Cientos de talibanes se niegan a rendirse y reabren el frente de Kabul
La Alianza del Norte se enfrenta a una bolsa de resistencia inesperada cerca de la capital
La Alianza del Norte ha encontrado una bolsa de resistencia inesperada a s¨®lo 30 kil¨®metros del centro de Kabul, en el pueblo de Maidan Shahr, en cuyos alrededores se han atrincherado unos 1.000 guerrilleros talibanes, 400 de ellos mercenarios extranjeros paquistan¨ªes, chechenos y ¨¢rabes. O, al menos, ¨¦sa es la versi¨®n oficial. Seg¨²n otras informaciones, es un problema tribal. El comandante past¨²n, Ghulam Mohmad, no quiere someterse al nuevo Gobierno provisional y, tras una semana de negociaciones, la Alianza lanz¨® el jueves una ofensiva.
La experiencia de Maidan Shahr es muy significativa de lo que puede ocurrir en Afganist¨¢n en las pr¨®ximas semanas: conforme la Alianza del Norte vaya avanzando hacia el sur, las cosas se van a poner cada vez m¨¢s complicadas. Menos en Kunduz, los avances en el norte del pa¨ªs, territorio en el que los tayikos, uzbecos y hazaras son mayoritarios, han quedado r¨¢pidamente asentados; pero en el sur las cosas son muy diferentes. All¨ª los pastunes son mayoritarios y sus relaciones con el nuevo Gobierno del pa¨ªs son m¨¢s que tensas. No es tampoco una casualidad que Kunduz sea la ¨²nica zona de mayor¨ªa past¨²n en el norte de Afganist¨¢n.
El pueblo de Maidan Shahr, cuatro casas polvorientas con una gasolinera donde se ha instalado el puesto de mando, est¨¢ situado en la salida suroeste de Kabul, en un cruce de carreteras. Su control es esencial para la Alianza: bloquea la ruta sur a Kandahar (todav¨ªa en manos de los talibanes) y la norte a Mazar-i-Sharif. Tampoco se puede olvidar que los cohetes pueden alcanzar una distancia de 21 kil¨®metros, por lo que los primeros suburbios de Kabul est¨¢n, en teor¨ªa, a tiro de las fuerzas de Mohmad. Hace seis a?os, antes de que los talibanes tomasen Kabul, este comandante fue uno de los primeros l¨ªderes pastunes en rebelarse contra el Gobierno de Burhanudin Rabbani. Ahora que la Alianza ha vuelto al poder, la historia se repite.
'El Gobierno le pidi¨® que entregase las armas hace una semana y, como no lo ha hecho, decidi¨® atacar', asegura uno de los asistentes del comandante Sheer Alani, un past¨²n miembro de la Alianza que est¨¢ a cargo de las operaciones bajo las ¨®rdenes directas del ministro de Defensa, Mohamed Fahim.
El jueves, los combates empezaron en torno a las seis de la tarde y la ofensiva de los talibanes hizo retroceder a las fuerzas de la Alianza. En la ma?ana de ayer hubo fuego de artiller¨ªa cruzado. A media ma?ana las cosas estaban muy tranquilas, con los soldados desarrapados de rigor mostrando las posiciones talibanes: a unos dos kil¨®metros se puede ver un pueblo, ya en tierra de nadie, y un poco m¨¢s all¨¢, una colina, donde empiezan las posiciones del enemigo, desde donde se responde al fuego de artiller¨ªa. Cuando han intentado avanzar por la carretera del pueblo, han encontrado francotiradores y fuego de mortero que les ha obligado a retroceder.
Cientos de muyahidin, armados con fusiles de asalto AK-47, morteros y lanzagranadas, unos ocho carros de combate, un lanzacohetes m¨²ltiple, varios ca?ones antia¨¦reos montados en camiones... La Alianza del Norte ha decidido tomarse en serio el frente de Maidan Shahr, a pesar de que asegura que es s¨®lo una bolsa aislada de resistencia. Sin embargo, otros 50 kil¨®metros m¨¢s all¨¢, siguiendo la carretera de Kandahar, est¨¢ el grueso del Ej¨¦rcito talib¨¢n, que defiende su feudo espiritual. Precisamente, ayer se pod¨ªa ver la estela en el cielo de los bombarderos B-52 de Estados Unidos que se dirig¨ªan hacia all¨ª. Los soldados miraban los aviones arrobados. El Gobierno provisional de Afganist¨¢n ha pedido apoyo a¨¦reo a Estados Unidos si la lucha se prolonga en un lugar tan inc¨®modo, pol¨ªtica y estrat¨¦gicamente, como las afueras de Kabul.
'Esperamos instrucciones'
'Hubo muchas negociaciones', afirma Al¨ª Jan, el jefe de un pelot¨®n, 'pero fracasaron'. 'Ahora estamos bajo las ¨®rdenes de la Alianza del Norte y estamos esperando instrucciones para lanzar la ofensiva. Cuando nos las den, nos pondremos en marcha. Creemos que all¨ª hay unos 1.000 combatientes, muchos de ellos mercenarios extranjeros de los talibanes', a?ade. Ayer, el comandante Sheer Alani se encontraba en Kabul y su segundo de a bordo, Abdul Ahmed, sali¨® disparado desde su puesto en la gasolinera para atender a una delegaci¨®n del Ministerio de Defensa.
Por la carretera de Kandahar van y vienen coches todoterreno con el maletero descubierto llenos de muyahidin. Dicen que han luchado durante la noche y que ahora les relevan, pero que volver¨¢n cuando empiece la gran ofensiva. Preguntados sobre la existencia de bajas, dan la respuesta habitual: 'S¨ª, los talibanes han sufrido muchas bajas, pero nosotros ninguna'. Sin embargo, una ambulancia militar pasa a toda prisa desde la l¨ªnea del frente con un soldado herido en la mano. Todos dicen que tomar¨¢n el pueblo sin problemas, pero los combates se prolongan desde hace dos d¨ªas y ya han pedido el apoyo a¨¦reo de Estados Unidos.
'La prueba de que lo que ocurre en Maidan Shahr es algo m¨¢s que una escaramuza es que los t¨ªpicos camiones afganos pintados de colores no paran de cruzar el punto de control de la Alianza del Norte llenos de refugiados. Apelmazados en la parte de atr¨¢s, viajan ni?os, mujeres y hombres sobre sacos de trigo, ruedas de tractor, colchones, camas y l¨¢mparas.
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