Tres pisos acaparan los servicios de 100 prostitutas de la zona de la Montera
La propietaria asegura que no admite ninguna meretriz 'que sea menor de edad'
Cerca de 100 mujeres, en su mayor¨ªa latinoamericanas, que ejercen la prostituci¨®n en la zona de la Montera (Centro) ofrecen sus servicios en dos pisos de la cercana calle de Jardines y en uno de Caballero de Gracia. Las meretrices contactan con los clientes en la calle y despu¨¦s los suben a estos inmuebles, donde tienen lugar los encuentros sexuales.
Estas mujeres pagan 500 pesetas por media hora de alquiler de una habitaci¨®n y cobran 4.000 por servicio a los clientes, muchos de ellos tambi¨¦n latinoamericanos. Los pisos est¨¢n regentados por ex prostitutas espa?olas, que reconocen que 'ganan muy bien' con el negocio.
Los vecinos llevan semanas protestando contra la prostituci¨®n callejera y la delincuencia de la zona porque sostienen que ¨¦sta ha aumentado en el ¨²ltimo a?o, 'desde que termin¨® la remodelaci¨®n de la calle de la Montera y qued¨® m¨¢s ancha', afirman. 'No estamos en contra de las prostitutas ni la soluci¨®n es que se las lleven a otro sitio. Lo que queremos es que el Ayuntamiento ponga fin a la prostituci¨®n callejera y a todos los problemas de seguridad de la zona', a?aden los vecinos. La polic¨ªa asegura que no ha habido traslado de meretrices desde la Casa de Campo, aunque se ha comprometido a vigilar los pisos, que los residentes de la zona consideran 'ilegales', donde se encuentran las prostitutas con los clientes. ?stas, en cambio, afirman que est¨¢n indefensas y 'muy presionadas' por el movimiento vecinal de las ¨²ltimas semanas. 'Aqu¨ª no tenemos ni voz ni voto porque somos inmigrantes, pero los problemas de violencia y de tr¨¢fico de drogas de la calle no tienen que ver con nosotras', se quejan varias meretrices ecuatorianas.
En el portal del edificio de la calle de Jardines, cada d¨ªa se detecta una gran afluencia de parejas que suben y bajan a todas horas. Un portero, un chico joven colombiano, vigila el ajetreo continuo de prostitutas que traen a clientes. '?A d¨®nde voy?', pregunta a la propietaria de la casa una chica ecuatoriana acompa?ada de un cliente, tambi¨¦n ecuatoriano. 'A la habitaci¨®n del fondo', responde la responsable de uno de los pisos de Jardines, que va vestida con ropa de marca y luce varias sortijas en los dedos. Cuando la pareja sale, la prostituta entrega 500 pesetas a la encargada de la casa, se abrocha el abrigo y vuelva a la calle de la Montera en busca de nuevos clientes. Mientras, una mujer colombiana que trabaja en el piso echa ambientador en la habitaci¨®n y la acondiciona para la pr¨®xima visita.
La casa tiene un pasillo estrecho y cuatro habitaciones, que la due?a se encarga de que est¨¦n 'muy limpias'. Una televisi¨®n peque?a entretiene a las meretrices cuando tienen tiempo de hacer un descanso. En cada cuarto hay una cama con un espejo enfrente, un bid¨¦ y un cenicero. 'Algunos clientes son tan cutres que se llevan hasta los grifos del bid¨¦', comenta la due?a. El otro piso de Jardines es pr¨¢cticamente id¨¦ntico. En algunos cuartos, la luz de la bombilla es roja, en un intento de crear un ambiente adecuado. 'Aqu¨ª damos a las chicas de todo: condones, caf¨¦, tambi¨¦n las dejamos que coman; ninguna tiene queja porque las tratamos muy bien', explica la due?a mientras vigila el ir y venir de las chicas. 'A ver, t¨² tienes cara de ser peque?a. Ens¨¦?ame el pasaporte', increpa a una prostituta colombiana. La chica, muy maquillada y con unas botas de plataforma que le suben 15 cent¨ªmetros, pone cara de circunstancias y afirma tener 20 a?os, pero se marcha sin ense?ar el documento. 'Aqu¨ª no entra ninguna que sea menor. Conozco a todas y no se me cuela ninguna', explica la due?a.
La propietaria de este piso recuerda que una vez estuvo en prisi¨®n por tener en otro piso a una menor ejerciendo de prostituta. En el portal se oye un revuelo y aparecen dos agentes de la Polic¨ªa Municipal. 'Control rutinario', dicen mientras piden la documentaci¨®n para comprobar que en el piso todo est¨¢ en orden. '?Os tratan bien?, ?Os dan condones? Si ten¨¦is alg¨²n problema con un cliente, lo dec¨ªs', dicen los agentes a las prostitutas. A los diez minutos se van.
Las prostitutas afirman que se sienten amenazadas por las denuncias de los vecinos y la presi¨®n policial. Aseguran que son m¨¢s o menos las mismas en n¨²mero que hace algunos a?os y que, si en los ¨²ltimos meses ha llegado alguna meretriz nueva, no ha sido desde la Casa de Campo. 'Las conocemos a todas y ninguna ha venido de la Casa de Campo, como est¨¢ afirmando mucha gente', comenta la due?a de uno de los pisos donde se producen los intercambios sexuales. El comisario del distrito Centro, Telesforo Rubio, corrobora esta opini¨®n: 'Las prostitutas que hay en Montera no son de la Casa de Campo'. Y a?ade: 'Prostituirse no es un delito, la ¨²nica labor que podemos hacer es de prevenci¨®n y de vigilancia'.
La Polic¨ªa Municipal ha intensificado en los ¨²ltimos d¨ªas la vigilancia en los alrededores de la calle de la Montera debido a las denuncias de varios vecinos sobre la 'ilegalidad' de los pisos. El alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano ha reclamado una ley que le permita 'un traslado forzoso' de estas prostitutas a otra zona.
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