Onnasch: el coleccionista como artista
Reinhard Onnasch, constructor y empresario, abri¨® en 1968 una galer¨ªa de arte en Berl¨ªn y empez¨® as¨ª una colecci¨®n considerada hoy una especie de 'inventario' del arte actual. Tanto ¨¦l como otros coleccionistas privados se han arriesgado durante a?os a comprar lo que otras instituciones no se han atrevido. El Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona ha reunido casi 200 piezas de esa colecci¨®n alemana, adem¨¢s de las 700 del belga Guy Schraenen.
COLECCI?N ONNASCH. ASPECTOS DE ARTE CONTEMPOR?NEO
Macba. Pla?a dels ?ngels, s/n Barcelona Hasta el 24 de febrero
EDICI?N AGOTADA
Archivo de Guy Schraenen Macba. Hasta el 6 de enero
Debemos asumir que Gustave Flaubert fue un temperamento prof¨¦tico que hoy despertar¨ªa las iras de los que defienden un arte imitador de formas. Existe un p¨¢rrafo en La educaci¨®n sentimental que es capital para entender el desafiante arte poshist¨®rico, caracterizado por la indiferencia hacia esa naturaleza monista que acepta el mundo sin cuestionamientos. En una de las tertulias en casa de los Arnoux, Pellerin, un escritor de terrible lengua, exclama: 'La preocupaci¨®n por la verdad exterior denota la vulgaridad contempor¨¢nea; si continuamos por ese camino, el arte se convertir¨¢ en algo por debajo de la religi¨®n como poes¨ªa y de la pol¨ªtica como inter¨¦s. Ustedes no alcanzar¨¢n su objetivo con peque?as obras a pesar de todas sus sutilezas de ejecuci¨®n (...). Sin idea nada hay grande; sin grandeza no hay belleza; el Olimpo es una monta?a. El monumento m¨¢s grandioso ser¨¢ siempre las pir¨¢mides. Vale m¨¢s la exuberancia que el gusto, el desierto que una acera, y un salvaje que un peluquero'. Afirmaciones que podr¨ªan contestar la insistente pregunta acerca de la moralidad comercial y el inter¨¦s de las recomendaciones de algunos ricachones dictadores del gusto que dise?an el camino del artista desde el taller hasta la inauguraci¨®n.
Existe un tipo de coleccionistas que se equipara al que escribe, cr¨ªtico o literato, y que aparece en la sociedad como mentes exc¨¦ntricas que lanzan retos. A lo largo del siglo XX surgieron grandes mecenas capaces de convertir los oasis culturales en fuentes de la imaginaci¨®n: el conde italiano Panza di Biumo o los alemanes Peter Ludwig, Karl Str?her, Frieder Burba, Ingvild Goetz, Josef Fr?hlinch o Reinhard Onnasch, por mencionar algunos europeos, han inhibido a los gobiernos en la compra de obra para los museos; as¨ª, las instituciones han sacado provecho de la disposici¨®n de estos fil¨¢ntropos inclasificables, por otra parte tan buenos -si buscan lo inusual- y tan necesarios como los artistas.
El caso del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba) es paradigm¨¢tico. Despu¨¦s de quejarse del poco dinero que recibe del capital privado y de la indolencia institucional, su director, Manuel Borja-Villel, ha decidido hacer de Indiana Jones, buscar el buen pa?o en otras arcas y poner cara y ojos a las abstractas finanzas de un coleccionista ejemplar, Reinhard Onnasch (G?rlitz, 1939), dejando en evidencia el poco entusiasmo de las congeladas fortunas de los patronos de la fundaci¨®n Macba. El esp¨ªritu del rom¨¢ntico Peller¨ªn vuelve a fluir en los desiertos de la contemporaneidad, hasta el punto de que las 180 piezas seleccionadas entre las 1.500 que componen la Colecci¨®n Onnasch producen el intangible placer de las ideas envueltas en la aureola de la autoridad de autores considerados imprescindibles para entender el arte de este siglo.
Reinhard Onnasch, constructor y empresario que en 1968 abri¨® una galer¨ªa de arte en Berl¨ªn, cree haber hecho un 'inventario' m¨¢s que una colecci¨®n. Afirma que empez¨® sin ser un experto y que nunca ha tenido ¨¦xito como galerista. Descubri¨® que amar el arte y ganarse la vida con ¨¦l no era exactamente lo mismo. Pero el lucrativo negocio inmobiliario le procur¨® ingresos. Sus obras est¨¢n depositadas en museos de Bremen, Hamburgo, M?nchengladbach y en un almac¨¦n de Colonia. El Macba se sumar¨¢ pronto a esta lista si se llega a un acuerdo, pues su l¨ªnea program¨¢tica tiene puntos en com¨²n con esta colecci¨®n basada en individualidades art¨ªsticas europeas y americanas de la segunda mitad del siglo XX.
Borja-Villel ha hecho coinci
dir la exhibici¨®n de la colecci¨®n Onnasch con la del belga Guy Schraenen: Edici¨®n agotada. La exposici¨®n muestra una selecci¨®n de materiales -m¨¢s de 700 obras y documentos- del Archive for Small Press
Frente a estas dos colecciones es posible hallar la influyente distinci¨®n de Walter Benjamin entre obras de arte que poseen un aura y obras de arte logradas por medios de reproducci¨®n mec¨¢nica. Un ejemplo: si el conjunto de Bremen descubre un spoerri como un bodeg¨®n hecho de cartulinas y etiquetas de bebidas, Onnasch desaf¨ªa las leyes de la gravedad en Cuadro trampa, con las sobras de otro almuerzo spoerriano dispuestas aleatoriamente. El sentido es el mismo, pero nuestra forma de relacionarnos con ellas diferente.
La colecci¨®n Onnasch se centra en el expresionismo abstracto norteamericano, el pop art, el nuevo realismo europeo, el minimal y el conceptual. El visitante puede perderse en cuerpo en la 'pesadilla brechtiana' de Kienholz, Roxy (1968) -considerado el primer environment- y encontrarse en alma entre las fantas¨ªas cornellianas de George Brecht, o en las maravillosas instalaciones de ne¨®n de Flavin, las primeras placas de acero de Serra, las esculturas circulares de Michael Heizer o las descomposiciones de Dieter Roth. M¨¢s asombros frente a los cartones corrugados de Erwin Heerich, las figuras blancas de Segal, las geometr¨ªas fosforescentes de Peter Halley, los Clyfford Still, tan liberadores, y las voluptuosidades de Morris Louis. No olvida Onnasch el arte pop, aquella respuesta solemne al expresionismo de la Escuela de Nueva York. La hoz y el martillo y las pinturas Campbell de Andy Warhol, un wesselmann impagable (Great American nude) y el alfabeto en forma de polo a punto de derretirse de un surrealista desplazado, Claes Oldenburg, con algunas de sus barrocas soft sculptures, reconcilian al visitante con el poder del museo de albergar un arte exigente y profundamente emotivo.
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