El cine espa?ol rompe una vieja frontera
Alejandro Amen¨¢bar crea con 'Los otros' el primer paseo triunfal de un filme espa?ol por el mundo
El cine espa?ol del a?o 2001 tiene como filme envolvente Los otros, el tercero que ha dirigido Alejandro Amen¨¢bar, que tambi¨¦n lo ha escrito, y esto no es aqu¨ª adjetivo, sino esencial, sustantivo, ya que, si se a?ade que la m¨²sica es igualmente suya, esto le permite dejar sobre la pantalla huellas de una verdadera autor¨ªa, esa atribuci¨®n tan manoseada y sin embargo tan escasa en el cine de ahora, donde casi todos los directores se proclaman autores y casi ninguno lo es.
En el pasado, desde Bu?uel a Almod¨®var, muchas pel¨ªculas espa?olas dieron, y siguen dando, vueltas y m¨¢s vueltas al planeta. Pero el itinerario de esta inteligente y vigorosa obra es para el cine espa?ol la s¨²bita ruptura, casi una pulverizaci¨®n, de la vieja frontera del encierro en la tautolog¨ªa del consumo casero, que es todav¨ªa aqu¨ª la norma. Pod¨ªa, por su estilo de producci¨®n, su reparto y su idioma, haberse convertido Los otros en cine ajeno, pero ah¨ª interviene la autor¨ªa de Amen¨¢bar, que lo impide. El filme se hace, a trav¨¦s de ¨¦l, nuestro, y ante p¨²blicos y cr¨ªticos de medio mundo Los otros alcanza n¨ªtida identidad cultural gracias al signo de origen de su m¨²sico, escritor y director.
Unos pocos filmes han elevado ocho puntos la cuota de mercado de nuestra cinematograf¨ªa
De ah¨ª que el veloz recorrido del mundo de Los otros no sea s¨®lo un tir¨®n del gancho de multitudes de la magn¨ªfica Nicole Kidman. Es eso, pero es tambi¨¦n otro rasgo de fondo, pues el paseo de Los otros surge de un goteo inicial que se ensancha de manera inexorable, hasta convertirse en un cauce torrencial de rara especie, ya que la capacidad de seducci¨®n del filme involucra por igual a masas de espectadores no c¨®mplices, que buscan en la pantalla la emoci¨®n de un entretenimiento bien hecho, y a minor¨ªas de cin¨¦filos, que buscan en la pantalla algo m¨¢s que un pasatiempo y encuentran rasgos de emoci¨®n moral y est¨¦tica.
Industria e historia
Los ¨²ltimos pasos de esta doble carrera -tan rara en el cine de hoy, donde la disociaci¨®n entre entretenimiento y arte es creciente y est¨¢ adquiriendo la gravedad de un abismo- nos llegan de Par¨ªs, donde Los otros acaba de ser recibida por aceras llenas y comentarios cr¨ªticos como el de Samuel Blumenfeld, que cierra as¨ª la p¨¢gina en que Le Monde se rinde a la pel¨ªcula: 'Alejandro Amen¨¢bar delimita un territorio de lo sobrenatural privado de la mirada de Dios. Poeta del instinto de muerte, de la ansiedad, de la consunci¨®n, a?ade una dimensi¨®n rom¨¢ntica a su filme, que no tiene equivalente en el cine contempor¨¢neo'. Palabras mayores y, m¨¢s sustantivo, irrefutables, que nos sit¨²an ante la verdadera naturaleza del -sereno y ajeno a la histeria de las modas- surco que est¨¢ abriendo este recio filme en el cine de ahora.
Es, en otras latitudes, Los otros el t¨ªtulo decisivo de la elevaci¨®n de la cuota del cine espa?ol en su propio mercado a un estimable, aunque a¨²n insuficiente, porcentaje de 18,4 puntos. Pero, aunque decisivo, no es el ¨²nico filme que ha empujado para disparar hacia arriba esa cuota del mercado, que el a?o pasado roz¨® una din¨¢mica de la extinci¨®n con el desastre de un 10%. Contribuci¨®n importante a tan esperanzador salto de 8 puntos en s¨®lo 12 meses es la de Torrente 2, interpretada, escrita y dirigida por Santiago Segura. Y, en menor escala, se a?aden al empuj¨®n Juana la Loca, dirigida por Vicente Aranda; Luc¨ªa y el sexo, escrita y dirigida por Julio Medem; Intacto, dirigida por Juan Carlos Fresnadillo, y Sin noticias de Dios, escrita y dirigida por Agust¨ªn D¨ªaz Yanes. Son filmes que est¨¢n logrando notable audiencia interior, y de ah¨ª que sea justo decir de ellos que crean industria.
Pero hay otra manera de hacer avanzar al cine espa?ol: logrando que crezca hacia dentro, que ahonde en s¨ª mismo y, aunque su artesan¨ªa no genere industria, que genere a cambio historia. Y esto late en obras que, con presupuesto pobre y audiencia muy restringida, est¨¢n al borde de alcanzar rango de universales y capacidad para romper las fronteras de la caducidad. Si de Los otros brota empuje de cine no perecedero, otro aroma de ese mismo aliento hay en Silencio roto, de Montxo Armend¨¢riz, y, en m¨¢s peque?o, m¨¢s como advertencia que como plenitud, en pel¨ªculas tan escondidas como M¨¢s pena que gloria, del debutante madrile?o V¨ªctor Garc¨ªa Le¨®n; Pau y su hermano, del joven veterano catal¨¢n Marc Recha; Faust 5.0, primera exploraci¨®n de la pantalla por La Fura dels Baus. Y hay que a?adir aqu¨ª todo lo que al cine espa?ol deben las conquistas de La ci¨¦naga, obra de la argentina Lucrecia Martel; Y tu mam¨¢ tambi¨¦n, del mexicano Alfonso Cuar¨®n; El hijo de la novia, del argentino Juan Carlos Campanella, y Amores perros, del tambi¨¦n mexicano Alejandro Gonz¨¢lez I?arritu, que son prolongaciones vivas del impulso de creaci¨®n de industria y de historia que late en el referido pu?ado de filmes espa?oles que han alcanzado este a?o ancha y honda existencia.
Pero si hay alg¨²n gesto de la creaci¨®n de cine en Espa?a en 2001 del que pueda decirse que est¨¢ haciendo historia, es el de ese gran suceso que es la s¨²bita proliferaci¨®n de poemas documentales o ficciones de lo real -es decir, cine b¨¢sico, primordial- que invade a la interioridad de obras del fuste de En construcci¨®n, de Jos¨¦ Luis Guerin; Asesinato en febrero, de Eterio Ortega; Los ni?os de Rusia, de Jaime Camino; Caminantes, de Fernando Le¨®n; Extranjeros de s¨ª mismos, de Javier Rioyo y J. L. L¨®pez Linares. Es este casi inaudible estallido en Espa?a del cine de estirpe documental, junto con el estruendo de la fabulaci¨®n pura de Los otros, lo mejor de este buen a?o de despegue a medias.
Y a medias, porque es 2001 un a?o que tiene como lado sombr¨ªo un espejismo: se hicieron 105 pel¨ªculas y se estrenaron 90. N¨²meros grandes, demasiado, porque la mitad de esos filmes se han hundido nada m¨¢s nacer en el pozo de los estrenos falsos y fugaces, esos que pasan por una pantalla para cumplir con el protocolo industrial, pero que son expulsados inmediatamente de esa pantalla sin hacer ni un gramo de industria.
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