De toros
Se ha celebrado en la Real Maestranza de Caballer¨ªa de Sevilla el primer congreso internacional sobre las Fiestas de Toros y Sociedad, al que han asistido personalidades de la cultura de varias nacionalidades y especialistas de diversos campos. El programa trataba el tema desde la arqueolog¨ªa y ciencias de la religi¨®n, etiolog¨ªa y ganader¨ªa, antropolog¨ªa y sociolog¨ªa, literatura y m¨²sica, mass media, arte, ¨¦tica y filosof¨ªa e historia de la tauromaquia. Bartolom¨¦ Bennassar clausur¨® el ciclo con una conferencia sobre El concepto de Edad de Oro en el toreo.
En los ratos que pude asistir he o¨ªdo muchas ideas interesantes imposibles de encajar en este fald¨®n, por lo que me voy a ce?ir a un discurso de Pedro Romero de Sol¨ªs que me pareci¨® verdaderamente original. Para Romero de Sol¨ªs, la suerte de matar es el momento supremo hacia el que se orienta toda la corrida. As¨ª -por eso de matar, me imagino- el pase¨ªllo es como un desfile militar de la 'c¨¦lula de ataque en avance', y el p¨²blico sabe que va a presenciar un combate y que ese combate encierra una paradoja: el juego de ocultaci¨®n y ostentaci¨®n masculina que llevar¨¢ a cabo el matador. Para empezar, todos saludan quit¨¢ndose el sombrero menos los matadores, que saludan como si fuesen damas. Hay quien lo justifica afirmando que no se trata de un sombrero porque la montera es una peluca. A continuaci¨®n sale el toro pose¨ªdo de todos los valores de fuerza masculinos mientras el torero escamotea su cuerpo envolvi¨¦ndolo con la capa, en una chicuelina quiz¨¢, como si fuese el traje de volantes de una bailaora. 'A la masculinidad del toro se la come la femineidad del matador'. La suerte de las banderillas se?ala al animal como v¨ªctima con 'la flor sacrificial', y el torero aparece entonces en todo el esplendor de su figura brindando el toro 'como con una copa en un gran banquete'; tira a continuaci¨®n la montera con fuerza a la arena y se transforma en 'var¨®n matador'. A partir de ese momento ir¨¢ cambiando de sexo a su fiero contendiente que acepta poco a poco los valores femeninos hasta ser penetrado y convertido en 'un inmenso alimento'. El toro 'pose¨ªdo, derramado y femenino' termina un ritual alimenticio en un moderno y fabril matadero.
Es una historia masculina, claro, sobre la vanidad del hombre. Me pregunto c¨®mo se podr¨ªa transformar la mujer torera. En cualquier caso no se puede negar la imaginaci¨®n.
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