Ficci¨®n y realidad en el arte
Es obvio que en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX el arte consolid¨® un marco de actuaci¨®n creativa que dej¨® atr¨¢s un modelo de modernidades que durante todo el siglo estaba asociado a los diferentes ismos. Todas las corrientes de ruptura del siglo pasado propusieron un esquema diferente de percepci¨®n de la realidad y por tanto de su representaci¨®n. Pero nunca hasta ahora la interacci¨®n entre arte y realidad hab¨ªa sido tan activa. Vivimos unos tiempos en que la actualidad nutre de forma inmediata la creaci¨®n art¨ªstica. Y en los diferentes modelos de convivencia art¨ªstica que encontramos hay algunos que incluso no tienen raz¨®n de ser si no es aliment¨¢ndose del combustible tem¨¢tico del d¨ªa a d¨ªa existencial.
FORM FOLLOWS FICTION
Museo de Arte Contempor¨¢neo Castillo de R¨ªvoli. Tur¨ªn. Italia Hasta el 27 de enero de 2002
A su vez, la creaci¨®n art¨ªstica devuelve el favor inundando nuestra vida de realidades nacidas de su ficci¨®n. El hecho de que el atentado a las Torres Gemelas fuera seguido como si se tratara de un episodio televisivo y de que cientos de creadores de todo tipo reclamaran para alguna de sus obras el poder de anticipaci¨®n visionaria de este hecho as¨ª lo confirma.
Con esta constataci¨®n, el comisario, y tambi¨¦n galerista en Nueva York, Jeffrey Deitch, presenta en el Castillo de R¨ªvoli, en los alrededores de la ciudad italiana de Tur¨ªn, la exposici¨®n Form Follows Fiction que representa, de manera un tanto efectista, un reflejo del momento creativo del arte contempor¨¢neo, y tambi¨¦n de su mercado. No se ha desaprovechado la ocasi¨®n para incluir en el cat¨¢logo las im¨¢genes del atentado del 11 de septiembre en un intento de llevar al cl¨ªmax la tesis de la exposici¨®n.
Forman este muestrario nom-
bres de artistas que durante la d¨¦cada de 1990 han tenido destacada presencia en museos y bienales de ¨¢mbito internacional, la mayor¨ªa de ellos nacidos en los sesenta. La exposici¨®n Forms Follows Fiction es un ejemplo de c¨®mo el arte actual, en la gran lonja del mercado mundial, act¨²a como espejo de feria: muestra la realidad, pero convirti¨¦ndose en cierta manera en un espect¨¢culo de entretenimiento. Takashi Murakami (Tokio, Jap¨®n, 1962) en sus esculturas se apropia de la iconograf¨ªa manga inscribi¨¦ndose en la renovada visi¨®n del pop. Kara Walker (Stockton, Estados Unidos, 1969), utilizando personajes de negras siluetas, evoca el esclavismo en los campos de algod¨®n. Su transgresi¨®n del referente literario de La caba?a del t¨ªo Tom le sirve para hablar de las situaciones actuales de dominio forzado.
Gabriel Orozco (Veracruz, M¨¦xico, 1962) presenta una de sus piezas que se inscriben en la utilizaci¨®n de referentes deportivos. En este caso es de Ping Pong Table (1998), en la que incorpora un referente a la naturaleza. M¨¢s efectista es el trabajo de Vanessa Beecroft (G¨¦nova, Italia, 1969) con sus fotograf¨ªas de modelos que ocultan su rostro con una m¨¢scara -inspirada en Chirico- y que posan desnudas en centros art¨ªsticos. Las performances realizadas con estos argumentos en distintos museos ponen de relieve que el territorio art¨ªstico no es un espacio acotado ya que el propio contenedor puede ser el soporte creativo. Quien tambi¨¦n da un paso m¨¢s en la ampliaci¨®n de los soportes es Pipilotti Rist (Grabs, Suiza, 1962). Sus v¨ªdeos tienen una expresi¨®n tridimensional. En las salas de la antigua galer¨ªa de arte de los Saboya podemos comprobar esa direcci¨®n de su trabajo con Bar, donde las im¨¢genes videogr¨¢ficas se proyectan en una de las botellas.
No falta pintura en la exposici¨®n. La obra de John Currin (Boulder, Estados Unidos, 1962) posee una est¨¦tica que sintetiza la pintura cl¨¢sica con las ilustraciones de Norman Rockwell en los semanarios estadounidenses de los a?os treinta y cuarenta del siglo XX, aunque el estilo de vida que refleja Currin no es el modelo familiar de su pa¨ªs, sino m¨¢s bien escenas de inquietud sexualmente transgresora. Mucho m¨¢s turbadoras son las im¨¢genes de los cuadros de Margherita Manzelli (Ravena, Italia, 1968): j¨®venes de cuerpos enfermizos y mirada penetrante. Kurt Kauper (Indian¨¢polis, Estados Unidos, 1966) intenta aportar un singular glamour con su serie Diva Fiction, donde presenta una mirada generosa y amplia del concepto de diva. Un gui?o tambi¨¦n al mundo de las drag queens.
La pareja brit¨¢nica Tim Noble (Stroud, 1966) y Sue Webster (Leicester, 1967), cuyo trabajo habitualmente apunta hacia la cr¨ªtica humor¨ªstica de los medios de difusi¨®n masiva, la publicidad y los mecanismos del mundo del arte presentan una de sus m¨¢s populares creaciones: The New Barbarians, una versi¨®n modernizada de los hom¨ªnidos conocidos como Australophitecus Afarencis. Una actual reflexi¨®n de cu¨¢l es la direcci¨®n evolutiva del g¨¦nero humano.
Mariko Mori (Tokio, Jap¨®n, 1962), con sus on¨ªricos paisajes fotogr¨¢ficos que unen milenarismo cultural japon¨¦s y ciencia-ficci¨®n; Olafur Eliasson (Copenhague, Dinamarca, 1967), con una instalaci¨®n de luz y agua; Pierre Huyghe (Par¨ªs, Francia, 1962), con su reconstrucci¨®n videogr¨¢fica del robo a un banco; Chris Ofili (Manchester, Inglaterra, 1968), que mezcla arte tribal africano, cultura de graffiti y alusi¨®n sexual que nos transporta al problema del sida; Toba Khedoori (Sydney, Australia, 1964), con su combinaci¨®n de t¨¦cnicas en un trabajo sutil pero cargado de sugerencias; Doug Aitken (Redondo Beach, Estados Unidos, 1968), con sus trabajos videogr¨¢ficos; Matthew Ritchie (Londres, Inglaterra, 1964), con su singular s¨ªntesis de abstracci¨®n y figura; Frank Ackermann (Neumarkt St. Veit, Alemania, 1963), que revisa conceptualmente el mundo de las formas geom¨¦tricas y org¨¢nicas de reminiscencias pop; Amy Adler (Nueva York, Estados Unidos, 1966), con sus retratos ambivalentes; Gregory Crewdson (Nueva York, Estados Unidos, 1962), que muestra la cara oscura de la apacible vida cotidiana; Cai Guo-Qiang (Quanzthou, China, 1962), con trabajos que unen ra¨ªces y contemporaneidad, y Matthieu Laurette (Villeneuve St. Georges, Francia, 1970), que pone atenci¨®n a las m¨¢s fr¨ªvolas y bufas expresiones de la cultura-espect¨¢culo de nuestro tiempo, completan esta panor¨¢mica que para el p¨²blico espa?ol tiene la obvia constataci¨®n de que no hay ninguna de sus firmas generacionales, que si bien por calidad y sinton¨ªa podr¨ªan estar en este circuito, permanecen apeados de ¨¦l. Las razones del poco impacto del arte espa?ol en el mercado internacional es tema para empezar a pensar.
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