Una gran noche de Zidane y Ra¨²l
El Madrid derrota a una excelente Real Sociedad, que pag¨® la incompetencia de sus defensas
Chamart¨ªn fue testigo de algunas verdades del f¨²tbol, personificadas en la categor¨ªa sublime de Zidane, en la inigualable capacidad de Ra¨²l para decidir los partidos y en las desastrosas prestaciones de la defensa de la Real Sociedad. Tambi¨¦n se puede personificar a los culpables: Kvarme y Luiz Alberto, dos centrales que obligan a preguntarse por los motivos de su fichaje.
REAL MADRID 3| REAL SOCIEDAD 1
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Pav¨®n, Roberto Carlos; Figo (Munitis, m. 88), Makelele (Celades, m. 82), Zidane, Helguera (Guti, m. 86); Ra¨²l y Morientes. Real Sociedad: Alberto; L¨®pez Rekarte, Kvarme (Gurrutxaga, m. 65), Luiz Alberto, Aranzabal; Tayfun, Alonso, Idi¨¢kez, Khok-lhov, De Pedro (Gabilondo, m. 63); y Jankauskas (Demetradze, m.72). Goles: 0-1. M. 35. Jankauskas culmina una excelente jugada por la derecha de Tayfun. 1-1. M. 45. Kvarme marca en propia puerta al tratar de interceptar un pase de Ra¨²l. 2-1. M. 60. Ra¨²l recibe un saque de banda y mete el bal¨®n entre las piernas de Alberto. 3-1. M. 77. Penalti de L¨®pez Rekarte a Zidane. Lo transforma Figo. ?rbitro: Mu?iz. Amonest¨® a Salgado, Tayfun e Idiakez. Unos 50.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Su ineptitud fue decisiva en la derrota de su equipo, que tuvo momentos espl¨¦ndidos. S¨®lo los problemas defensivos explican la cr¨ªtica situaci¨®n de la Real, firme en el juego y poderosa en sus llegadas. Un equipo, en fin, que oblig¨® al Madrid a un notable esfuerzo, con dos jugadores a la cabeza de la reacci¨®n. Uno fue Ra¨²l, autor del segundo gol en una jugada que le acredita como uno de los depredadores m¨¢s peligrosos. A esta certeza se a?adi¨® la incompetencia de Luiz Alberto, que, a estas alturas, no sabe que no existe el fuera de juego en los saques de banda. Dej¨® libre a Ra¨²l, lleg¨® tarde a taparle y permiti¨® su venenoso remate. Que pasara por debajo de las piernas del portero habla mejor de la habilidad de Ra¨²l para encontrar rendijas en cualquier parte que de un error del guardameta. Alberto fue un h¨¦roe durante el primer tiempo: ataj¨® varios remates imposibles, especialmente dos de Zidane, el otro gran actor.
Cuesta creer la g¨¦lida respuesta de la afici¨®n madridista a los prodigios de Zidane, ahora que la hinchada puede disfrutar de los incomparables recursos de un jugador que inventa en cada encuentro. No hay manera de poner fin a su cat¨¢logo de controles y pases, algunos de los cuales levantaron un suspiro de admiraci¨®n en la gente, pero nada m¨¢s. Nadie corea el nombre de este futbolista singular, capaz de elevar al f¨²tbol a la categor¨ªa de las bellas artes. Es imposible igualar lo que hizo Zidane en la segunda parte. Su demostraci¨®n no s¨®lo qued¨® en los innumerables detalles que le acreditan como el mejor futbolista del mundo, sino en la masiva contribuci¨®n a la laboriosa victoria de su equipo. Por supuesto que encontr¨® la colaboraci¨®n de Ra¨²l, protagonista directo o indirecto en los tres goles. El primero lo marc¨® Kvarme en propia puerta, como no pod¨ªa ser de otra manera en una defensa que destroz¨® el espl¨¦ndido trabajo del resto de las l¨ªneas de la Real. El segundo se le puede atribuir al sentido callejero del delantero del Madrid. Y el tercero s¨®lo vino a confirmar a Zidane y Ra¨²l como reyes de la noche. Se buscaron en una maravillosa pared, interrumpida por L¨®pez Rekarte, que cometi¨® penalti sobre el astro franc¨¦s.
Hay una distancia abismal entre el juego y los m¨¦ritos de la Real y el lugar que ocupar en el campeonato. Como f¨²tbol es todo, tambi¨¦n hay que medir a este equipo por sus grav¨ªsimas carencias defensivas, lastre insuperable que desvirt¨²a la buena letra general. Al frente de su buen f¨²tbol est¨¢ Alonso, un chaval con pinta de gran jugador. En su estilo se reconoce la escuela de excelentes organizadores que ha dado el f¨²tbol espa?ol en los ¨²ltimos diez a?os. Hay mucho del mejor Guardiola en Alonso, en su econom¨ªa de gestos, en la capacidad para interpretar las necesidades de su equipo, en la facilidad para pasar en largo o en corto, con la derecha o con la izquierda, con la vista en la mejor soluci¨®n para el juego de ataque. Y adem¨¢s est¨¢ su entereza. Con apenas 19 a?os, no se vio superado nunca por el partido, el rival o el escenario. En Alonso, en Aranburu, que no jug¨®, o en Gabilondo la Real tiene una mina. Desde luego, el crecimiento del equipo est¨¢ asegurado con esta magn¨ªfica generaci¨®n. Lo raro es que no encuentre nada parecido en la defensa, o quiz¨¢ est¨¦ pagando el desvar¨ªo que se ha producido en un club que empez¨® a buscar fuera lo que probablemente tiene dentro. En el Goierri, en la costa o donde sea, no ser¨¢ muy dif¨ªcil hallar defensas m¨¢s solventes que Kvarme y Luiz Alberto.
La primera parte fue hermosa porque los dos equipos ofrecieron un f¨²tbol de altura. No result¨® sorprendente la actividad de los porteros. Casillas y Alberto se emplearon con agilidad y buen ojo en varios remates. A cada llegada del Madrid respond¨ªa la Real con una brillante acci¨®n de ataque. En una de ellas, Alonso abri¨® para L¨®pez Rekarte y ¨¦ste busc¨® la entrada de Tayfun, que lleg¨® hasta el fondo y entreg¨® la pelota a Jankauskas, habil para girarse y colocar un remate perfecto. Un excelente gol. El Madrid se tambale¨® y estuvo a punto de permitir el segundo gol, pero Kvarme hizo de bombero y marc¨® en su porter¨ªa. El tanto le vino de perillas al Madrid porque comenz¨® el segundo tiempo en una situaci¨®n mejor de la que pod¨ªa esperar. Por si acaso, Ra¨²l anduvo muy listo en el segundo gol, en el que colabor¨® Luiz Alberto. En esos momentos Zidane emergi¨®, imperial, para ofrecer otra actuaci¨®n espectacular, digna de una estruendosa celebraci¨®n en Chamart¨ªn. Por lo que fuera, porque hac¨ªa un fr¨ªo siberiano o porque la hinchada madridista no tiende al entusiasmo, no hubo el reconocimiento que mereci¨® Zidane en un excelente partido.
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