¢s cuidadoso en la respuesta. 'No s¨¦ si podemos', dice, 'pero no es bueno que los vecinos se den la espalda'.
El turismo del defraudador fiscal
Hoy en Gibraltar se reconoce lo que se neg¨® en un pasado no lejano: que durante largos a?os el Pe?¨®n fue una estupenda base para el narcotr¨¢fico. 'No fueron las autoridades las que pusieron fin al asunto, sino la gente que empez¨® a preocuparse al ver a ni?os y j¨®venes con medallones de oro colgando y los bolsillos repletos de billetes. La gente sali¨® a la calle a manifestarse porque pens¨® que eso no pod¨ªa traer nada y de la noche a la ma?ana desaparecieron del puerto las lanchas r¨¢pidas y los traficantes', afirma un destacado abogado gibraltare?o. Inevitablemente, el periodista que recala en el Pe?¨®n carga con la servidumbre de la nacionalidad. 'Pero Espa?a no puede decir nada. Tienen Marbella, con la Mafia, y Galicia'. M¨¢s dif¨ªcil es conocer el n¨²mero de sociedades opacas registradas en el Pe?¨®n para eludir la fiscalidad o blanquear dinero. Seg¨²n el ex ministro principal Joe Bossano, y algunos abogados del Pe?¨®n, hay actualmente 50.000 sociedades activas de un total de 80.000 registradas desde 1985. Unas 8.000 no presentan ingresos. Alrededor de 40.000 registran bienes privados y no pagan impuestos en el Pe?¨®n, pero generan empleo cualificado y actividad hotelera en la medida en que sus propietarios est¨¢n obligados a hacer una declaraci¨®n anual contable de su sociedad. Resulta as¨ª que una parte de los siete millones de turistas que llegan a Gibraltar todos los a?os es un turismo de 'negocios', defraudadores de sus pa¨ªses de origen. 'Nuestro sistema es una copia del que existe en otros sitios, no est¨¢ pensado para el blanqueo de dinero, aunque lo permita. Hace a?os vimos que hab¨ªa cosas raras y lo depuramos mucho. Gibraltar cumple hoy con la legislaci¨®n, que permite identificar a los propietarios de las cuentas y sociedades. El abogado que vulnera la ley se arriesga a la c¨¢rcel', repite el letrado Anthony Provasoli. 'Me pregunto', dice, 'por qu¨¦ no se habla de Londres, que es donde se producen los mayores esc¨¢ndalos'. Seg¨²n el liberal Joseph Garc¨ªa, los fondos de los bancos instalados en Gibraltar ascienden a 5.000 millones de libras (8.100 millones de euros y 1,34 billones de pesetas). El presupuesto de la colonia, en la que residen permanentemente unas 30.000 personas, alcanz¨® el pasado a?o 142 millones de libras (unos 230 millones de euros y algo m¨¢s de 38.000 millones de pesetas).
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