El cambio
Tranquil¨ªcense, no es tema de pol¨ªtica evolutiva general, regional o municipal, ?Dios me libre! Los asuntos p¨²blicos van como van y est¨¢ lejos de nuestra mano la posibilidad de empeorarlos, que es lo que hacen, intencionadamente o no, quienes se sacrifican por administrar la cosa p¨²blica. Los usuarios del autob¨²s, cuya representaci¨®n me atribuyo con arrogancia, deber¨ªamos anotar en nuestros diarios ¨ªntimos el desarrollo de la relaci¨®n mantenida con este medio de desplazamiento en la superficie. Var¨ªa con frecuencia, casi siempre hacia un paulatino deterioro en el que llevamos siempre la peor parte. No me refiero a los veh¨ªculos: modernos, silenciosos, confortables, calientes en tiempo desapacible, vers¨¢tiles para sortear el caos circulatorio; tampoco a la enconada inclinaci¨®n por marchar en peque?os grupos de dos o tres -de la misma l¨ªnea- con largas pausas, lo que ya tratamos en estas p¨¢ginas.
Es otra cosa. Desde hace poco, como muestra de que nada detiene el progreso, en los autobuses unos afiches advierten al ciudadano de que en un futuro inmediato, indeterminado, ser¨¢ necesario -salvo para quienes se sirvan del metrob¨²s- llevar en la mano el importe exacto del billete. Descartado cualquier otro tipo de interpretaci¨®n: el artista del volante nunca dispondr¨¢ de monedas de cambio. A fin de que no parezca -a m¨ª me lo parece- una imposici¨®n arbitraria, se hace constar, literalmente, que es 'obligaci¨®n establecida por decreto 6126/2001 de la Comunidad de Madrid'. El ucase fue perpetrado el pasado mes de agosto, cuando los madrile?os estamos medio atontados por el calor, y dudo de que haya concejales conscientes en la Casa de la Villa. Parece un arraigado h¨¢bito el de colar, h¨¢bilmente, asuntos que pudieran generar inc¨®moda contestaci¨®n, oficial o particular, en momentos de aton¨ªa. Quiz¨¢ se trata de una medida filantr¨®pica para hacer placentera la tarea de los conductores, carcomidos por el estr¨¦s que origina guiar esos mastodontes por las an¨¢rquicas calles de la capital. Ya supuso un alivio para estos sufridos trabajadores la instalaci¨®n de las maquinitas controladoras, aunque rese?amos, asimismo, el desamparado riesgo que padecen los ancianetes durante tal manipulaci¨®n. No se tiene en cuenta ese residual pero numeroso grupo estad¨ªstico. Bien se ve que por las venas de los directivos de la EMT corre sangre joven e impetuosa, que no concibe las debilidades y achaques de la edad avanzada. Esta otra disposici¨®n liberadora cabr¨ªa calificarla de humanitaria, restringida a dichos empleados, aunque se refiera al bien del g¨¦nero humano, donde, sin duda, est¨¢n ubicados. Por extensi¨®n queda de relieve el involuntariamente c¨®mico uso de la palabra que hacen los colegas de la comunicaci¨®n al hablar de antit¨¦ticos 'desastres humanitarios'.
O sea, se trata de un aviso que tampoco aclara las medidas a tomar en el caso de que el ciudadano caiga en la aberraci¨®n de viajar sin moneda fraccionaria. No es una innovaci¨®n. En mi reducida experiencia personal observ¨¦ esto mismo en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans, a la que hay que ir deliberadamente, porque est¨¢ alejada de los habituales circuitos tur¨ªsticos. En el lugar del tranv¨ªa llamado deseo, el pasajero viene obligado a entregar la cantidad espec¨ªfica, pero hay un previsor tr¨¢mite para no dejar a nadie en tierra: el conductor de aquellos trastos pintados de verde est¨¢ habilitado para devolver el cambio, con derecho a retener, para s¨ª, un peque?o porcentaje cuya cuant¨ªa no recuerdo, si es que la supe. Parece equitativo y funcional, solventa cualquier previsible incidente y se cobra un servicio ajeno al transporte. Gana un dinerito el autobusero y el impacto patrimonial resulta corto y asumible. ?OK! Es m¨¢s que posible que esta u otras alternativas se encuentren en vigor en diferentes lugares; yo comunico, a t¨ªtulo anecd¨®tico, lo poco que s¨¦. El abono en met¨¢lico no me afecta, por ser titular del codiciado abono de la tercera edad, que s¨®lo alcanza la veteran¨ªa. Nos hallamos en v¨ªsperas de la adopci¨®n del euro y me pregunto, con un punto de malicia objetiva, si este amago de molestias ser¨¢ premeditado para subir el precio del billete, tanto en los autobuses como en el metro, desde las 145 pesetas que vale ahora, a la redonda moneda comunitaria, equivalente a 166,39 pesetas de vell¨®n. Cuatro duretes y pico para el bote. Eso s¨ª que es el cambio del cambio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.