Irak tambi¨¦n y sin embargo
Est¨¢ acabado. Nadie duda ya sobre la suerte de un r¨¦gimen talib¨¢n en Afganist¨¢n al que algunos a¨²n hace unas semanas otorgaban el poder de provocar un gran incendio de odio, revueltas e ira antioccidental en el mundo isl¨¢mico con consecuencias universales. Nada de lo anunciado ha acontecido. Ni el mundo isl¨¢mico se ha lanzado contra Occidente ni hay guerra de civilizaciones como tantos desean para corroborar sus tesis.
La guerra en Afganist¨¢n -?qu¨¦ se le va a hacer!- est¨¢ cumpliendo sus objetivos. Mal que le pese a muchos, los muertos civiles todos saben hoy que la superpotencia norteamericana est¨¢, por primera vez desde Vietnam, decidida a aceptar sus propias bajas militares en el campo de batalla a cambio de mayor seguridad para su vida civil y la de las dem¨¢s democracias. Todos debieran saber que ha muerto la doctrina del menor esfuerzo en la intervenci¨®n exterior, esbozada en su d¨ªa por quien hoy es un muy sereno l¨ªder de la diplomacia norteamericana, Colin Powell.
Washington tiene que cambiar mucho m¨¢s de lo que ha hecho. Su abandono claro del aislacionismo tiene que llevarnos a una renuncia del unilateralismo que surge a¨²n por todas las fisuras de su discurso. Bush tiene que ser consciente de que el 75% del globo le exige la misma reciprocidad que demandamos a las comunidades isl¨¢micas en lo que respecta a la tolerancia hacia los principios y aceptaci¨®n de las reglas existentes en las sociedades que han decidido declararse sus aliados.
Pero pasemos al invitado obligado a esta gran kermesse del orden pol¨ªtico com¨²n y reglas compartidas. Irak es un r¨¦gimen insostenible tanto para el mundo ¨¢rabe, para el universo isl¨¢mico y para las ambiciones democr¨¢ticas de todos. No s¨®lo ha insistido en su continuo rearme de armas de destrucci¨®n masiva despu¨¦s de que los inspectores de las Naciones Unidas salieran de all¨ª de forma m¨¢s bien indigna. La producci¨®n de armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas es una obsesi¨®n de Sadam.En ello gasta el dinero que debiera llegar, gracias a los acuerdos del Consejo de Seguridad, para aliviar los sufrimientos de la poblaci¨®n civil iraqu¨ª. Pese a todas las iniciativas de buena voluntad lanzadas desde Nueva York, Irak sigue siendo un enemigo a muerte de todas las iniciativas de apertura, tan necesarias ellas, en los pa¨ªses isl¨¢micos de su entorno, una cu?a que diariamente refleja el ¨¦xito de la satrap¨ªa y la feliz resoluci¨®n para sus intereses de los conflictos que genera.
Cierto es que diez a?os despu¨¦s de la guerra del Golfo todos podemos presumir de ser m¨¢s sabios. Y que las circunstancias de anta?o recomendaban aquellas reservas que mantuvieron a Sadam Husein en el poder, por el potencial de peligro de una eventual dinamitaci¨®n de la unidad territorial iraqu¨ª y consiguiente desestabilizaci¨®n del aliado turco entre otros muchos factores.
Hoy sabemos que estos diez a?os de embargo a Irak y los bombardeos selectivos s¨®lo han producido sentimientos de agravio en el mundo musulm¨¢n y han convertido al verdugo de la naci¨®n iraqu¨ª en la v¨ªctima de una supuesta estrategia occidental p¨¦rfida anti¨¢rabe y antimusulmana. El embargo es contraproducente, cruel y necio. Est¨¢ claro desde hace a?os.
Sabemos que esta deriva, fomentada por un amor incomprensible a los hechos dados o a una intolerable falta de energ¨ªa para revisar decisiones err¨®neas anteriores s¨®lo ha alimentado a los enemigos del mundo que funciona, pese a quien pese, que es el occidental. Este mundo se puede permitir fuerzas internas que lo niegan y quieren destruirlo, mientras otros no pueden tolerar en su seno el m¨ªnimo de disidencia sin verse abocados a la cat¨¢strofe del enfrentamiento civil. Pero los socios dem¨®cratas han de ser socios y los buenos amigos tambi¨¦n increpan, conminan y dan malas noticias. A EE UU y a Israel.
Cuando Israel y los territorios desgraciadamente a¨²n ocupados rezuman casi m¨¢s sangre que nunca y no podemos siquiera imaginar la tragedia con la que desayunaremos ma?ana, hay muy pocas certezas de las que echar mano. Est¨¢ claro que el primer ministro israel¨ª Ariel Sharon es un elemento de guerra, est¨¢ claro que Yasir Arafat ha apostado por una hip¨®crita estrategia de liquidaci¨®n sistem¨¢tica de su promesa de respetar el derecho de Israel a su existencia. Las alianzas entre Ham¨¢s, Yihad y Al Fatah lo confirman. Porque Arafat puede tener desobedientes en sus filas, pero se le puede exigir tanto celo en la custodia de las bombas como tiene en la de las subvenciones.
Vuelta a Irak. Sin un r¨¦gimen en Bagdad que sea m¨ªnimamente amable a una soluci¨®n del conflicto israel¨ª-palestino, nadie puede esperar que Siria u otros acepten unos hechos, la propia existencia de un Estado jud¨ªo, cuyo cuestionamiento s¨®lo puede interpretarse por parte de las democracias como casus belli.
Sharon no puede seguir con su escalada suicida porque las democracias no han de permitirle que las arrastre a un desastre. Pero, imponiendo su agenda, EE UU, Europa y Rusia, y tambi¨¦n China, deben imponer su propia agenda conjunta para neutralizar esa org¨ªa de venganza que nos sume en la espiral de muerte. Pero Bagdad ha de caer. Sadam Husein no puede salir de la actual crisis indemne como los talibanes no pod¨ªan sobrevivir a la suya. No lo har¨¢n. Las decisiones a tomar son dif¨ªciles y tendr¨¢n inmensos costos. Pero ser¨ªan mayores los que habr¨ªa que pagar de no tener muy clara esta obviedad todos los que luchan por un mundo mejor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.